Puro cuento chino (1ª parte)
Empezaba el mes de la alegría de 2019, cuando, recibí
la invitación para viajar a la “Sucursal del Cielo”. Carlocho, así apodamos a
mi viejo amigo, quien ostenta el título de ingeniero de sistemas y, quería
comprar lo último en “guarachas”. Deseaba una Tablet electrónica para estar
“in”, irremediablemente a la moda. Obsesionado para comunicarse desde ella con
cualquier lugar del mundo. Anhelaba un dispositivo con pantalla de 10”, con las
características tecnológicas que suponía saber. Madrugados salimos hacia la Sultana del Valle,
para conseguir el aparato, pero eso sí, que fuera: “made in usa”.Ante la necedad de Carlocho, dedicamos todo el día a
recorrer todos los almacenes; no hubo local de “San Andresito” que no
visitáramos sin hallar su antojo electrónico. Por último, nos recomendaron un
exclusivo almacén de aparatos de marca con el sello inconfundible de la manzana
mordida. La leyenda dice que la manzana mordida es el homenaje de
Steve Jobs a Alan Turing (1912-1954), el matemático británico que logró
descifrar el código secreto de los nazis y cuyo papel en la Segunda Guerra
Mundial fue clave para salvar millones de vidas.¡Esta es! Exclamó Carloncho
tan pronto la reconoció, revisó y maniobró. Vi su cara de felicidad al poder cumplir su anhelo.
Al caer la tarde, nos transportamos por el túnel del
tiempo para retornar al pueblito viejo. Queríamos llegar al amado pueblo de fachadas
blancas, dónde hasta la muerte llega tardíamente. Al apergaminado lugar de casas solariegas; que antiguos visitantes cruzaron el océano
Atlántico con destino al recién descubierto nuevo mundo, enriqueciéndolo con su
lengua y contribuyendo a la consolidación de su fisonomía actual.
Emprendimos el largo viacrucis. En ese tedioso sube y
baja, atravesando cordilleras y ríos. Carloncho al frente del timón guiaba su
vehículo. Ese día no estábamos de suerte, había mucho tráfico. Más que de costumbre; era desesperante
la hilera de carros pesados. Difícil porque no faltan, siempre hay trancones
que no permite que rinda el avanzar. En ese fastidioso viajar, volvimos a retomar el tema del
rebuscado y costoso aparatico. Desde luego, con todos los detalles respecto al icónico logotipo; historias en
las que entre la realidad y la leyenda se entremezclen sin
que esté muy claro realmente su origen. En mi disposición de copiloto, saqué del empaque, la
tan codiciada Tablet y, cual sería mi sorpresa cuando descubrí inscrita en letra
menuda la frase: “made in China”.- “Como así”, gritó el asombrado Carloncho-. Frenó en
seco el carro para fijar su mirada en el dispositivo electrónico, comprobando que
efectivamente había sido fabricado en China. De inmediato, para tranquilizarse
un poco argumentó – “pero, no me tumbaron”-, y, agregó: “la mayoría de
artículos electrónicos son hechos en China; pero si te fijas bien, tienen
licencia norteamericana”.Y siguió consolándose, diciéndome: “Pero, esta fuerte
presencia en todo lo que nos rodea no ha sido por casualidad, sino el fruto de
más de dos décadas de políticas orientadas a fabricar grandes cantidades de
productos de todo tipo, para exportarlos a cualquier rincón del mundo”. Entonces,
dije para mis adentros, -"mal de muchos, consuelo de tontos”-. Y, solo atiné a responderle: ¡estamos jodidos, China
nos tiene invadidos comercialmente!
Enfrascados en esa bizantina discusión recordamos los
tiempos mozos en que la mayoría de los productos en electrónica eran fabricados
en Japón y que, por su increíble finura, eran símbolo de calidad. Hoy, no
encontramos casi nada fabricado en ese país. Concluyendo que, como industria, simplemente
desapareció.Entonces, surgió
la palabra “Conchinchina”, que era ese lugar,
que nunca supimos si era real o imaginario, al que nuestras madres se referían
cuando querían hablar de algo que estaba realmente en la lejanía.
Pero, la República Popular China no es lejana. China, queda a la vuelta
de la esquina en este mundo hiperconectado en que vivimos. En el Extremo Oriente o Asia Oriental, región
que fue la cuna de civilizaciones antiguas como el imperio chino. Fue tanta la
charlatanería de aquel día con Carlocho, que me di a la tarea de buscar
lecturas del maestro de Feng Shui. Imbuido en el tema, llegué
a conocer cada uno de los signos del zodiaco chino. Escudriñé,
la suerte que depende en gran medida de las posiciones del Tai Sui; la estrella
que preside sobre cada quien y, que está opuesta a Júpiter. Deduje que, en efecto, el mundo se encuentra en plena
transformación. Hay tantos cambios que afectan radicalmente a las sociedades
actuales en todos sus ámbitos, incluso en el de la vida personal de los
terrícolas, cuestionando las que se consideraban una suerte de premisas de la
condición humana -esto es, sus capacidades físicas y mentales-, a través de las
innovaciones que se generan, sobre todo desde la genética y la inteligencia
artificial. En suma, el mundo se
mueve de acuerdo con otras claves presentando desafíos, oportunidades y
problemas, en relación con los cuales no hay todavía un libreto que señale cómo
debemos actuar, siendo el plano ético el que tal vez presenta mayores
conflictos.Como complemento a este artículo,
relataré lo leído sobre lo que significa el Año de la Rata, coincidente con los
hechos actuales. En el horóscopo chino, la Rata
aparece cada doce años: 1912, 1924, 1936, 1948, 1960, 1972, 1984,
1996, 2008, 2020. De acuerdo con las
lecturas de feng shui, los destinos al este de China, como Taiwán, el centro de
Japón y la costa oeste de Estados Unidos, se ven eclipsados por una gran estrella de la
enfermedad en el año 2020. Significando
que es más propenso a que sea provocado por el hombre y que haya desastres naturales.
Continuará…
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