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sábado, 2 de octubre de 2021

El bolero


 

En mi gusto bolerístico, hay nostalgia por aquel tiempo que estuvo a salvo de los desatinos de la televisión, en una edad que había ingenuidad y apasionamiento. En la historia melódica del bolero, que se tocaba en las vitrolas de bares y cantinas fueron escuela de vida y de música.  Dígase lo que se diga, el bolero no morirá jamás mientras exista el amor. En el bolero, en todo momento, predominan la voz y, la letra. El baile en pareja, a ritmo lento siempre fue considerado peligroso. Las abuelas, que se habían iniciado en las danzas, aconsejaban ponerle a la pareja retranca, lo cual consistía, en interponer el codo para impedir los abrazos apretados con palabras que apenas se murmuraban o respiraban. Quienes gozamos de esas joyas musicales en la adolescencia, seguimos conservando el deleite del amacice, saboreando con el oído, tacto y el buen gusto ese género musical, de origen cubano, muy popular en todos los países iberoamericanos.

El primer bolero fue: “Tristezas”, escrito por el cubano José Pepe Sánchez en Santiago de Cuba en 1883. ​​​​Este poema, dio origen formal al género que denominamos «clásico», con el acompañamiento musical de guitarras y percusión. Desde entonces, Cuba fue receptor de esta corriente romántica que modificó la estructura de la antigua danza habanera. Los primeros boleros de autor mexicano, se escribieron en Yucatán, ganándose el corazón de muchas naciones. Y la primera obra de fama nacional fue lograda en 1921 por el maestro Armando Villarreal Lozano, quien escribió la canción titulada “Morenita mía”. Aunque en la partitura su autor no especificó algún género, sin duda, se trataba de un bolero.

Dos factores influyeron para que el bolero cubano saliera de las fronteras de la isla: el disco y la radio. Cuando el bolero nació, no existían ni uno ni la otra, pero poco a poco, se comenzó a dar lo que algunos llamaron la revolución de los medios de comunicación, causada por el gramófono, los discos y la radio.

En su libro “Historia de la música colombiana a través del bolero”, Alfonso de la Espriella asegura que Daniel Lemaitre Tono, su abuelo, fue quien compuso el primer bolero colombiano: “Dime niña de ojos verdes”. Sin embargo, otro erudito en el tema, Jaime Rico Salazar, de Anserma (Caldas), el hombre que más sabe del bolero en el mundo, a decir de, Armando Manzanero, sostiene que ese bolero de Lemaitre era al estilo español y que por ningún lado se conoce la partitura original. Entonces, contradice: Rico Salazar reclamando que el primer bolero colombiano fue: “Te amo”, de Jorge Añez A, nacido en Bogotá en 1928 y, que grabó en Nueva York con la voz de Tito Guizar.

Pero, sin equívoco alguno, el bolero es un género de la música popular. Desde siempre, sus cantantes y compositores han tenido un estrecho vínculo con el pueblo y sus tradiciones. En sus inicios “Muchos de estos creadores populares carecían de formación académica, por lo que sus composiciones las transmitían oralmente, en vez de escribirlas, expresando en ellas sus ideales estéticos”: sobre el amor, la mujer o los sentimientos patrióticos. De allí que la música sea una capacidad común a la especie que se incrementa de acuerdo a la cultura en la que el ser humano nace. Luego entonces, la canción popular es un espacio en el que se recopila mucho de la historia, los valores y los rasgos culturales de los diferentes grupos sociales. Es la acción y el efecto de producir sonidos frecuentemente melodiosos que rebasa el límite de la literatura unidos a la melodía en la vieja esencia del pueblo. En esa conjunción de elementos participan como letristas, reconocidos poetas, que, junto a ellos, el pueblo aporta su voz, en su forma de ver la vida, su amor. El mensaje del bolero es eminentemente lingüístico y es transmitido por textos que recrean el amor de una forma muy íntima, personal y vivencial, con un estilo coloquial y sencillo en el que no abundan las metáforas complicadas y rebuscadas, sino que fluye como el murmullo de una confesión de amor

Y es que, el bolero es el más popular de los lenguajes románticos de Hispanoamérica, el más sentimental de sus lenguajes populares, que ha sobrepasado más de un siglo de vida, siempre al servicio del amor desde finales del siglo XIX, (1938) alimentando lo más humano de nosotros: los sentimientos.

En Colombia las grandes voces del bolero se destacan, el Barítono Carlos Julio Ramírez, Nelson Pinedo, vocalista de La Sonora Matancera, Alberto Granados, Coronado Cortés, Régulo Ramírez, Víctor Hugo Ayala, Bob Toledo y Sofronías Martínez “Sofro”, llamado “el Bola de Nieve Colombiano”. Entre las voces femeninas colombianas, están: Helenita Vargas, Esther Forero, Angela, Sarita Herrera, las Hermanitas Pérez, Judy Henríquez, Sophy Martínez y Ligia Mayo.

Civilidad: No le demos nacionalidad al bolero, porque es de todos los que alguna vez lo hemos escuchado solos o acompañados; tristes o dichosos; enamorados o despechados.

 

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