HORACIO DORADO GÓMEZ
horaciodorado@hotmail.com
Dicen que llegar a
las bodas de oro, es toda una hazaña. Lo cierto es que, un matrimonio
excepcional no se da cuando se casa una “pareja perfecta”, se da cuando una
pareja normal, aprende a convivir y amarse con sus diferencias. Y se da en un
proceso diario, regando y cuidando, aunque con dificultades, para que el árbol
crezca. Da sus frutos y de sus ramas salen los hijos y luego, otras ramitas más
lindas que son los nietos, que se quieren tanto como a los hijos, hasta
conformar un frondoso árbol nutrido de amor. Entonces, haber construido y
mantenido firme el tronco familiar, durante 50 años, no es una proeza, fue una
travesía, un paseo maravilloso. El sendero de amor se recorre muy despacio,
paso a paso, disfrutando unidos para hacer camino. En ese transcurrir de los
años, con ejemplo de unidad en el templo del amor, que se llama hogar, se
edifica siempre, una familia mejor.
Así, el tiempo pasó tan rápido, que hoy siento como
que si fuera ayer cuando conocí a Alix. Nos olvidamos de cumplir años para
empezar a cumplir sueños. Pensamos en los hijos y ahora, en los nietos. Así
compartimos media centena de años juntos. Hoy, afirmamos que, cincuenta años no
son nada en comparación con todo el amor que nos propusimos. Entonces, como no agradecerle a Alix, si ella, además de
amor, me ha dado el suficiente ánimo y apoyo en todos los instantes de mi vida
para salir avante. Cómo no conservar
nuestro idilio de amor, si ahora más que nunca, debemos sostenernos cuando
estemos a punto de caer.
Ahora, más que nunca,
después de 50 años, nuestro matrimonio debe ser mucho más fuerte. Luchar contra
la idea de que llegar a la vejez, es estar impedido físicamente. Al contrario,
la vejez es la recompensa a una bella vida. Por eso, a diario, rogamos a Dios
Todopoderoso que nos permita subir a esa gran montaña, con la mirada más libre
y serena, sin disminuir nuestras fuerzas. Por ahora, asumamos que esa condición
es todavía lejana. Mejor, démonos, las
gracias reciprocas por tanto y amor y paciencia infinita. ¡Feliz aniversario
Alix!
Este es un día festivo, de emociones muy diversas para
la familia, llena de recuerdos, que empezó con una mirada que concluyó el 21 de
diciembre de 1968, cuando decidimos unir nuestras vidas para siempre. Ese día,
el sacerdote levantó su mano y bendiciéndonos nos dijo: “Hasta que la muerte
los separe”. He aquí un ejemplo para las familias. Si es posible que una pareja permanezca unida en los momentos
buenos y malos, en la riqueza y en la pobreza, en la salud y la enfermedad.
Celebramos cincuenta
años de amor, tolerancia y reconocimiento entre los dos con la alegría de vivir
bendecidos por Dios y la Virgen Santísima, como buenos cristianos, sin dejarnos
abatir por el cansancio, la rutina ni por ninguna una falsa ilusión. Mirando hacia
el cielo a los que ya partieron para agradecerles su constante compañía, porque
sin importar las nubes de las preocupaciones, su luz y guía, siempre han estado
presentes en nuestras vidas. Miremos ahora, a nuestro alrededor, a toda esta
familia que nos quiere y que son producto del amor, nuestros hijos: Adriana Cristina, Claudia
Cecilia, Horacio Enrique, nuestros nietos: María Camila, Pablo Santiago, Juan
Sebastián y Manuel José.
Civilidad: Me
atrevo a publicar este evento, aunque no acostumbro con actos de mi vida
privada, lo hago para transmitir el mensaje de que la familia debe seguir
siendo el núcleo fundamental de la sociedad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario