El 16
de septiembre se cumplirán cuatro años, desde cuando un grupúsculo de indígenas Misak, derribaron
la estatua del explorador Sebastián Moyano a quien la historia sesgada ensalza como
Sebastián Belalcázar. Un sencillo ejercicio de investigación da cuenta que este
actor violento, protagonista de la ocupación española, tomó su apellido, evocando
su ciudad natal, pues su nombre de pila era Sebastián Moyano y Cabrera. Se sabe
que, llegó al Nuevo Mundo con Cristóbal Colón en 1498, en el tercer viaje
a América. Y que terminó unido a las campañas
militares huyendo, ante el temor del castigo de su padre por haber matado de un
garrotazo a un mulo en que transportaba alimento para los cerdos.
Es
una entelequia que Belalcázar, fuera el fundador de Popayán, pues, el
historiador Arboleda Llorente, “basado en un importante documento”, sostiene que su lugarteniente, Juan de Ampudia habría sido
el primero en pisar estas tierras, nombrando en las vegas del Cauca como la
Villa de Ampudia, constituyéndose esta, la primera fundación de Popayán en
1536, anterior a la efectuada por Belalcázar, a la otra más institucional,
ocurrida el 13 de enero de 1537 en la que la ciudad habría sido “legalmente”, fundada y destinada a la virgen del Reposo, lo
que se habría cumplido solemnemente el 15 de Agosto (día de la Asunción)
Llama
la atención que, Ampudia, habiendo recibido el encargo de adelantarse en la
búsqueda del Dorado, se hizo otorgar del respectivo cacique de Otavalo, 500
indios que fueron utilizados como punta de lanza de su tropa, con el objetivo
de conseguir imperio sobre los grupos que iban a encontrar a su paso. Así que
los indios guambianos, -ecuatorianos y peruanos- fueron enviados una jornada
antes, con el fin de preparar el terreno. De allí que, el juicio simbólico realizado
aquel miércoles 16 de septiembre de 2020, en el que los mismos indígenas
extranjeros declararon culpable a Sebastián de Belalcázar de genocidio,
apropiación de tierras, despojo, entre otros delitos, se equivocaron de malhechor,
vociferando una serie de invenciones.
Se fundamenta el historiador
Arboleda, en su obra: “Popayán a través del arte y de la historia”, t. II,
1966, donde alude a una protestación contenida en documento que data de 1605
(A.C.C. sig. 8079), por el que un escribano de apellido, Vega Polanco, daba
curso a un antiguo documento sin firma, adjudicado a Belalcázar, pues era
analfabeta, no sabía firmar, en donde el conquistador mencionaba la villa de
Ampudia encontrada por él a su primera llegada de Quito y fundada en la
provincia de Popayán. El argumento de Arboleda se basa en que si la villa de
Ampudia hubiera estado localizada en tierras del cacique Cali (que es lo que
dicen los cronistas), el documento la habría denominado la villa de Ampudia de
la provincia de Cali. Pero, como la llama la villa de Ampudia de la provincia
de Popayán, necesariamente es real, que se instaló después del incidente de las
niguas, siendo, entonces, la primera fundación de Popayán. Esta prueba la
refuerza Arboleda con el documento de adjudicación de la Gobernación de Popayán
por parte del Rey en 1540, donde nombra cada ciudad, de entonces, de manera
separada. Es que, ante el desconocimiento geográfico, generalizar, eran la
regla, por eso, la expresión “provincia de Popayán” en un documento emitido a
miles de kms. de distancia, podría significar cualquier cosa desde Otavalo
hasta Antioquia.
Civilidad: Oralidad
en la vida cotidiana, como manera predominante de intercambiar información,
pone en juego sentidos y significados.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario