Nunca, jamás lograremos ponernos de acuerdo para definir la ciudad de hoy. La idea de ciudad mantendrá una definición polisémica compleja a lo largo de los años.
Son diversas las formulaciones y heterogéneos los
criterios contemplados a la hora de definir a mi bien amada Popayán, entre
otros: colonial, turística, “antigua”, universitaria, “moderna”, contemporánea o
si se quiere atrasada. Colóquele el adjetivo calificativo que quiera para
encontrar el resultado explícito de la descripción de la ciudad en este momento
y contexto histórico concreto; pero su valoración mantendrá siempre cierta confusión. Precisamente por eso no ahondo en los
matices que podrían derivarse de los campos conceptuales enunciados. Lo que
interesa es proponer una definición de la ciudad como realidad social, como
realidad del espacio social y como forma del asentamiento de la comunidad. Al
considerar la ciudad, como comunidad, tiene una expresión material el urbanismo;
es decir, que las comunidades sociales ciudadanas se asientan en espacios
estructurados de forma urbana para hacerla, construirla, destruirla o
modificarla. Pero, el
egoísmo, la rivalidad y la vanagloria destruyen la unanimidad y la concordia,
que son las bases de la convivencia de la comunidad.
La comunidad de la Popayán de hoy, al igual que
otros contextos de relaciones sociales, tiene sus propios espacios, su propia
estructuración del espacio social. Y si para la ciudad esos espacios son los
espacios urbanos, para los grupos domésticos, por ejemplo: sus espacios habitados
son espacios de socialización: los edificios, las unidades multifamiliares a donde
los mismos realizan sus prácticas sociales. Desde luego, el espacio público, es
el componente esencial en la configuración de la ciudad.
Popayán siempre ha sido contemplada a lo largo de
la historia en contextos de relaciones en los que se habría hecho realidad el
trabajo especializado, donde las actividades desarrolladas en una sociedad
habrían llegado a ser ejercidas por sumisos que dedicaron su tiempo a
determinado tipo de trabajos y no a otros. Como producto de
su amplia tradición, aún se conservan innumerables costumbres, producto de la fusión de la cultura española,
indígena y afrodescendiente. Aunque todavía siguen vigentes, han sido cambiadas
en forma y fondo.
Los criterios de los poderes españoles para
establecer las jurisdicciones políticas, eclesiásticas y administrativas no se
dieron en relación con unos espacios vacíos, sino que habrían tenido que contar
con estas dinámicas territoriales de origen precolombino. Y esa sería
justamente la razón por la cual la Provincia de Popayán, tan diversa geográfica
y culturalmente, habría logrado consolidarse como una unidad a partir de la
pluralidad. La historia muestra la
actividad que desarrollaron los hombres que, de una u otra manera, se
comprometieron con la creación de la sociedad, la economía y el Estado
regional. Solo basta rastrear los personajes que hicieron del Cauca la región
colombiana más importante del siglo XIX. Indagar sobre sus ascendientes, nos
ofrece también, una abundante información sobre las biografías de los más sobresalientes
hombres de la colonia. Sobra decir que, sin este trabajo, y debido a las
vicisitudes que han sufrido los archivos, hoy sería prácticamente imposible
reconstruir las actividades de los más destacados personajes de esta región.
Concretamente, Popayán acogía a sectores
dedicados a ciertas tareas, mientras que el campo pasaba a ser el ámbito de
otros trabajos especializados. La ciudad acarreaba la división en una sociedad
entre trabajos urbanos y trabajos rurales, entre un mundo urbano y un mundo
rural. La ciudad se asociaba a una determinada idea de reparto del trabajo, que
se entendía como la base de la fractura social más importante ocurrida en la
historia
Popayán, nunca volverá a ser la misma. De allí
que, sea necesario acabar con esa visión cerrada y finalista de la ciudad, de
la ciudad como espacio de poder, de la ciudad como realidad sin futuro. La
ciudad está por hacer, construyéndola colectivamente y sin fragmentaciones que
separen a la colectividad. Si las condiciones materiales objetivas permiten su
construcción y si las voluntades se orientan adecuadamente en provecho de la
totalidad de la comunidad. Todavía es posible resolver la especialización (la
división de tareas) en beneficio de las comunidades humanas que habitan la ciudad.
Es posible crear espacios sociales por y para las mujeres y los hombres que
habitamos los barrios; eso sí, dejando el Centro Histórico intacto. Aún es
posible un urbanismo unitario reclamando la recuperación de los espacios
sociales para la vida cotidiana.
Civilidad: Popayán debe ser un espacio funcional donde sus habitantes satisfagan las necesidades de vivir, trabajar, desarrollar cuerpo y mente
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