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sábado, 25 de mayo de 2019

La política de ayer a hoy








De pedir el voto a viva voz a mediados del siglo XX, pasamos al imperio de la imagen actual, a  las redes sociales como formas de ejercer la política. Vivimos una época de cambio permanente Cambios que abarcan los campos de la actividad humana, las ciencias, la economía, el deporte, la cultura, y la política, que por cierto, ya no es la misma. Ahora no hay ideas, no tienen ideologías y van de derecha a izquierda y de izquierda a derecha.



Desandando el tiempo. ¿Cómo se hacía la política en otros tiempos para atraer votos? Acudían a propaganda callejera. Montaban altoparlantes en destartalados vehículos recorriendo los barrios y tirando volantes que la muchachada recogía.  Empapelaban muros y paredes con afiches de la imagen impostada de los candidatos. En las ventanas de las casas de líderes barriales pegaban los retratos  de los candidatos, aparentando con quien era la cosa política. Predominaban reuniones políticas en salones comunales, parques y,  polideportivos, como otra forma de conocer la oratoria y las propuestas de los aspirantes. El medio televisivo era costoso y apenas asomaba en el horizonte mediático. Grupos de avanzada antes y después del perifoneo, tiraban debajo de las puertas las papeletas (votos) esmeradamente dobladas y estampadas en rojo o azul como símbolo del partido (liberal o conservador) Así las familias coleccionaban el muestrario de la oferta electoral del momento, para tomar la decisión por pálpito,  convicción ideológica, o por propuestas, pues, las encuestas no existían. Así llenaban los espacios públicos de espíritus selectos, oprimidos por la explotación, la ignorancia y el olvido de los gobernantes y  dirigentes de la cosa pública.
En aquellas calendas, la participación femenina era muy escasa. Pocas mujeres subían a la tarima a discursear; pues era  mal visto que las mujeres cambiaran el hogar por el comité. La política era cosa de hombres. Pero había lideresas de “raca mandaca” (para decir de lo mejor). Había mujeres,  que se convertían en unas “fieras”, haciéndose mechonear en defensa de su ideología.
¿Quién financiaba las campañas?, en parte, los candidatos y un poco, los partidos. Los partidos tenían tesoreros que cumplían la misión de  recaudar aportes en cada sitio de trabajo a funcionarios que representaban los partidos en las empresas. En esos tiempos, el político salía más pobre de lo que entraba a la función pública. Cuando  perdía las elecciones, perdía su patrimonio y el de su familia. No existían los militantes pagados. 
El día de las votaciones en la noche, los electores se reunían a oír las noticias radiales, a escuchar los resultados, cual si fuera una final de futbol; haciendo análisis, sacando  cuentas y, porcentajes, pendientes del desenlace político.
He puesto la mirada atrás, añorando la “Vieja Clase Política”, de grandes personajes, de seres que, aunque llenos de defectos y pecados, generaban credibilidad, admiración y respeto. “Vieja Clase Política”, que dio paso a la “Nueva Clase Política” conformada por los delfines de la anterior, por los “nuevos ricos” de nuestra sociedad, por gentes llenas de ambición por el dinero y el poder que han “evolucionado” hacia nuevas formas de aprovechamiento de los recursos del Estado. 
Civilidad: El encono y la división hacen estragos.





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