Buscar en El Viejo Farol

sábado, 19 de junio de 2021

otro estallido

 


En esta dolorosa ocasión, ha sido dentro de la Brigada militar de la ciudad de Cúcuta. De nuevo, el terrorismo utilizó el sistema de carro bomba. En un verdadero acto demencial, lograron introducir un vehículo que hizo dos explosiones el mismo carro bomba, resultando 36 heridos, 3 en estado grave. Condenable atentado que como siempre deja un saldo de sangre de soldados de la patria en esta guerra fratricida.

Hace más de setenta años, Colombia se desangra inútilmente con el enfrentamiento, entre una guerrilla -hoy más desprestigiada que nunca- y, el Estado de Derecho representado en sus Fuerzas Armadas. Los diálogos con la subversión han servido más, para incrementar sus frentes y expandir su dominio del campo hacia las ciudades, reclutando niños y jóvenes campesinos transformándolos en criminales. Causa repudio e indignación la forma aleve como esos también colombianos, mediante el terrorismo y la barbarie, arrasan campos y poblaciones; atacando a mansalva, con alevosía y sevicia, a quienes con verdadero valor y sacrificio buscan el bienestar de la comunidad, como ocurrió en Bogotá y ahora en Cúcuta. En oleadas de golpes sucesivos esos hermanos de patria, masacran y asesinan a gentes inocentes, dejando viudas, padres desamparados, huérfanos, mutilados e inválidos en cada confrontación, no son más que cuadrillas de bandoleros sin ninguna ideología, que asesinan por intereses económicos acostumbrados a vivir del producto del narcotráfico, el crimen, el secuestro, la extorsión, y el asalto.

Desde luego, existen numerosas disfunciones y problemas estructurales que aquejan a la sociedad colombiana. Pero, esa lucha armada, además de no tener una causa ideológica, tampoco goza del respaldo de la ciudadanía para permanecer en ese conflicto interno permanente.  Esa no es la forma de alcanzar el poder. Así, nunca podrán cambiar la realidad política, social y cultural de Colombia. 

Los enfrentamientos, dejan heridas abiertas, escondiendo la disputa intestina para la conquista del poder político. Solo dos años, el país vivió una relativa paz. Poco nos duró esa dicha, demostrando que no tenían buenas intenciones. Transcurrido ese tiempo, después del acuerdo fallido de paz para intentar frenar este caos, la violencia ahoga a Colombia, hoy hundida en la desesperación y el hastío.

De nada han valido las -presiones nacionales e internacionales- tras el acuerdo firmado el 26 de septiembre de 2016 en Colombia como una nueva oportunidad para construir un pacto nacional. La paz, siempre ha sido una quimera en la corta historia de esta maltratada nación. Cuatro años después, la violencia sigue siendo la principal preocupación de los colombianos. La guerra que no se ha detenido, el país continúa enfrentando ataques contra civiles, asesinato de líderes locales y excombatientes desmovilizados. Ahora, más que nunca somos conscientes de que siendo la paz incierta y difícil, es cuando más la exigimos. Lamentablemente, aún sigue siendo una quimera.

El país pasa de crisis en crisis:  política, social, sanitaria, desempleo, ahora mismo, las movilizaciones ciudadanas buscan un pacto social y político. Hoy no debemos rehuir la tarea de unir ideas y acciones. En esta época en que se ha perdido la confianza, necesitamos hechos que restablezcan la fe de los colombianos en que los gobiernos están a la altura del desafío. Es más riesgoso hacer muy poco que hacer mucho. Este mundo interconectado trasmite las crisis con más potencia y velocidad. Esa interrelación, nos hace sentir las crisis en grados diversos en las distintas regiones.

En esta situación sin precedentes, y ante tantas causas de la protesta social, el tema de convocar una asamblea constituyente sale a flote. Desde luego, se enturbian las aguas políticas ante el temor de la mayoría de grupos políticos porque entienden el desprestigio que los envuelve.

¡Por Dios, paren esta confrontación! No más sangre. Colombia está harta de violencia. Que los colombianos podamos ver y sentir las sinceras intenciones de diálogo y de paz. Que la paz no luzca incierta. Que la sociedad envuelta en un solo haz de voluntades nos permita abrazarnos todos.

Civilidad: Colombia necesita espíritu de innovación respaldado por acciones.

  

No hay comentarios.:

Publicar un comentario