El típico
humor colombiano, cuenta que, cuando Dios creó el mundo, en la repartición a
Colombia le adjudicó: los mares, la naturaleza y la biodiversidad en general;
pero no faltó el vándalo que protestara por tal reparto, entonces, Dios le
dijo: -No te preocupes por eso: llenaré esas lindas y prósperas tierras de
muchos colombianos y, ya verás cómo acabarán con todo-
Este chiste
cruel, sintetiza por qué somos así. Tan cierto es que, siendo la risa un acto de inteligencia,
la empleamos, tanto para el bien como para el
mal. Somos una nación de abundante chispa que ríe
‘montándosela’ al otro. Somos un país que ríe, pues hasta los muertos votan muriéndose
de la risa.
Los seres humanos tenemos
muchas características en común y otras que nos diferencian unos de otros.
Pero, finalmente, poseemos aspectos que son únicos de la persona. No hay dos
individuos exactamente iguales con la misma estructura genética, cada persona
es única, con la combinación de elementos y factores. Ello da lugar a que la mente de cada uno
de nosotros, vuele, rondando constantemente la necesidad de una explicación
lógica que nos permita dilucidar cómo podemos ser tan complejos, desde el punto
de vista humano, viviendo en una contradicción hecha nación, una sociedad que
se divierte con la tragedia ajena, que se expresa a través de la violencia, que
admite la deslealtad como forma de vida, que se divierte con la envidia, el
odio y el egoísmo; y que, al mismo tiempo es feliz ¡Hasta cuándo somos así!
En una
visión diferente de la historia del país, es muy difícil definir al colombiano
surgido del mestizaje pluriétnico, excluyente y opresivo: nativa, indígena más
dos poblaciones invasoras: la blanca o caucasodie y, la negra o negroide.
Pues bien,
hay una ciencia que puede aclarar esas dudas históricas y ancestrales, en la
medida en que todo lo que queramos saber acerca de nuestra forma de actuar y de
ver el mundo, tiene una explicación científica.
Se trata de la epigenética que, el DRA, define como un campo emergente de la ciencia que estudia
los cambios hereditarios causados por la activación y desactivación
de los genes sin ningún cambio en la secuencia de ADN subyacente del
organismo.
Es decir,
la epigenética hace referencia al estudio de los factores que, sin corresponder
a los genes, juega un papel fundamental en la vida de un ser humano. La importancia de la epigenética no solo
radica en la forma en que el entorno influye en la expresión de los genes al
punto de ocasionar todo tipo de enfermedades y, también la capacidad que tiene
el medio ambiente de afectar celularmente el comportamiento de una persona.
Esta última parte de la epigenética es la más importante para analizar la
conducta del colombiano promedio.
Entonces,
la epigenética es la interacción del entorno (alimentación, cultura,
circunstancias de paz o de guerra, música, clima, medios de comunicación,
educación, relación con los padres y abuelos, gestación etc.) con los genes.
Toda esa atmósfera necesariamente tiene que influir sobre los genes, que
básicamente no cambian, sino que se expresan en determinada forma, según el
entorno en que hayamos vivido desde el vientre materno. Mejor dicho, gracias a
la epigenética sabemos por qué sentimos como sentimos, pensamos como pensamos y
actuamos como actuamos.
En este sentido,
el pueblo colombiano, en las últimas cinco generaciones, ha sobrevivido entre
una pésima dieta alimenticia y, la mala salud, que influye negativamente, en el
comportamiento humano. Han pasado doscientos años de vida republicana, cien de
ellos, con desigualdad social, en una espiral de violencia delirante y, en medio
de la cultura de la trampa. Con la imperfecta educación y los malos ejemplos, los
genes solo pueden manifestarse en conductas de agresividad, criminalidad,
indisciplina, irresponsabilidad y vagancia, entre muchas otras actitudes de
maldad. Con semejantes antecedentes genéticos, en medio de tanta podredumbre,
permítanme también, convertirme en un terrorista más, al predecir que en el
presente y en el futuro, no hay manera de que las cosas salgan bien por este ambiente
tan nocivo y enfermizo como el que tenemos.
El
problema de Colombia no es de leyes; es de falta de condición humana surgida en
las “Cuevas de Rolando”, como sinónimo de lugar
peligroso o de alto índice delincuencial. La conducta alevosa contra los demás seres humanos, es pan de cada día, en
el hogar, la escuela, la universidad, las calles, el congreso de Colombia, la
no justicia, en todo lugar, donde muestra las fuentes de corrupción, en
todas sus manifestaciones.
Civilidad: En la nueva visión que nos aísla por esa
ola de maldad, los ciudadanos de bien somos más.
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