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sábado, 20 de julio de 2019

El alcalde que Popayán necesita




La bien amada Popayán está endeudada hasta las cachas. Cuando restan 98 días para el elegir el 27 de octubre al próximo alcalde, creí que pocos ciudadanos aspirarían a esta chanfaina. ¡Gran equivocación! Entre mayor es el desmadre de la ciudad, más ‘candidotes’ hay. Esto me hace recordar la frase que usaba mi abuela: “de eso tan bueno no dan tanto”
Tal vez, los cándidos-candidatos no conocen de tal responsabilidad. No saben qué tan lejos están en realidad del logro de sus sueños.  Es posible que su afán político no les permita apreciar las consideraciones técnicas, administrativas, fiscales, del alcance presupuestal. Los aspirantes a alcaldes no han medido el impacto atronador por el fallo que condena a pagar la friolera de setenta y dos mil millones de pesos a una firma de ingenieros hoy en la cárcel; ni tampoco la afectación que en muchos casos, les producirá enfrentarse súbitamente a la complejidad de los procesos urbanos. Es probable que no tengan claro hasta dónde van los límites del poder. Seguramente su mirada es más realista y más objetiva, creyendo que lo que necesita esta ciudad, no es un alcalde sino un tesorero (a).
Los días están contados para el destino de esta  ciudad. El ánimo de los ciudadanos está por el piso. No por ello debemos dejar de hacer bien la tarea para escogerlo, para que gobierne, no como quiera, sino como quieren los electores, en pro de la ciudad. Los votantes aspiran a que quien  llegue a la alcaldía no se vaya a aterrorizar por las complejidades de los asuntos propios del trajinar del gobierno local, para que después, no salga a decir que lo montaron en una ‘vaca loca’.  
Como resultado de numerosas situaciones, el alcalde que Popayán necesita, debe ser una persona impopular. Tanto que su papel al frente de la alcaldía sea significativo, con una cosecha suficiente de iniciativas y capacidad verdadera para llevarlas a cabo. Urge un alcalde conectado con la realidad de la ciudad. Que produzca antipatía y animadversión por tomar determinaciones radicales para poner orden en la ciudad. Que uno de sus defectos sea detectar el origen de los problemas que aquejan a esta bella ciudad de campanarios. Que vele por la vida de los habitantes de toda la ciudad, desde los niños hasta los ancianos.
Que el descontento ciudadano, sea por aplicar medidas, desde el inicio de su gobierno. Que no le de tregua  a los cazadores de votos peregrinos a costa del capital político del alcalde saliente. Debe ser una experiencia electoral, al servicio del propósito de convertir a Popayán en una verdadera democracia consolidada y no polarizada. Que sea un aprendizaje de la consecuencia de elegir bien. La sabiduría popular debe servir de algo. Llegó el momento justo para encontrar la perspectiva de futuro para elegir, entre el desfile de cándidos-candidotes con cotorreo de lo que ellos quieren, para preferir el discurso de lo que la ciudad necesita.
Civilidad: Platón era un convencido de que no acabarían las desgracias humanas hasta que los filósofos ocuparan los cargos públicos o hasta que los políticos se convirtieran en auténticos filósofos.


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