“Popayán, ciudad de puertas
abiertas” es conocida por todo el mundo. Ahora es visible no solo por su Semana
Santa. Se convirtió en “El paraíso de la salsa”. Acreditada por esa mezcla de
ingredientes fríos o calientes que con gracia adoban el plato de una deliciosa
comida. Con esta superación, “la exquisita Popaiam”, conquista la sociabilidad armoniosa logrando
que la mezcla de sabores haga volver una y otra vez a los comensales
para probarlos. Fueron 20 años
aprendiendo a comer sabroso para que “la ciudad de mil títulos”, imprimiera el sello
personal de la gastronomía, con ese conjunto de gustillos y conocimientos que
año tras año, los chefs le imprimen a cada una de sus creaciones.
Este año ha sido decisivo desde cuando el
hombre descubrió el fuego para preparar las comidas. Pero, “La Bella Villa” no
ha sido ajena al buen comer, pues el
plato navideño de “Noche Buena” se remonta a los viejos tiempos de “La Arcaica Popayán”
de la colonia, cuando todavía no despuntaba la república. La “bandeja emblema” con solo mencionara nos lleva a pensar en la ciudad. Es
el plato predilecto, ofrecido en Navidad,
con una combinación de ingredientes, que solo calza en ese momento de alegría. Ha sido, es y seguirá siendo de costumbre gastronómica porque es un producto
de mixtura indígena, afro, y europea, dándole el sabor a este gran plato patojo
con exquisitez a los dulces desamargados.
Debemos reconocer el acierto relevante y perseverante de Guillermo
Alberto González Mosquera (q.e.p.d) quien como gestor de la Corporación
Gastronómica de Popayán lanzó la idea para explorar la gran variedad de platos
más importantes en el mundo gastronómico. Es probable que ese haya sido uno de
los desafíos más grandes que se haya impuesto:
traer a su tierra natal los platillos del mundo a “La Ciudad de Paredes
Blancas”. A fe que lo consiguió, al traspasar las fronteras para traer al
paladar de la patojada las comidas extranjeras y mostrar las favoritas de la “Preclara
Ciudad”.
Así
es que, no es visitando países ni a través de libros o de los videos que se
conoce lo que come el
Mundo. Tampoco a través
del retrato de familias al alrededor del globo terráqueo que observamos junto
con la comida que preparan en tierras lejanas. Es aquí en Popayán, en la “Meca
de la gastronomía”, lugar que atrae porque se convirtió en el segundo evento internacional de
mayor importancia del conocimiento de las comidas, paladeándolas en vivo y en
directo, ¡Popayán ciudad gastronómica por antonomasia!
Y
es que, Enrique González Ayerbe, heredó justamente las expresiones de su padre;
interpretó las tendencias que predominan en esta actividad, porque todos los
días comemos, advirtiendo la calidad y amplitud de los pensamientos. La
Corporación a su encargo, con las indagaciones y la caracterología a que se ha
entregado, son de visible utilidad en la vida social y económica de Popayán. Gracias
también, al “cocinero mayor”, Carlos Illera, que está en el seno de la
colectividad popayanense porque nos representa en su importantísimo papel de
artista de la gastronomía conquistando el trofeo al calor del fuego.
Civilidad:
Popayán resurge cada año de las cenizas.
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