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domingo, 15 de abril de 2018

Todo es política

“Algo va a pasar y no es nada bueno”. Fue el presentimiento de mi adorada madre ¡Y pasó! Era la 1 y 30 de la tarde de aquel viernes 9 de abril de 1948 cuando se escuchó en Popayán: “mataron a Gaitán”.
No sé por qué a esa hora habíamos ido a la galería, ubicada en el centro de Popayán, exactamente donde hoy “se mueve” el Centro Comercial “Anarkos”, pues la costumbre era ir a mercar a las 6 a.m., cuando llegaban las “marchantas” para no comprarle a las “revendedoras” los productos del campo.
Noté la angustia de mi madre al tomarme con rudeza de la mano para salir empujando el canasto en el otro brazo contra la turbamulta que se apilonó frente a la edificación de dos pisos, que por aquellas calendas eran pocos en Popayán. En lo alto, el edificio lucía un aviso en concreto que se leía: “Edificio Masordoñez”. Creo entender que se trataba del emporio económico de los hermanos Ordoñez, de gruesa contextura, y de pensamiento conservador, cuyo partido político tradicional de Colombia había sido creado formalmente el 4 de octubre de 1849 por Mariano Ospina Rodríguez y José Eusebio Caro.
El vandalismo se había tomado la ciudad. La enardecida muchedumbre se apoderó e incendió esa edificación como símbolo de la hegemonía conservadora, lanzando de los bellos balcones toda clase de muebles: escritorios, sillas, y cajas de caudales desde donde “volaban” billetes y monedas que en montonera recogían en medio de la gritería y de las llamas como producto de la combustión de materiales inflamables.
Era el inicio de un proceso revolucionario. Había una escena revolucionaria. Sin duda se presentaron toda clase de acciones y de encadenamientos a los que puede darse por su composición, el nombre de proceso. Es lo que ahora denominan: técnicas de toma del poder, formas específicas de conflictos, formas de manifestación, tipos de relación entre los poderes y la calle. La revolución justamente, consiste, primeramente en eso: la proliferación de lo político. Tiempo en el cual, “todo es política”.
Habían asesinado a un hombre muy importante. “Que lo mató la CIA, que lo mató el Gobierno, que lo mataron los conservadores, que lo mataron los comunistas, que lo mataron los Estados Unidos”… Lo cierto es que mataron a quien la mayoría de los sectores más pobres veían como su esperanza política en Colombia para reducir la desigualdad social.
Han pasado setenta años del grito del caudillo Jorge Eliecer Gaitán: “Por la restauración moral y democrática de la República: “a la carga”. Y otra frase a manera de pronóstico: “Ninguna mano del pueblo se levantará contra mí y la oligarquía no me mata, porque sabe que si lo hace el país se vuelca y las aguas demorarán cincuenta años en regresar a su nivel normal.”
Desde aquella tarde del terrible episodio que dejó cien mil muertos, aún hoy, mi memoria de infancia, me hace recordar que, “todo es política”, un negocio con el que se distraen las élites y entretienen al pueblo en épocas de fiesta electoral. Cambia de manos el poder, pero no cambiado nada.

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