Buscar en El Viejo Farol

sábado, 25 de abril de 2020

Oyendo al alcalde


“Nadie en el mundo”, era una frase de cajón, ahora es una verdad de a puño.  Nadie estaba preparado para estar arrinconado en su vivienda por semanas, y menos, por meses, -doce o dieciocho-, según parece para resguardarnos del contagio.
Empecemos por ahí. Nadie tiene una respuesta. Ni siquiera la Organización Mundial de la Salud (OMS) ni los jefes de estado de las naciones más poderosas del mundo pueden  predecir cuándo saldremos de la pandemia. Nunca habíamos sufrido plaga tan letal y devastadora como el Covid-19.
Oyendo al Alcalde de Popayán, Dr. Juan Carlos López Castrillón en entrevista radial, dijo las cosas por su nombre. Me dejó la boca con sabor a fango -nunca lo he probado-, pero me valgo de eso para sustituir el nombre de algo más desagradable -que tampoco he degustado-, pero que produce una fétida incomodidad con solo mencionarla. El alcalde llamó las cosas por su nombre dejando atrás el eufemismo. Visibilizó la realidad de lo sobrevenido. No llamar a las cosas por su nombre es hacerlas invisibles. El crecimiento exponencial del virus aterra. Entonces, no queda más remedio que apelar a la crudeza del lenguaje, para que la comunidad entienda y se conmueva del compromiso planetario, que no es de poca monta, aunque no guste oírlo.
La situación fiscal del municipio de Popayán venía apretada, ahora lucirá deficitaria y endeudada. Es temprano para calcular el costo de la pandemia que se extenderá por la incertidumbre del tiempo. En semejante naufragio en que estamos amarrados unos a otros, es temerario hablar del efecto ´devastador’ del desempleo que podría llegar a (18%) de llegarse a presentar el rebrote del Covid-19 con un segundo encierro. ¿Cuánto le cuesta a la ciudad cada mes de parálisis? Estas estimaciones reflejan la naturaleza de la pandemia global, con el uso extensivo de políticas de contención y prohibiciones que debe atender el Alcalde López Castrillón a causa de otro ´marzo negro´. Pero, primero la salud, que el terremoto el económico de proporciones negativas.

¡El virus no va a desaparecer de la noche a la mañana!  Las acciones en marcha, son para tratar de contener el brote del Covid-19. Porque la solución más lenta, pero, la más segura, es esperar a que descubran la vacuna. El inconveniente es que, en el mejor de los casos, según los científicos, las vacunas estarán listas en un tiempo, de 12 a 18 meses, periodo de comprobación de la eficacia. Aunque, sumándole el tiempo de fabricación a gran escala, su repartición por el mundo tardará más.
¡El golpe para la ciudad, es por partida doble!  El alcalde levantando la hidalga alfombra de Popayán, reveló la pobreza que conocíamos; lo que no sabíamos, es que, la ´brecha social´ fuera tan grande. En su acción solidaria, inició una cruzada humanitaria para entregar 50.000 mercados sociales. No serán suficientes, pues, ante el precario acceso a una renta, pobres hay por todos los rincones.  
En “enfoque de la doble vía” aproximando las políticas públicas del alcalde para tratar de menguar la hambruna, analicemos la “vía de estructura” y la “vía de emergencia”. Ambas, dirigidas a grupos altamente vulnerables, objeto de protección.
La primera vía de la estructura, a través de políticas públicas, se utiliza para crear y fortalecer las instituciones dedicadas a mejorar los estándares de alimentación respecto a la dignidad, diversidad y seguridad de los alimentos, para que, a largo plazo, disminuyan la malnutrición y el hambre. Pero, desde siempre, el hambre es sabido, casi todos los días, los pobres se acuestan con él y, al despertar, el dinosaurio del hambre sigue allí, a su lado.
La segunda, es la vía de la emergencia, que permite a los mandatarios disponer de recursos de su presupuesto para tomar medidas extraordinarias a fin de contener el coronavirus y para aliviar temporalmente la hambruna, originada por la imperiosa cuarentena. En la angustiante propagación del coronavirus, tranquiliza que el alcalde cuente con un excelente funcionario que, por conocimientos e idoneidad, tiene la capacidad de proteger a la población. Con el secretario de salud, Oscar Ospina, pusieron en marcha un plan de preparación con respuestas positivas que, hasta ahora, registra 15 casos de contagio en Popayán.
Para cubrir únicamente, la asistencia alimentaria y la emergencia Covid-19, el presupuesto municipal es exiguo, paupérrimo. Ni siquiera utilizando las regalías, amparados en el decreto 512 de 2020, serán capaces de atenderlas. No alcanzará para cubrirlas. Nunca, será suficiente, pues, el virus asciende en ascensor, mientras los recursos suben por escalera. La economía quedará herida, dado que, las estrategias para bajarle la temperatura a la pandemia, a la pobreza y al hambre, elevarán la fiebre de la economía.
No estamos libres de contagio, pero hay un plan combinado de contención con respuestas adecuadas. El problema es de todos, las acciones no pueden ser aisladas. De allí que, los mismos principios de prevención, de solidaridad y apoyo, deben ser recíprocos. Unidos debemos apoyar y acatar las directrices del alcalde, a fin de lograr el balance entre proteger la salud y redimir la economía. ¡Apostemos con fe a la normalidad! Ese debe ser el propósito para salir triunfalmente.
En este momento tan difícil, nuestros gobernantes son gladiadores luchando contra el virus. Su papel en este escenario, es fundamental. Son nuestros auténticos líderes, actores clave de la responsabilidad, para realizar una buena gestión administrativa, principalmente, reforzando la vida y la salud de sus gobernados. Y desde el confinamiento urbano, los ciudadanos de bien, debemos actuar unidos en acciones más defensivas que ofensivas.
Civilidad: Santo Ecce Homo, calma esta borrasca. No niegues tu gracia: protege a Juan Carlos, nuestro alcalde y, resguarda a Popayán.  

No hay comentarios.:

Publicar un comentario