Se nos vino encima las elecciones para elegir
gobernador del Cauca, entre los aspirantes: Víctor Libardo Ramirez, Elías
Larrahondo, Gilberto Muñoz Coronado y Jesús Piñacué. Sobre ellos, no puedo
sustraerme de publicar, esta opinión que
nadie me ha pedido.
Con la ventaja de un año, Víctor Libardo Ramírez, continúa
en campaña, custodiado por una fracción de la “L” que lidera el Senador Luis
Fernando Velasco, en convergencia con una colcha de retazos, “Tocontito”: verdes,
azules, amarillos y, con el séquito de desertores del “Titismo”. Víctor Libardo
posee su propio carisma, además: probo, simpaticón, atento, ligero en el
hablar, pero con más verdad que necedad en él. Tiene la virtud de recoger amigos,
y trayectoria administrativa: ex gerente
del Icetex, ex gerente de la Licorera del Cauca, ex alcalde de Popayán y, ex
gerente gerente de Cedelca, que le concede licencia para administrar bien las
arcas departamentales.
A la par, va la fuerza “titista”, apostándole de nuevo a la justicia social y a
los derechos civiles, dándole otra oportunidad a las comunidades negras en
cabeza de Elías Larrahondo. Este, ya había sido respaldado por el Senador
Temistocles Ortega, como Secretario de Educación, por lo tanto, su pupilo. Admirable
que en tres meses de campaña, haya avanzado llenando plazas, colmado de
aplausos y vivas. De allí que, sin titubeos, es innegable que Tito es un aguerrido
elector, trenzándose en un pulso
cultural e histórico del Cauca honrando a la raza negra. Entonces, si de Quinamayó
para allá, votan unidos los 150 mil afrocaucanos, multiplicados con el poderío
“titista”, será el primer gobernador negro, que corona el viejo anhelo nortecaucano con Elías
Larrahondo, a quien no tengo el honor de conocer.
Por otro lado, Gilberto Muñoz Coronado, ex alcalde de Corinto
y Toribio, ex secretario de educación, representa los grupos indígenas. Quien en
coherencia política, ha reafirmado su pertenencia a la “Minga”. No la tiene
fácil aunque, todo, absolutamente todo el conglomerado indigena participe con
fe y lealdad en el compromiso de elegirlo como gobernador de los caucanos. Muñoz
Coronado carga un INRI (trato desfavorable a su persona) por causa de la minga
indígena. No niega su
participación en el Consejo Regional Indígena del Cauca (Cric), la organización
comunitaria más importante del país, que lucha desde hace casi 50 años por
fortalecerse cada vez más. Desde luego, las resignadas gentes de Popayán y municipios vecinos, afectados con los paros
indígenas, con el voto-castigo, le cobrarán los daños económicos y sociales
causados. No le hace bien, haber estado detrás de las protestas indígenas en el Cauca.
Finalmente, sin ser el último, el bien hablado,
sin tacha y sin recursos económicos, el ex senador Jesús Piñacué, indio puro,
capaz, inteligente y perseverante, que
no participa de la “minga” porque tiene de ella otra concepción. Dirigente
indigena con preparación profesional (abogado), avalado por la AICO, manifiesta que desde hace ocho años busca la
gobernación del Cauca. Dificil aspiración de tantos años, que ahora, intenta materializar.
Muy difícil, porque como en todos los partidos políticos, las divisiones no se
detienen. Este candidato vanidoso, replica la frase acuñada por el ex
gobernador del Cauca, Floro Tunubalá: “Podré haber metido las patas, pero no
las manos”.
Civilidad: Quiera Dios que, el 27 de octubre, los caucanos unidos, entonemos con emoción la
cuarta estrofa de nuestro hermoso Himno del Cauca que dice: “Blancos, indios y negros una sola ilusión /
Hijos de la misma tierra /Frutos de la misma flor”.
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