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domingo, 19 de mayo de 2019

A mi santa madre




Todos los días de Dios, invoco a mi santa madre, a ella, la primera mujer en mi vida. Ninguna como ella podrá remplazarla nunca. Ella sigue siendo la más importante, ni siquiera mi esposa, que es otro ser excepcional en mi existencia, podrá quererme tanto como ella.
Este artículo dedicado a las madres, no apareció el día que universalmente se lleva a cabo el segundo domingo de mayo, porque se que el amor de madre no puede ser de un solo día, por motivos de la comercialización de este día. Al publicarlo en el tercer domingo significa que estoy contra el sentido consumista y mercantilizada que ha tomado la celebración
tan digna del rol de las madres.
El Día de la Madre, debería festejarse más que con regalos materiales, con medidas concretas que reivindique que el universo afectivo de las madres salga de las cuatro paredes de casa para extenderse a la calle, las plazas o el Congreso. Que desde el hogar se aconsejen para que la gran familia humana, cada uno de los integrantes pueda vivir en paz.  Que Cada uno, en nombre de la maternidad y la humanidad llevando en su misión, la impresión sagrada de Dios.
Resaltar el día de la madre, en honor a las mujeres que sacrifican su día a día por los hijos. No hay un trabajo que tenga una jornada laboral tan larga como ser mamá. Las mujeres ejercen su rol de mamá día y noche, sin descanso, con dedicación y amor inacabables... ¡y sin salario! Entonces, no puede ser un día al año cuando festejemos sus esfuerzos con regalitos, poemas, canciones y agasajos. Para ellas, las demostraciones deben ir más lejos de los obsequios. Para las mamás que es lo mejor del mundo que nos enseñó a echar raíces y a tener alas. No busquemos en los almacenes, ni restaurantes el mejor regalo para la progenitora de nuestros días. Para aquella persona que nos llevó en su vientre, cargándonos durante nueve meses para traernos a la vida, dándonos la oportunidad de ser hombres o mujeres con un propósito y un destino en la tierra. Ese ser especial a quien dulcemente llamamos “mamá” Para todas esas hermosas madres mi voz se alza y mi pluma escribe para darles el más merecido de los reconocimientos por esa misión de amor que les fue otorgada por el Creador del mundo.
El interés de este escrito es para tomar conciencia para que un hermoso regalo a nuestra madre no se olvide nunca porque sale del corazón de sus hijos. Así que una buena madre, desea que sus hijos tengan buen comportamiento y que sean amorosos. El mejor regalo que se le puede dar a una madre no es material. Las madres ansían calor familiar, felicidad, cariño y cuidados.
Que  todos los días sean apartadas las diferencias y situaciones que nos han desunido y que sea un día de reconciliación.
El mejor regalo para una mamá es no sentirse sola ni abandonada por los hijos que ella tanto ha amado.



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