Buscar en El Viejo Farol

sábado, 24 de septiembre de 2022

Víctimas de desaparición

 



Colombia narra por miles las personas víctimas de desaparición forzada. Más, en esta columna no me referiré a esa forma de violencia que produce terror y, altera la vida de familias por generaciones. Mi escrito es, sobre la falta de culto por la Historia, una de las razones por las cuales somos uno de los países con un menor nivel de patriotismo en el mundo. La desaparición de la cátedra de Historia en los colegios, es debido a la paupérrima formación de los docentes y a la baja calidad de los textos, reflejándose en la amnesia colectiva. De allí, la necesidad de reversar esta absurda decisión. Somos descriptivos, contando e invitando a la lectura, en temas actuales, pero no repasamos el pasado de Colombia para comprender el presente. La carencia de patriotismo y la ignorancia del grueso de la población sobre los intereses fronterizos, es otra amenaza grave debido al Alzheimer al que hemos caído. Dos décadas despreciando la historia en currículos escolares y en organizaciones sociales. Garrafal error que nadie cuestiona. Por eso, estudiantes de bachillerato y universidad poco conocen de historia y de geografía, saben más de clásicos futbolísticos, pero no de los literarios.

Con motivo de la reubicación del pedestal de Antonio Nariño por razones de desarrollo y modernización vial, resulta sugerente ilustrar a mis conciudadanos para que sepan dónde están parados. Popayán guarda su pasado en un recinto sepulcral: “Panteón de los próceres”, en doce urnas de mármol blanco, conteniendo restos de algunos patriotas de la independencia y expresidentes ligados a la historia de esta ilustre ciudad. Junto a mi idea de perennidad de las obras de escultura dispersas e invisibilizadas; excelente sería recogerlas, para reubicarlas dentro del marco histórico de Popayán.

Mientras tanto, desentierro a Antonio Nariño, el “Precursor” de la independencia neogranadina, quien, para muchos historiadores, no requiere deliberación para reconocerle su validez. Fue protagonista de un hecho que cambió su vida para siempre: tradujo e imprimió de manera clandestina, la “Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano”. Nariño, multifacético personaje santafereño, de dudoso catolicismo y bien aprovisionado de ideas revolucionarias de cultura francesa, quiso unificar la nación. Más, la historia tergiversó el acontecimiento revolucionario.  Motivos por lo que lo apresaron, pudriéndose la mitad de su vida en la cárcel. Fue el prócer más perseguido, situación que no ha cambiado. Porque hoy, 199 años después de su muerte, se esconde. Su pedestal tiene un significado: con su mano izquierda sosteniendo abierta la levita, y el brazo derecho extendido hacia atrás.

Durante la Campaña del Sur de la Nueva Granada, Nariño venció a los aguerridos pastusos, defensores de la causa realista, en varias batallas. Pero, con su Ejército mermado, fue derrotado en la batalla de Juanambú. Se ocultó, pero fue encontrado por un indio que buscaba sobrevivientes. Queriendo salvar su vida le preguntó qué buscaba, a lo cual respondió: "a un tal Nariño". Nariño le propuso entregárselo a cambio de que lo llevara con vida, a la ciudad de Pasto. La noticia de la entrega de Nariño generó una gran expectativa en dicha ciudad, siendo recibido por una multitud exaltada que pedía su cabeza. Nariño dirigiéndose a ellos en un discurso en el que destacó la valentía de aquellas "razas" del sur que lo habían derrotado, finalizó diciéndoles: " Pastusos, ¿Queréis la cabeza del General Nariño? (...) Aquí lo tenéis. Yo soy el General Nariño".

Civilidad: Dentro de la intelectualidad, la rebeldía es una actividad lícita

 

 

 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario