Refrán proveniente del
uso de galeras -buque de guerra estándar- de la época del dominio español en América. La literatura
del Siglo de Oro, es rica en temas de la gente del remo, integrada por esclavos.
Un galeote era el esclavo condenado a remar
en las galeras, como una forma
de condena esclavizante, privativa de libertad; considerada como la
peor de todas las condenas en vida. Los galeotes remaban fustigados con látigos
durante su condena. Lo tomo para hacer un símil del acontecer de mi
amada ciudad y el alcalde.
Al emitir el voto, se hace con la
idea de conformar una mayoría. En la elección popular de alcaldes, acostumbran acuerdos,
como la forma idónea para escogerlos. Sin embargo, la construcción de alianzas,
origina oposición, precisamente por el apoyo de organizaciones sociales sin
conexión con los partidos políticos tradicionales que no permiten el
surgimiento de nuevos liderazgos locales. De allí nace el objetivo principal de
neutralizar a quien obtuvo muy buenos resultados en las elecciones, sin
importar el desarrollo de toda una comunidad.
No es un secreto que el caciquismo, es
un instrumento con dinámicas inevitables, que dificulta al mandatario defender
el orden local, pues entre más abrumadora haya sido la votación de su elección,
más infamante será la oposición. Costumbre, que, desde luego, atenta contra la
democracia.
“Popaiam” no registra antecedentes sobre
los que se pudiera hacer una lectura unívoca de la dinámica política que
acompañe a legalizar la costumbre de quienes tienen que ver con el juego
político de oponerse sistemáticamente.
Atreverse a un “cambio político”, en política,
es vista con malos ojos, al considerar que esa idea no da lugar al caciquismo para
preservar las hegemonías. César Cristian Gómez Castro, entronizó el “cambio”
con la más alta votación popular en la historia y, para garantizar su
estabilidad política no hizo ningún replanteamiento de las reglas del juego
político, porque en la mayoría de los casos esas negociaciones desembocan en
“arreglos” burocráticos. Tampoco buscó ser el mejor alcalde de la historia, pero
se esforzó en entregar obras viales en la ciudad que tanto retraso tuvieron. En
simbiosis: Comunidad-Estado, las inspeccionó,
ejecutó y con todo derecho,
las inauguró. Pero, como al galeote, latigazos le dieron a su gestión. “Palo” cuando acertó y
“palo” cuando no satisfizo a los consabidos “espectadores” por todo lo que hizo
o dejó de hacer.
Ahora, “del árbol
caído, todos quieren hacer leña”. Si hubo indebidos procedimientos
contractuales, solo la justicia será la encargada de esclarecer la verdad en
este caso litigioso. Pero, en mi opinión, la disposición judicial contra el
alcalde Cesar Cristian Gómez Castro, como medida cautelar, es excesiva al, catalogarlo
como “un peligro para la sociedad” e inadecuada, recluyéndolo en la cárcel San
Isidro. No es el sitio para la dignidad que ostenta. Esa determinación no fue
atendida procurando ocasionar el menor daño posible al ciudadano Castro Gómez,
teniendo en cuenta que la investigación está en proceso. En caso de que, bajo análisis,
haya sustitución preventiva, el daño ya se causó, dado que la presunción de
inocencia, es una cara garantía procesal reconocida igualmente en el ámbito
constitucional y en el estándar internacional de los derechos humanos. De
acuerdo a tal principio, no se puede tomar como responsable a quien está siendo
procesado, pues mientras no sea vencido en juicio, debe presumírsele inocente.
Civilidad: Quien se alegra del
infortunio del otro, legitima su odio. HDG
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