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sábado, 4 de julio de 2020

EN BROMA Y EN SERIO


Escribir con humor es muy serio. El humor no se ha confinado y, puede ayudarnos a tomar distancia de los problemas. Mi idea es que el tedio no se lleve la risa. Combato mi aburrimiento, tecleando mi computador sobre varias ficciones en medio de tanta realidad a la vez, haciendo en una de ellas como corrector literario interno y en la otra, sacando de donde no tengo, mi lado gamberro y creativo.
En tiempos del Covid-19, los “popayandejos”, andamos más desubicados que un brasier en las gónadas. La cuarentena nos enseñó a economizar el dinero. En la vida habían durado tanto 100 mil pesitos en el bolsillo y, nunca habíamos economizado tanta gasolina del carro. De allí que, muchos saldrán a invertir en cirugías para los senos y en pastillas de viagra para los penes, en vez de curar el mal del Alzheimer.  Por lo que, en la post pandemia los viejitos del pueblito patojo, andarán seductivos con los senos erguidos y los penes viriles, pero sin acordarse para qué se sirven.  
Esta anormalidad es a causa de tanta imbecilidad. Yo una vez, casi tuve una gripa. Fue horrible. No pude comer nada por casi tres horas. El Covid-19 es un mal chiste que anda de boca en boca, literalmente. Lo peor es que, todos los días se crece más y hace reír menos. En todas las ciudades de la Tierra se propaga esa peste, cuyo nombre prefiero no repetir. Solo sabemos que es, fulminante y veloz, que no discrimina edades, género ni clases sociales. No se ve, pero aumenta la temperatura corporal y, aumenta el peso. Por eso, ya no es “quédate en tu casa”, sino quédate en tu talla. La cuarentena nos hizo perder la memoria, pues olvidamos dónde queda la cintura. Y, ¡llegó Julio, Iglesias cerradas! Tan aburrido estoy, que no se si meterme en la lavadora para darme una vuelta. Con esta incertidumbre, me pregunto: si será muy pronto para poner el árbol de navidad y el pesebre. Es que ya no sé qué hacer.
Bromeando con esta tragedia que aqueja al mundo, sin cura ni antídoto. Es un mal tan terrible que encoje la ropa; convierte al universo en un caos: robos, saqueos, asesinatos y mucha injusticia. Tan malo y letal, que ahora todo el mundo aprendió a lavarse las manos y a taparse la boca como el “popayandejo” vergonzante, que “oye cantar el gallo, y no sabe dónde”.   
En este destierro obligatorio, que no parece tener fin, para colmo de males, con un solo tema de conversación: coronavirus. La risa puede ayudarnos a lidiar las dificultades, utilizando el humor como mecanismo de superación. Por eso, inspirado en confusiones y jocosas conversaciones vividas a lo largo de todos estos días, comparto este compendio en pantaloneta y, chancas, pero sin dialecto caribeño. Mamado por no trabajar, aunque tener que trabajar es lo malo, quise adentrarme en este artículo para, jugar desde mi séptimo piso.
Más, ¡en serio!, el coronavirus nos enseña que, la vida es corta; que los trabajos son temporales; que la salud es una riqueza; que debemos aferrarnos al amor de los seres queridos; que debemos ahorrar dinero para la época de las vacas flacas; que debemos adaptarnos, no conformarnos; que debemos valorar el tiempo libre que tanto pedíamos. Y que debemos ser disciplinados porque vendrá después de Susana Distancia: Inés Tabilidad, Lalo Cura y Cindy Nero.
Civilidad: Reflexiones con humor no son tonterías. Lo importante es que, en las mañanas cuando nos despertemos, estemos todos en casa.



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