La parte
antigua de Popayán había sido declarada: “bien de interés cultural del ámbito
Nacional”, bajo la Resolución 2432 del 24 de noviembre de 2009, que garantizaba
la protección, conservación y sostenibilidad del sector. Pero, como Colombia
está bañada por tres mares: el pacífico, el caribe y, por ese mar de leyes que
es más grande que los dos anteriores, sostengo que ese cúmulo de disposiciones
son letra muerta. Vivimos en un país donde abundan las leyes y escasea la
legalidad. Para muestra un botón, pues no resulta necesario mostrarlo todo, ya que, con un solo ejemplo,
podemos deducir fácilmente lo que está sucediendo.
Antes de que Popayán empezara a conseguir leyes proteccionistas del Patrimonio Histórico de la Humanidad, en la ciudad no se movía una teja dentro de su entorno para efectos de su conservación, pues, su conjunto histórico era sagrado.
Hoy, con las
modificaciones a la resolución de la resolución, de la resolución…, lo único
que han hecho es, garantizar que los bienes de interés cultural (BIC) con ese
cúmulo de disposiciones sean letra muerta. Es decir, dejaron la posibilidad de
que muchas normas no pudieran aplicarse debido a comportamientos ampliamente
adoptados en la sociedad.
Así que la
ilustre Popayán cayó en la “sociedad del dinero”. Lastimosamente la sociedad
actual, ya no se divide, entre ricos y pobres, sino entre triunfadores y
perdedores. Siendo su objetivo, el triunfo y la
victoria a toda costa, caiga quien caiga. La victoria y, -con ello la obtención
de dinero- está en lo más alto de su pirámide de valores, poniendo todos los
medios para conseguirlo. Imperdonable que hayan desaprendido las lecciones de
historia, aunque resulte pesada, porque gran parte de ella es pura invención.
Para la vieja Popayán, el dinero siempre ha sido esquivo, cada
vez más empobrecida y atropellada. Hoy es fruto de la conmoción y de la
compasión sin distinciones entre triunfadores ni perdedores; cumpliéndose la profecía
del arzobispo, quien sacudiendo sus sandalias dijo: “de Popayán ni el polvo”.
Paradójico que mientras los amos del dinero alcanzan el
éxito recibiendo distinciones, contribuyan
al deterioro de la ciudad. Claro, el recurso del dinero para lograr un objetivo
no es algo nuevo, se mueve hace varios años. Está comprobado que toda persona
tiene un precio para que sea capaz de saltarse su código moral o de conducta, para
hacer y, deshacer de la ciudad, cosas que en otro tiempo y en otras
circunstancias seguramente nunca lograrían.
Así que, los bienes inmuebles culturales (BIC) del grupo arquitectónico
localizados en el sector histórico de Popayán, requerían obligatoriamente cumplir
el PEMP específico, garantizando las acciones necesarias de protección. Sin embargo, irresponsablemente obraron en contrario, desoyendo recomendaciones,
hasta modificaron la nomenclatura urbana para burlar la norma. Y se sulfuraron,
manifestando que lo harían a toda costa.
En horabuena, la Procuraduría General de la Nación,
acaba de formular cargos contra nueve exintegrantes del Consejo Departamental
de Patrimonio Cultural del Cauca, presuntamente por contravenir la normatividad
que regula el Patrimonio Cultural de la Nación, al dar concepto favorable para
la construcción de un edificio en un lote ubicado en el sector histórico de
Popayán. El daño, al
parecer es de incalculable valor, porque al levantar la edificación para el
“Banco Mundo Mujer”, afectaron los derechos colectivos en defensa
del patrimonio cultural de la Popayán. Causaron perjuicio enorme al Museo
Guillermo León Valencia, pues esa edificación fue construida en su tiempo para recibir
los rayos solares, hoy ensombrecida y afectada por la humedad y desde luego,
también, a las piezas de museo que allí se custodian. De allí que, el Ministerio Público, afirme:
“no se buscó, al parecer, recuperar y conservar los
perfiles urbanos históricos; ni la volumetría a desarrollar es armónica con los
volúmenes vecinos sin alterar la quinta fachada, puesto que los predios
colindantes y vecinos en su gran mayoría son de 1 piso máximo 2 (…), excepto el
edificio El Ariete (3 pisos), siendo el único que tuvieron en cuenta”.
Últimamente,
mediante resolución 0019 del 17 de enero de 2022, el Ministerio de Cultura, indicó
que el Municipio de Popayán es la instancia para la conservación del tipo
arquitectónico de la ciudad. Entonces, al existir una orden de demolición de
ese esperpento violatorio de toda normatividad, es al alcalde de Popayán, Juan
Carlos López, que le atañe, con amor patriótico, proceder de conformidad para
demoler el adefesio y, no edificio, que nunca debió levantarse, haciendo que las
leyes no sean una letra muerta.
Civilidad: La historia
de Popayán, termina con dolor; pero es proporcional a la belleza del amor
vivido en ella.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario