Estas líneas para decir que hay algunos
que se aprovechan de los espacios que les brindan para derrochar animadversión.
Se me ocurre decir, que no disimulan la ira que los consume ni el afán
protagónico que los alimenta. Transitan
de la crítica al odio. Cabalgan de la insensatez a la indignación visceral, de
la intolerancia a la tirria y de esta al desquite. Pienso que quienes así escriben
para golpear a otro sin compasión, malgastan el tiempo, porque las ofensas y las
críticas destructivas los deja como el perrito del logo de la Víctor.
Se les nota a leguas que tienen enquistado el resentimiento. Seguramente esas personas no pueden
disfrutar del día a día, porque viven enganchadas a algo que les sucedió en el
pasado. Destilan odio que los envenena, distorsionando la visión que se tiene
del otro. Es tanto el rencor que conlleva al deseo de resarcimiento y por lo tanto, tienen sed
de venganza.
Claro,
todos en alguna ocasión, hemos criticado algo o a alguien alguna vez. Pero, mi
referencia es sobre aquellos que abren la boca o escriben solo para criticar. Para quienes todo lo critican, en
cuanto tienen la más mínima oportunidad. Paradójicamente, el exigente
de oficio es una persona frustrada con
su propia vida, porque como profesional, como ex funcionario, nunca dejó huella
y lleva una vida poco interesante. Esas personas normalmente no hacen nada, excepto
juzgar y criticar a quienes sí hacen.
Por fortuna son pocos.
Poseen una disfunción emocional que se produce por tener rabia en lugar de
serenidad. Es decir, aceptan que conviven con una ira convertida en su propio tormento.
Culpan a otro por haber causado sus
males, reconociendo que contribuyó a generar tal situación. Son emociones negativas
que aparecen cuando sienten que alguien se ha portado mal con ellos y se
sienten lastimados.
Pero, del crítico al criticón hay un abismo. Quien critica
algo o a alguien, de entrada se ubica en una posición de superioridad para
ocultar su complejo de inferioridad. Lo que el criticón quiere, es simplemente,
descalificar. Lo hace siempre para juzgar a los demás, pretendiendo que su
opinión, vaya a infamar al otro. En
cambio, el que hace una crítica seria, se sabe y se certifica como experto para
hacerla, porque evalúa tanto los aspectos negativos, como los positivos de lo que está en análisis. Siempre
lo anima un afán de mejora y por consiguiente, está despojado de ira al
formular sus opiniones.
Generalmente,
quien mucho crítica, poco tiempo ha tenido para actuar, para crear, para hacer.
El criticón es especialista en mirar y reprochar, pero no en tomar acciones por
sí mismos, inclusive por miedo a ubicarse en el centro de las miradas que
puedan exponerlo a las críticas de los demás.
Los
criticones se identifican fácilmente, pues, siempre están criticando algo o a
alguien, porque cuando estuvieron adentro, fueron incapaces de hacer algo
positivo.
Civilidad: la
crítica pocas veces suma y, hacerlo
desde afuera, es fácil.