El título de este escrito me hace recordar lo que decíamos en mi juventud, después de una bebeta en una noche de bohemia en “El Sotareño”, cuando algunos amigos de farra se hacían los dormidos, otros se volaban para no pagar y, de últimos, quedábamos los paganinis (quien paga los gastos de otros)
Hoy, sin un
sorbo de licor, pasando tragos amargos, lo más preocupante, es la cuenta de
cobro cuando salgamos de la cuarentena. Además del montón de muertos, nos
“vacunarán” para pagar las deudas de la crisis económica.
Según los expertos, esto todavía puede ponerse más
feo. Por ahora, digamos las cosas por su nombre, pues de pronto se olvidan que
nos ordenaron confinarnos porque los modelos epidemiológicos estimaron que
millones de personas podrían morir en todo el planeta. Esta regla, por supuesto,
es a los países pobres, y a los grupos sociales más pobres de los países ricos,
a quienes las dos crisis: sanitaria y económica a quienes golpea mucho más
fuerte.
Las ayudas humanitarias y las cuentas ocasionadas por
el Covid-19, en algún momento tendremos que pagarlas. No es necesario ser egresado de Harvard para
que esta época caracterizada por la crisis económica que afecta al mundo, debemos
analizarla como catástrofes de manera lógica. De algún
bolsillo tendrá que salir.
Colombia ha seguido al pie de la
letra los ciclos económicos y la forma de afrontar las crisis igual que la vienen
desarrollado los sistemas capitalistas modernos para afrontar la desentorchada
que se avecina.
Analicemos, el Banco de la
República, para enfrentar la volatilidad
en el mercado financiero que se está presentando por cuenta de la pandemia, ya salió
a subastar US$400 millones para
dar la liquidez de
dólares y de pesos en el mercado financiero. El gobierno acentuará reformas fiscales más
profundas, incluida la mutualización de las tasas de interés, permitiendo
bajarlas para permitir un mayor gasto a fin de estimular la economía y
recuperar el crecimiento. Así mismo, anunció subsidio a las mipyme que hayan
perdido el 20 % de sus ingresos. El gobierno
del Presidente Iván Duque, ha decretado la suspensión
del cobro del impuesto al consumo hasta diciembre; adelantó los tres días para
compras sin IVA en el 2020 y ha liberado el cobro del IVA del 19 por ciento a
los locales comerciales. Es decir, ha tomado
medidas que, les permite a los ciudadanos de
menores ingresos comprar más barato. Ante tanta obediencia económica, el
FMI ha dicho: … “si la situación de salud se estabiliza, Colombia lideraría la
región”.
Hago un paréntesis para explicar que
“consumismo”, es adicción a la infelicidad, dado que nuestro sistema económico
necesita ciudadanos adictos al consumo, pues, aunque tenemos cada vez más
cosas, seguimos comprando más y más cada día. Pues, la adicción a comprar no es
un problema de algunas personas, sino un problema que tiene nuestra sociedad.
Entre tanto, la clase media sumisa, en el limbo social, es una máquina de
deseos y frustraciones que sufre de parálisis. El estrato medio, es un estrato que -vale la pena decirlo- es
responsable en gran parte de la productividad del país, que paga impuestos y que,
por lo general, no tiene derecho ni a subsidios, ni a exenciones. El DANE
ha dicho que, una persona de “clase media” es aquella que gana entre $450.000 y
$2.250.00 pesos al mes. Este modo de definir a
la “clase media” tiene implicaciones para el cálculo de la inflación, - que se
basa en una cierta canasta de consumo- para establecer las tasas de los
impuestos y para encauzar los subsidios del Estado. Pero también le sirve al
gobierno para magnificar el efecto de sus políticas sociales, o para dar la
impresión de que la economía va bien y, que el bienestar social ha mejorado. Estadísticas,
al fin y al cabo, pero que tienen muy claras repercusiones políticas. Y qué decir del sistema de salud colombiano que se financia bajo la
lógica de los sistemas Bismarckianos, es decir con parafiscales. Mejor dicho, con
las cotizaciones de los trabajadores del sector formal que financian buena
parte de los gastos en salud del país. El Ministro de Hacienda, antes del encierro, anunciaba otra reforma
tributaria, ahora advierte que la
deuda del Gobierno puede superar el 60 % del PIB. Entonces, con mayor
razón, hasta cierto punto, será necesaria una tributación más progresiva de la
riqueza.
Esta situación nos demuestra la crisis por la que cruza la sociedad y la falta de solidaridad a la que simplemente respondemos haciéndonos los de la vista gorda frente a la pobreza de los vecinos; y más, cuando es un estrato medio o alto. Grandes casonas que, de portalones para fuera, lucen la gloria pasada, alardeadas por el: "mira, la casa de la familia tal y tal", pero que, por dentro, ocultan, desánimo, pobreza, angustia. Como decían las abuelitas: "la procesión va por dentro”.
Esta situación nos demuestra la crisis por la que cruza la sociedad y la falta de solidaridad a la que simplemente respondemos haciéndonos los de la vista gorda frente a la pobreza de los vecinos; y más, cuando es un estrato medio o alto. Grandes casonas que, de portalones para fuera, lucen la gloria pasada, alardeadas por el: "mira, la casa de la familia tal y tal", pero que, por dentro, ocultan, desánimo, pobreza, angustia. Como decían las abuelitas: "la procesión va por dentro”.
De allí
que esta crisis y esta cuarentena para volver a sacar la realidad, que a pocos
les importa y a pocos les merece un análisis, pero nos refriega en la cara, una
realidad a la que le volteamos la espalda. ¡De las crisis
nacen las oportunidades! Llegó el momento de unirnos
frente a una estratificación del país
con nuevos modelos económicos y sociales, aprovechando la capacidad de los
pobres vergonzantes, que viven buscando oportunidades para salir adelante.
"La estratificación no
refleja la realidad colombiana y castiga al ciudadano que lo pierde todo en una
crisis y es inviable para recibir una ayuda gubernamental".
Concluyendo, el covid-19 deja al descubierto lo que todos sabíamos: el virus de la desigualdad social; la brecha social, que con el hambre no obedece a causas económicas, sino políticas o ideológicas. Y que, el virus no conoce de clases sociales, pero el tratamiento de la cura, sí.
Concluyendo, el covid-19 deja al descubierto lo que todos sabíamos: el virus de la desigualdad social; la brecha social, que con el hambre no obedece a causas económicas, sino políticas o ideológicas. Y que, el virus no conoce de clases sociales, pero el tratamiento de la cura, sí.
Civilidad: Gracias a Dios y, a las medidas tomadas por el Presidente, Gobernador y
Alcalde estamos mejor que nuestros vecinos ¡Solo unidos saldremos adelante!
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