Faltando cinco días para la Navidad del 2020, vienen a mí los mejores
recuerdos de mi infancia en la Navidad, época que a todos nos marca para toda
la vida. El árbol repleto de luces con arreglos especiales y el pie del pesebre
con los regalos del Niño Dios, no se olvidarán nunca. Carritos de madera y
muñecas de trapo, obras artesanales de aquellas calendas, porque los juguetes
extranjeros eran de pilas y muy costosos. El clima navideño se agitaba con
mucha ilusión contando los días que faltaban para la “bajada del Niño”. Era tal
el regocijo infantil, que nos hacía mejorar nuestro comportamiento para evitar
que nos llegara carbón en lugar de los codiciados encargos al Niño Dios.
Faltando
Repasando con los hijos y nietos esos tiempos pasados, hoy estas fechas
son una piadosa oportunidad para ponerle freno de mano al desborde social y a
los excesos en todo sentido, dedicándole más tiempo a la familia con los
preparativos de las verdaderas celebraciones de Navidad. Saber que llega
la Navidad, como símbolo de alegría y nostalgia, pues se trata del mes
donde reina la unión familiar y la integración de la sociedad para celebrar con
protocolos de seguridad y resignación lo bueno y lo malo transcurrido durante
el año.
¡Esta no será una Navidad cualquiera! Es un año muy diferente a todos.
No recuerdo nunca tantas tragedias juntas en un solo año. Pero, el bisiesto
2020, no hará desaparecer nuestras
tradiciones, ni por la pérdida de poder adquisitivo, ni tampoco por los motivos
funestos por los que atraviesa hoy el mundo entero. La Navidad es una de las
tradiciones más prolongadas en el tiempo extendidas en su interés, desde cuando
rendían culto a los dioses agrarios, porque representa una forma particular de
evolución del politeísmo al monoteísmo que se ha dado numerosas veces en la
historia de las religiones antiguas. Algunos cristianos rechazan esta teoría,
pero el catolicismo romano acepta ampliamente que la fecha de la Navidad es una
convención, como lo afirmó Juan Pablo II.
Apreciados lectores y amigos, pese a la incertidumbre
científica y con la perplejidad de lo que está ocurriendo; que tan difícil, extraño,
duro y doloroso nos está resultando, en particular para tantas familias y para
tantos ancianos, debemos mirar con pleno sentido de esperanza, la Vida y la Luz
que aporta y ofrece el Señor de la Vida.
Con cariñoso saludo navideño para
ustedes, mis leyentes, elegí publicar este
breve texto. En este 2020 donde la pobreza de tantos se ha
disparado, pero también ha habido generosidad de muchos. Trágico año
de dolorosas despedidas de seres tan queridos, entre silencios luctuosos y
miradas sin abrazos, la alegría por la vida tiene pleno sentido.
En mi caso, estaré muy triste. Para mí
no habrá fiestas ni alegrías porque tengo el alma llena de recuerdos. Cuando
todos felices y contentos se encuentren gozando en familia, mi alma solitaria y
mi corazón, llorarán la ausencia de la santa y buena Alicita mía.
Civilidad: En esta época
de recuerdos y emociones, llegará la nostalgia recordando los
felices años que pasamos y que nunca volverán.
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