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viernes, 7 de agosto de 2020

Confiscaron el interferón, ahora vengan por la fórmula del MD Klinger

 


Con desalentadoras afirmaciones, la voz oficial de la OMS, ha dicho: “no hay solución y quizás nunca haya”; “Los ensayos clínicos nos dan esperanza, pero esto no significa necesariamente que obtengamos una vacuna". Entonces, ¿qué se puede esperar de expertos mundiales, gobiernos y asociados a los conocimientos sobre la pandemia global y mortal, para evitar que la humanidad se contagie y que la gente muera?

¡Con semejante calidad de amigo en la OMS, para que enemigos! El mundo tiene más de 763.000 fallecidos, y 19 millones de contagiados que se multiplicaron por cinco en los últimos tres meses a falta de una vacuna.

Afortunadamente para el mundo, muchos años antes de que apareciera el COVID-19, ya en Popayán, Cauca, Colombia, había nacido en una humilde familia un negro orgulloso de su raza. Hijo del policía de la esquina, a quien bautizaron: Julio Cesar Klinger Hernández. Digno egresado de la Universidad del Cauca, magister de la universidad de Louisville con larga formación complementaria en varias universidades; con muchos años de experiencia profesional, docente universitario, con formación en la línea investigativa de enfermedades inmunológicas, virales, infecciosas, tumorales…Tantos y tantos méritos y virtudes que le sobran, pero que a falta tiempo no ha podido curar el cáncer de la envidia que corroe a los discrepantes de sus proyectos. La rivalidad no ha parado, desde cuando dio inicio al tratamiento del VIH, pero el científico Klinger tampoco detiene su ayuda humanitaria hacia gentes desvalidas de la fortuna. Ante semejantes “colegas”, el Dr. Julio Klinger prefirió renunciar a la Universidad del Cauca, que perdió a su más importante docente formador de profesionales en investigaciones y, creador de conocimientos.

Una vez confirmado el primer caso de coronavirus en Colombia, inició su labor social, en Barbacoas (N) tierra natal de sus padres. Sus curaciones milagrosas se multiplicaron por millares en el sur de Colombia. Ahora, metido en el Putumayo continúa curando sin atender las teorías conspirativas, de supuestos médicos con visión maquiavélica y ocultas intenciones.  

Sin tregua, el “Negro Klinger”, sigue adelante, irrigando, fumigando con dosis sublinguales de Interferón salvando vidas. Contrario a lo expresado por el    burócrata de la OMS, Tedros Adhanom; nuestro benefactor médico epidemiólogo Julio Klinger con acciones alentadoras, en momentos de incertidumbre mundial recorre varios frentes ayudando desde el conocimiento alternativo y con experiencias reales para atajar el virus, mitigando los efectos de la pandemia para salvar vidas.

No deja de ser extraño que señalen que el interferón “es fraudulento, teniendo ocho (8) “registros sanitarios” de muchos años atrás y, cuando la vacuna tardará uno o dos años en llegar. Mientras tanto, el filántropo Julio Cesar Klinger, cura por montones a pacientes Covid-19 que se ensaña en la población negra que sucumbe en la pobreza multidimensional del litoral pacífico, donde no conocen las “terapias de ventiladores”.

¡Cosas de Popayán! Asombra que en la Universidad obstaculicen su trabajo investigativo. Curioso, que más de 20 mil personas tomen interferón y cientos de enfermos evidencien la curación, mostrando efectividad su fórmula magistral con Interferón Beta. Es sabido que, en la última visita del Ministerio de salud, un alto funcionario llevó dosis de interferón para un general de la república. Pruebas más que suficientes para pedir del Alma Mater, el apoyo incondicional al científico Julio César Klinger Hernández quien, sin duda, cumple el juramento hipocrático, consagrando su vida al servicio de la humanidad. La Universidad del Cauca otrora protagonista con sus próceres en las luchas por  la Independencia; ahora, debería reivindicarse, acompañando con su estructura investigativa a la cabeza de su científico social, en una lucha frontal  por la salud y la vida del mundo.

Civilidad: Tanta mezquindad no permite que nadie se destaque. Providencial que el Dr. Klinger sea diferente a los demás ¡Qué Dios lo proteja y, se apiade del mundo!

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