En la antesala del proceso eleccionario, cruzando las
calles semanasanteras de la rancia Popayán de hace medio siglo, recuerdo que
hablaron mal de Juan el Bautista y hasta del que murió en la cruz. En medio de la sociedad tan polarizada evoco
esto porque es muy fácil criticar a los políticos y, seguro que no faltan
razones para ello, pero los políticos son necesarios en su legítima aspiración de
alcanzar el poder para mandar o gobernar. De la misma manera que es justo que
los ciudadanos los elijamos para que puedan ayudarnos.
Volvamos a otros tiempos cuando no había
motos, ni ruidos estridentes. En ese entonces,
se andaba despacio, como el reloj al que siempre le pesaron las manecillas. La
vida nocturna era reducida, la ciudad después de las once de la noche, dormía
bajo la tranquilidad y el agrado de las ventanas abiertas, sin el ruido afónico
de los aires acondicionados, inexistentes por esa época. En las hidalgas casonas,
las mujeres negras, indígenas o campesinas eran explotadas por latifundistas,
finqueros y hacendados como servidumbre. Eran
traídas a esos caserones de gentes adineradas para ocuparlas en oficios
domésticos a cambio de comida y dormida. Hasta hace poco, esas gentes de la
ruralidad, no sabían de derechos humanos. En el presente, pasamos por una época totalmente distinta. Todo
ha cambiado, advirtiendo que el Cauca y Popayán, nunca volverán a ser lo mismo.
Antes de 1988, los
mandatarios locales eran designados “a dedo”, por el gobernador del
departamento, quien, a su vez, lo escogía el presidente de la República por
recomendaciones de la élite social y política.
No hay que profundizar mucho
para aseverar que, el artífice del cambio, es el intrépido, Senador Temístocles
Ortega Narváez, hijo de campesinos, nacido en Mercaderes, quien, con
suficientes méritos académicos, ha demostrado la importancia de una serie de
acciones de lucha política decisiva para el cambio radical en esta comarca. Sin
duda, Tito, además de su gestión congresional, ha hecho la aproximación
histórica con la simbiosis entre el pueblo gobernante y el pueblo gobernado,
acelerando la disminución de las
diferencias. En los últimos tiempos, ha
logrado debilitar y erosionar antiguas formas de hacer la política. En este
Cauca orgulloso del pasado y en la noble y Culta Popayán de arquitectura colonial española en las
residencias, edificios públicos e iglesias, donde los payaneses, parecieran desdeñar
el progreso, como si se aferrara a lo que fuera, sin mostrar señales de que el
cambio sea bien recibido, como si prefirieran la penumbra del pasado a
esforzarse a la luz del sol por cambiar el statu quo.
Debieron pasar muchos
años para que el pueblo de alpargata, eligiera un gobernante de raza negra, al
Dr. Elías Larrahondo, apoyado por Temístocles Ortega, y, apuntalado por Aurelio
Iragorri (q.e.p.d) de alcurnia, cuna y linaje, pero con los más nobles sentimientos
que lo hicieron crecer como hombre progresista y tan popular, que siempre prefirió
degustar café en pocillo esmaltado, en piso de tierra, antes que, hacerlo desde
los cómodos divanes de los clubes sociales.
Evaluemos actuaciones
del pasado. Con el cambio de la historia de ayer a la de hoy, las pueblerinas mujeres,
antes, llegaban a Popayán a prestar el servicio doméstico. A las de hoy, competentes en distintas profesiones, el Senador
Temístocles les corresponde llevándolas a los gabinetes del gobierno. Razón
suficiente para que, el pueblo masivamente lo reciba agradeciéndole. No hay
duda, Tito hace el cambio con una gran lección del vocablo revolución. Junto a
él, viene con pasos de avanzada Oscar Rodrigo Campo, carismático ingeniero a
quien la gente agradecida no lo olvida. Sale también, a la plaza pública, no a
oír lo que promete sino a manifestar su apoyo por lo que hizo en cada recoveco
del Cauca como gobernante, aportando recursos
y su buena gestión para ejecutar obras que
ayudan a disminuir la pobreza. Campo, además, se adorna
de la cualidad de cultivar el bien preciado de la amistad con el afán de hacer que perdure.
De allí que, votando exclusivamente por candidatos de nuestra
región: Temístocles CR 21
y, Campo CR 101 tenemos la posibilidad de triunfo contundente. Además,
aleccionadora para los jóvenes que no vivieron ese período histórico y para que
sepan cómo se forjan las luchas, esfuerzos, riegos y sacrificios, comprendiendo
que las libertades se alcanzan como consecuencia de las mismas.
Civilidad: Con el poder, se marca
la diferencia, por eso debemos votar.
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