Imposible dejar de escribir sobre esta moribunda situación por la que atraviesa el mundo. En su larga historia, la humanidad, ha pasado por una serie de obstáculos que en su momento parecían insalvables. Muchos virus, iguales a la crisis sanitaria que hoy padecemos con un millón de infectados y 50 mil muertos. Pero, ahora sí, estamos asustados los pobladores de la tierra. Jamás en mi existencia, he creído en la extinción de la humanidad. Lejos está de darse. Pero, lo cierto es que, si así ocurriera, todos seríamos los verdaderos responsables. Existen muchas amenazas globales creadas por nosotros mismos, los humanos. Desde siempre la sociedad humana se ha sentido indefensa ante guerras, revoluciones y hasta trastornada, porque analizando con atención el proceder de quienes comparten este mundo, se demuestra la innegable ausencia de Dios en el corazón de las personas. Este alejamiento se manifiesta en las amenazas y destrucciones de las creaciones de Dios.
Hay sabiduría y mecanismos a disposición de los científicos y gobiernos
que permiten establecer cuán probables son esas amenazas. El avance tecnológico y científico permite enterarnos de todo lo que ocurre
a nuestro alrededor y conocer la gravedad y las consecuencias
reales de cada problema. Somos conscientes de lo que acontece en el orbe. De
allí que, nada de raro tendría que el nuevo
coronavirus 2019 (COVID-19) que contiene muchas características de una guerra
biológica, sea una ofensiva entre potencias que afecta al mundo. ¿Por qué a
Beijing y Shanghái no ha afectado el virus?
El mayor verdugo de la tierra es el hombre. El depredador mata para
sobrevivir; el hombre es auto-destructor y sabe del atentado que está realizando.
El hombre se ha convertido en el voraz destructor del origen natural y de su
propia vida. En ese interés de superación, en cierta forma, se cree un ser
todopoderoso. Analicemos: Sabemos que el hambre en el mundo afecta aproximadamente a 815 millones
de personas, el 11% de la población del mundo. Y que, 489 millones de personas
que padecen hambre viven en países en conflicto. Analizadas estas cifras por
continentes, el hambre afecta a Asia (520
millones de personas), África (243
millones) y Latinoamérica y Caribe (43 millones). siendo las dos
principales causas del hambre, los conflictos violentos y las perturbaciones
del clima.
Conocemos informes
sobre el aumento de la desigualdad en casi todo el mundo, con una velocidad
diferente en cada país. Un dato revelador, elaborado
en el 2018, por World Inequality Lab, es que “el 1% de la población con mayores ingresos
recibió el doble de ingresos que el 50% más pobre, mientras que la clase media
se redujo.
Hemos oído
hablar del calentamiento global, que
eleva la temperatura media de la Tierra y de los océanos, ocasionada por la
emisión de gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono a la
atmósfera, que guarda relación directa la contaminación del aire con el
fenómeno del calentamiento global. Sabemos que afecta
nuestra salud, y también, las consecuencias negativas en el medio ambiente.
Datos de la OMS, dicen que, la contaminación del aire
afecta a los pulmones y causa asma, entre otras patologías.
No es ciencia ficción la manipulación ingeniera de la
atmósfera que pasa por sembrar más nubes para tener más control del tiempo y
cambiar o controlar el tipo de precipitaciones que se producen y las zonas
donde tienen lugar, en ese intento no solo por crear nuevas nubes sino de potenciar la
actividad de las que ya existen.
Estamos al tanto
de la contaminación del agua y los conflictos que existen en el mundo y sobre,
la destrucción de las infraestructuras del agua como la causa de que muchas
personas no tengan acceso a agua potable. La Organización Mundial de la Salud, ha
informado que 844 millones de
personas no tienen un servicio básico de suministro de agua potable. Que,
2.000 millones de personas
en el mundo se abastecen de agua contaminada por heces y, que, esta agua es la
fuente de transmisión de enfermedades
como la diarrea, el cólera o
la fiebre tifoidea, calculando que, 842.000 personas
mueren al año de diarrea debido a aguas contaminadas, al saneamiento deficiente,
a una mala higiene, causas que se pueden prevenir. Se estima que en el
año 2025 el 50% de la población del mundo vivirá en zonas con escasez de agua.
Absurdo sería dar un orden de
importancia a estos problemas que condicionan nuestra supervivencia. La falta
de soluciones a tantos problemas producidos por el hombre, causa una sensación
de vacío e, incluso, de desesperación en el hombre mismo. Contribuye a ello, no
sólo la velocidad con que tal situación se ha ido agravando, sino también, por
la insensatez de la humanidad sin conciencia sobre el peligro a que estamos
sometidos. Preocupa aún más, la impotencia al no poder combatir la reciente aparición y expansión del coronavirus hasta ahora “desconocido” por la
ciencia. Virus que tiene en vilo al mundo por la lucha contra-reloj por darle
entierro a miles y miles de personas, desatando pánico, incluso histeria
colectiva en todo el mundo.
Llegó el tiempo malo de la mano del hombre porque ¡Dios no
tiene los pensamientos del tirano vengativo! Es el hombre
que busca matar porque su naturaleza es predatoria. Es el ser
humano que desafía a Dios, por querer dirigir este mundo lejos de él, dejando: desolación,
desesperación, frialdad, odio, rencor, división, corrupción como fruto de la
ambición desmedida. Hoy vivimos en la soledad, porque el mal invadió el mundo
devorándolo todo a su paso.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario