Los tiempos cambian, y
con ellos, las costumbres. Más, el espíritu navideño debemos
mantenerlo igual. Navidad significa “nacimiento”
dando así origen a la fiesta que se realiza con motivo del nacimiento de Jesús.
La Navidad alegre y brillante, se volvió popular, cargada de tradición, de
rebosante festividad cristiana y, se celebra en la mayor parte del mundo el 25
de diciembre, para conmemorar el adviento que, en lenguaje cristiano significa,
la venida del redentor del mundo.
No se
concibe hablar de Navidad, sin considerar la reunión en familia. Navidad es tiempo para disfrutar la unidad familiar. Nada
mejor que disfrutar de las fiestas en familia. Tiempo propicio para enseñar a
nuestros hijos a vivir con alegría las reuniones, aprovechando el tiempo
compartido con abuelos, tíos y, con los familiares más cercanos. La
decoración del hogar con arreglos navideños, sin olvidar los aguinaldos se
volvieron una costumbre de dar y recibir. Navidad no es una temporada, es un
sentimiento que esperamos con gran expectativa el nacimiento del Niño Dios, la
llegada de Papá Noel y los Reyes Magos. Con espíritu navideño montamos el Pesebre y el
árbol de Navidad, decoramos la sala, el comedor, las ventanas, puertas y
paredes con guirnaldas, campanas, velas ángeles y con las figuritas de moda
navideña.
Pero también, hay que reflexionar sobre lo que está
ocurriendo a lo largo y ancho del mundo en donde se viven situaciones
conflictivas y de extrema pobreza. Por eso, cuando se aproxima la Navidad, con
ella debe llegar la fe y la esperanza por la tan anhelada paz del mundo. La
generosidad debe apoderarse de nuestros corazones como una muestra de
renacimiento. Tendiendo la mano hacia los desprotegidos de la fortuna, haciéndoles
sentir momentos de alegría navideña a aquellas familias que no gozan del calor
de un hogar. Para prestar atención al
entorno, solo basta, buscar esas personas que por desgracia están recluidas en
un hospital, en un asilo, en la cárcel, hasta en la calle para apiadarse del
dolor ajeno en esta temporada de plena alegría. El solo sentir el frio que cala
los huesos, debe inquietar en lo más profundo de nuestro ser, para ayudar. La Navidad está a la vuelta de la esquina. Es el momento de
pensar en que valores infantiles vamos a trabajar con los hijos y familiares en
esta época del año. Ser solidarios, ayudando a quien más lo necesita. Las
fiestas navideñas nos brindan una buena ocasión para enseñar a los hijos
valores tan importantes como el respeto, la igualdad, la solidaridad y la paz
del hogar, de Colombia y del mundo.
¡Que esta Navidad, nos recuerde aquellas ilusiones de nuestra
infancia! Que nos permita enseñar a los niños de hoy, que acumulan juguetes que
ya no utilizan, donándolos a otros que no reciben ningún regalo. Sería un bonito acto para conmover nuestra ternura
y solidaridad con los pobres. Nada más triste en este mundo, que, al despertar
de un niño, en la mañana de Navidad, no posea un juguete. Meditemos porque en buena parte de Colombia las
Navidades serán tiempos de desdicha por la época de fuertes lluvias que estamos
padeciendo, con bajas temperaturas y muchas desgracias humanas, de forma tal,
que el motivo de trastorno afectivo estacional no sea tan trágico.
Civilidad:
Algunos
estaremos nostálgicos en esta época, pero nuestros descendientes con la magia
navideña, nos motivan a ser felices.
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