Sobre
Popayán solo puede escribirse con mística, con auténtico amor y con sonoro
estilo. Ciudad, ilustre entre todas las ciudades de Colombia. Edificada con
verdadero arrojo desde la base de sus adobes hasta la cúspide de las cúpulas de
sus templos. Aquí la inteligencia se
radicó entre sus muros de barro. Es la ciudad donde los colombianos se reencuentran
una y otra vez para contemplar el color y el olor de sus tejados grises y de sus
blancas torres. En este terruño, dormita la grandeza del hidalgo que de tarde
en tarde sale a elevar su capa refulgente para no extrañar el crepúsculo rojizo.
De las aguas torrentosas que cruzan la ciudad, bebieron próceres, mártires,
sabios y poetas que cantaron la independencia en las riberas del rio Cauca. La arcaica ciudad vestida de coloniales
edificaciones, en cada puerta guarda silentes tradiciones, que, descritas en
cada arco, en cada esquina revelan el pensamiento político de sus gentes.
Popayán, otrora ciudad legendaria, extiende sus dimensiones infinitas a los
vibrantes volcanes en cuya cima se bosqueja pintada de blanco en lontananza la
anhelada paz. Allí, unas veces
resplandece transparente y otras cegadora como el esplendente relámpago,
desaparece.
Es
la señorial ciudad que, con singular afecto, bajo el viejo cocuyo colgado de
sus muros, arropa en la sombra de las noches, al mundo que se queda sin
estrellas. En su rostro manchado de
blanco encarnado en sus gentes, resaltan sus floridos balcones, ofreciendo en contraste la elegancia entre sus hojas verdes y sus
coloreadas flores.
Popayán vivió su época de esplendor en
el siglo XVIII, no solo por ser la ciudad más importante entre Quito y Santa Fe,
sino por sus minas de oro que multiplicaron los deseos, la violencia
instituyendo la pobreza en el gran Cauca. En los tiempos coloniales tuvo un centro
educativo de primer orden, el Seminario Mayor de Popayán, de
gran trascendencia, donde la Universidad del Cauca adquiere sus raíces. Allí surgieron las
ideas de amplio impacto, las más novedosas del pensamiento filosófico, político
y científico de la Ilustración, en el Siglo de las Luces. Fue donde se formaron
quienes después serían protagonistas de las luchas de la Independencia del imperio
español, personajes como: Francisco José de Caldas, Camilo Torres, Francisco Antonio Zea, José María Cabal, Joaquín de Caycedo y
Cuero y Francisco
Antonio Ulloa, hombres de la política,
el estudio y del Estado. Esa la razón, por la
cual, los payaneses siempre se ufanaban de ser parientes, o al menos
coterráneos de hombres ilustres, letrados, políticos, científicos, poetas, presidentes
de la república. Por eso, en 1926 cuando llegó por primera vez el Ferrocarril del
Pacífico con el presidente de Colombia, general Pedro Nel Ospina, la gente se
aglomeró a admirar la máquina de carbón con sus vagones, dejando casi sola la
figura eximia del presidente. Motivo por el cual, alguien con aguda picaresca
payanesa exclamó: “lo que pasa es que en Popayán estamos acostumbrados a ver
presidentes, pero trenes jamás habíamos visto”.
Civilidad: Evocación del perfil de mi amada ciudad
Qué belleza de ciudad y de columna doctor Horacio
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