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sábado, 7 de septiembre de 2024

Belalcázar, ¿héroe o villano?

 

El 16 de septiembre se cumplirán cuatro años, desde cuando un grupúsculo de indígenas Misak, derribaron la estatua del explorador Sebastián Moyano a quien la historia sesgada ensalza como Sebastián Belalcázar. Un sencillo ejercicio de investigación da cuenta que este actor violento, protagonista de la ocupación española, tomó su apellido, evocando su ciudad natal, pues su nombre de pila era Sebastián Moyano y Cabrera. Se sabe que, llegó al Nuevo Mundo con Cristóbal Colón en 1498, en el tercer viaje a América. Y que terminó unido a las campañas militares huyendo, ante el temor del castigo de su padre por haber matado de un garrotazo a un mulo en que transportaba alimento para los cerdos.  

Es una entelequia que Belalcázar, fuera el fundador de Popayán, pues, el historiador Arboleda Llorente, “basado en un importante documento”, sostiene  que su lugarteniente, Juan de Ampudia habría sido el primero en pisar estas tierras, nombrando en las vegas del Cauca como la Villa de Ampudia, constituyéndose esta, la primera fundación de Popayán en 1536, anterior a la efectuada por Belalcázar, a la otra más institucional, ocurrida el 13 de enero de 1537 en la que la ciudad habría sido “legalmente”,  fundada y destinada a la virgen del Reposo, lo que se habría cumplido solemnemente el 15 de Agosto (día de la Asunción)

Llama la atención que, Ampudia, habiendo recibido el encargo de adelantarse en la búsqueda del Dorado, se hizo otorgar del respectivo cacique de Otavalo, 500 indios que fueron utilizados como punta de lanza de su tropa, con el objetivo de conseguir imperio sobre los grupos que iban a encontrar a su paso. Así que los indios guambianos, -ecuatorianos y peruanos- fueron enviados una jornada antes, con el fin de preparar el terreno. De allí que, el juicio simbólico realizado aquel miércoles 16 de septiembre de 2020, en el que los mismos indígenas extranjeros declararon culpable a Sebastián de Belalcázar de genocidio, apropiación de tierras, despojo, entre otros delitos, se equivocaron de malhechor, vociferando una serie de invenciones.  

Se fundamenta el historiador Arboleda, en su obra: “Popayán a través del arte y de la historia”, t. II, 1966, donde alude a una protestación contenida en documento que data de 1605 (A.C.C. sig. 8079), por el que un escribano de apellido, Vega Polanco, daba curso a un antiguo documento sin firma, adjudicado a Belalcázar, pues era analfabeta, no sabía firmar, en donde el conquistador mencionaba la villa de Ampudia encontrada por él a su primera llegada de Quito y fundada en la provincia de Popayán. El argumento de Arboleda se basa en que si la villa de Ampudia hubiera estado localizada en tierras del cacique Cali (que es lo que dicen los cronistas), el documento la habría denominado la villa de Ampudia de la provincia de Cali. Pero, como la llama la villa de Ampudia de la provincia de Popayán, necesariamente es real, que se instaló después del incidente de las niguas, siendo, entonces, la primera fundación de Popayán. Esta prueba la refuerza Arboleda con el documento de adjudicación de la Gobernación de Popayán por parte del Rey en 1540, donde nombra cada ciudad, de entonces, de manera separada. Es que, ante el desconocimiento geográfico, generalizar, eran la regla, por eso, la expresión “provincia de Popayán” en un documento emitido a miles de kms. de distancia, podría significar cualquier cosa desde Otavalo hasta Antioquia.

Civilidad: Oralidad en la vida cotidiana, como manera predominante de intercambiar información, pone en juego sentidos y significados.

 

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