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sábado, 30 de noviembre de 2024

Peatonalizar, ¡cuándo será ese cuándo!

 


En el mundo y desde luego, en Colombia, ha tomado fuerza la peatonalización. El ejemplo temprano, es del alcalde Alejandro Eder quien convirtió en zona verde la Plaza de Caycedo y los alrededores del Centro histórico de Cali con el fin de recibir la COP16, lo cual fue un éxito rotundo.  

La propuesta de peatonalizar la zona centro de Popayán no es un fenómeno reciente, ni hacerlo es del otro mundo.  Mucha tinta ha corrido para suplicar a los precedentes alcaldes, implementar la decisión de conjugar el verbo “peatonalizar” para adoptar el Plan Especial de Manejo y Protección (Pemp) del Centro Histórico de la Ciudad Blanca.

Para hacerlo, solo basta cerrar las calles del centro, prohibiendo el tráfico vehicular, para convertirlas en áreas peatonales. Ello permitirá a visitantes nacionales y turistas extranjeros caminar y recorrer la parte histórica de Popayán, es decir, dejar que la gente se mueva libremente para deleitarse y conocer lo más sagrado de la “Ciudad Blanca”. De hecho, ese cambio temporal se hace cada año con motivo de los cuatricentenarios desfiles sacros.  Aquí es importante anotar que, desde sus inicios, las procesiones de Popayán han tenido una estricta organización, respetada por toda la comunidad a lo largo de su historia. De ahí que esta tradición esté tan arraigada en el sentimiento colectivo. Es bien sabido, que el civismo y el ornato se imponen como norma para darle todo el realce a esta celebración. De esta manera, una especie de decreto municipal, que reposa en el Archivo Histórico de la Universidad del Cauca, ordena el enlucimiento de la ciudad -pintar de blanco todas las fachadas por donde pasan la procesiones-. Entonces, por qué no hacer lo mismo, a través de un acuerdo municipal o un decreto otorgando la facultad de retomar las emblemáticas calles de la ciudad que se encuentran dominadas por el tráfico vehicular,carros, motos…de tal manera que le confiera mayor prioridad al peatón, fomentando así una movilidad más sostenible, segura y saludable, volviendo la ciudad más amigable. 

Si otras ciudades como Cali, Medellín, y Cartagena han implementado proyectos de peatonalización en distintas áreas urbanas, convertidas en destino popular, ¿por qué la noble y colonial “Ciudad Blanca”, ¿no lo puede hacer?

 Por qué no rescatar el corazón de la ciudad lleno de encanto como punto de encuentro para residentes y turistas, hoteles, comerciantes, tiendas y espacios culturales que animan el área, como espacios peatonales vibrantes, llenos de vida. Peatonalizar es una estrategia que da resultados positivos al tener el peatón más disposición para caminar y comprar. Popayán cautiva a sus visitantes con su rica historia patria y su belleza arquitectónica.

Concretando, el apoyo ciudadano es significativamente favorable. La aceptabilidad ciudadana al tomar la determinación de peatonalizar, será provechosa, especialmente para las personas de edad avanzada que junto con los niños podrán disfrutar la céntrica ciudad.   Desde el punto de vista de infraestructura, es fundamental contar con el adecuado y oportuno mantenimiento a los espacios verdes, el parque Caldas, con una señalización acorde con el estilo colonial para la interacción social, cultura ciudadana, promoviendo una mayor apropiación del espacio público por parte de la comunidad. 

Civilidad: Es hora de peatonalizar el marco histórico para aumentar la vida social, proteger el patrimonio arquitectónico, el medio ambiente, -calidad del aire y reducción del ruido- la movilidad, la economía de la ciudad, atrayendo más clientes y, mejorar la imagen de la ciudad.

 

sábado, 23 de noviembre de 2024

Cogió fuerza la incultura vial

 


El vehículo automotor es un bien necesario, aunque carísimo mantenerlo. Sirve para trabajar o trasladarse con la familia a cualquier parte en forma más rápida, sin pérdida de tiempo, de día o de noche. Tener en posesión un vehículo no es un deseo mayoritario de la gente. No todo el mundo puede disfrutarlo, por la sencilla razón de que para muchos les supone un estorbo, al no tener donde guardarlo y, a lo mejor, viven en una parte de la ciudad donde es prácticamente imposible aparcar, o simplemente porque detestan conducir por la alta accidentalidad. Para algunos, tener automóvil es un símbolo de estatus. Son usuarios del automotor que quieren llegar hasta la puerta de su destino. Gente que le da más importancia a un automotor, que, a la nevera desocupada, midiendo las apariencias ante las deudas ocasionadas por la obligación de aparentar.

La amada Popayán, va camino a ser una de las capitales que tiene más automotores que personas capaces de vivir en sociedad con sensibilidad, inteligencia y voluntad.  Popayán, dejó de ser un pueblo educado y tranquilo a ser una ciudad furiosa no solo por el tráfico vehicular sino por otras cosillas. La gente se impacienta por los minutos perdidos, esperando que el vehículo de adelante avance… típico solo en grandes urbes que luchan contra la congestión vehicular. Esta bella villa ya no es una ciudad culta y noble, porque convirtió sus hidalgas calles y su espacio público, en el parqueadero a cielo abierto más grande del suroccidente de Colombia. Mal trasladado a muchos barrios de la ciudad, sin solución a los problemas de movilidad. Claro, esta situación caótica no es un problema solo del alcalde Juan Carlos Muñoz, quien en un año no ha podido dar solución. Es un escenario traumático donde todos tenemos gran responsabilidad, esperando que del cielo caiga un milagro, en tanto los habitantes incívicos, continúan contribuyendo a que Popayán, sea un lugar cada día más congestionado. Sin duda, el transporte público es la solución, con más rutas de buses en funcionamiento, bien organizadas para que solamente utilicen sus monopolizados carriles exclusivos, de tal manera que no obstaculicen el libre tránsito, sin ocasionar diarios accidentes. En la ciudad blanca, las vías rápidas son angostas, siendo el punto más crítico el centro histórico, donde resulta de gran incomodidad tratar de movilizarse en autos particulares, incluso en el destartalado transporte público (detestables cafeteras ambulantes) Desde hace 15 años, 2009, se venía ejecutando el Plan de Movilidad, hoy suspendido. La percepción es que, seguiremos viviendo por causa del fracasado plan de movilidad en nuestras calles, contaminación auditiva, polución ambiental, así como falta de respeto por el peatón, que, siendo el actor vial más importante, no le prestan cuidado.

¡Este es el lamentable escenario! En Popayán, no hay cultura vial, ni acatamiento por el espacio público. El fenómeno de mal parqueo es en toda la ciudad, frente a ferreterías, colchonerías, instituciones públicas y privadas, hospitales, clínicas, almacenes, etc., etc., etc. Todos absolutamente todos, son lugares preferidos por los conductores sin cultura ciudadana, ante la fingida “eficiencia” de la secretaría de tránsito que no sabe ni puede controlar. Esto y mucho más, es el “pan de cada día”.

Civilidad: Normas, costumbres, acciones y reglas mínimas, que, generan sentido de pertenencia, facilitan la convivencia urbana y conducen al respeto del patrimonio común y al reconocimiento de los derechos si los ciudadanos las aplican.

 

 

 

 

 

 

sábado, 16 de noviembre de 2024

Nueva ola, la sexalescencia



Leí un artículo del Dr. Manuel Posso Zumárraga, quien acuñó un nuevo término: “la sexalescencia”, para identificar al grupo de adultos de 70 o más años.  Describe a hombres y mujeres que, manejando las nuevas tecnologías, son modernos, progresistas, con ganas de disfrutar la vida, aprendiendo, colaborando con la sociedad, viajando, dueños de su propio destino, renunciando a la denominación de personas de la tercera edad.

Esta novedad demográfica, es la que estamos viviendo. El vocablo “sexalescencia”, abarca términos conocidos como, “setentón”, para quienes llevamos encima, setenta u ochenta años o más. Es una invención similar al término “adolescencia”, franja social que surgió a mediados del Siglo XX. Etapa de crecimiento que ocurre entre los 10 y 19 años, en que se experimentan cambios físicos, cognitivos y emocionales. Hoy vivimos con rapidez y se muere joven por el ambiente cada vez más hostil.

Este nuevo grupo conformado por personas, hasta hace poco, denominado, “tercera edad” o “adultos mayores”, calificados por la OMS como vejez, que conlleva el deterioro del cuerpo, del individuo. Fatalmente, en la vejentud se pierde las capacidades funcionales graduales y disminución de la densidad ósea, el tono muscular y la fuerza. Sin embargo, la ancianidad, también, es un proceso continuo de crecimiento intelectual, emocional y psicológico, en el cual se hace un resumen de lo que se ha vivido hasta el momento. Es un período en el que se debe gozar de los logros personales y contemplar los frutos del trabajo personal, útiles para las generaciones venideras.

Pero, ha surgido el nuevo grupo humano que sobrepasa, setenta, ochenta, y más años. Debido a la esperanza de vida, como resultado de las circunstancias de cada persona con factores importantes de atención médica, dieta constante, equilibrada y del suministro de agua potable. El sexalescente, se cuida, disfruta la vida sin tener en cuenta la edad, con una longevidad razonablemente satisfactoria. Hombres y mujeres que no bajan el telón, que trabajan desde hace mucho tiempo, cambiando el significado tétrico que la literatura le dio durante décadas al concepto del trabajo. Hoy, lejos de tristes oficinas, buscan y encuentran, la actividad que más les gusta y continúan ganándose la vida con el trabajo que con agrado realizan, sintiéndose plenos, sin pensar en la jubilación. Y, los que ya están jubilados, disfrutan con plenitud de cada uno de sus días sin temores al ocio o a la soledad. Disminuyen su proceso de envejecimiento, porque después de años de trabajo, crianza de hijos, en el rol de abuelos, bien vale, con alegría transmitir tradiciones familiares, culturales y sociales. Vivir la vida con alegría asociándola a la juventud. Recordando la juventud sin nostalgia. Pertenecer al grupo de edad que no teme mostrar sus arrugas, canas y cuerpos más o menos imperfectos, aunque en verdad, no es cuestión solo de años sino de identidad.

Esa es la sexalescencia, que rompe los moldes de ver y vivir la vejez con plenitud. Demostrando que la vida realmente comienza después de los sesenta y cinco años. Que se llega a la madurez sin miedos, sin complejos, integrados a nivel comunitario, social, siendo activos laboralmente. El sexalescente no se arrincona. Al contrario, demuestra que no pertenece a la sociedad económicamente inactiva dada su experiencia acumulada, sabiduría y serenidad. Vive con autoestima e interés por lo que ocurre a su alrededor.  Continúa teniendo ilusiones y proyectos positivos y vitales.

Civilidad: Un sexalescente abraza con entusiasmo, explicando que la edad es solo un número. Tiene inquietudes, sin limitaciones a la tecnología y, conserva la máxima: “mens sana in corpore sano”

 

 

 

sábado, 9 de noviembre de 2024

Conservación del Centro Histórico

 


Por qué esta amada ciudad teniendo algo tan antiguo como el centro histórico no puede ser parte de un plan de futuro para preservarlo como un atractivo turístico. En los últimos 40 años hemos visto su evolución negativa por el escaso razonamiento cultural, frente a la protección del patrimonio arquitectónico sin ocuparse de la conservación, y menos aún de su restauración. Quienes aún poseen edificaciones históricas o emblemáticas, carecen de recursos para mantener la originalidad de sus edificaciones, que, por añadidura, terminan cambiando el equilibrio entre los valores públicos e intereses particulares. Dichas construcciones de la ciudad han sido testigos de la historia. Pues, no se trata tan solo de edificios bonitos, sino que poseen valor documental, histórico y, por consiguiente, cultural. Por eso, quisiéramos que su arquitectura colonial siguiera en pie enfrentando el paso del tiempo, Sin embargo, la trascendencia sobre el Patrimonio Histórico aún no se ha calibrado en su justa medida, para revitalizarlo y conservarlo. Sin duda, este patrimonio histórico, en los albores del siglo XXI, la sociedad actual, debe comenzar a concederle especial relevancia, abordando el reto del centro histórico de manera integral. Es preciso recuperar la autoestima de la cultura autóctona reflejada en el cariño y cuidado por sus propias tradiciones y señas de identidad para conservar la diversidad y riqueza cultural de la ciudad anterior.

Lo aconsejable de este escrito, es ratificar la importancia y la oportunidad que representa el centro histórico como instrumento para impulsar un desarrollo urbano sostenible y sensible a la cultura, de tal manera, que contribuya a combatir la destrucción del patrimonio auténtico de aquellos edificios y el conjunto arquitectónico, que por sus valores históricos, culturales y emblemáticos son significativos para la sociedad que les otorga el carácter de legado.

Hay que recuperar el casco antiguo de Popayán, considerado uno de los más bellos con una superficie aproximada de 236 manzanas, que es uno de los centros históricos coloniales y eclesiásticos más grandes del país y América y, la ciudad, una de las más viejas. Allí está reflejada su arquitectura colonial con sus tradiciones religiosas. El marco histórico es la expresión viva de la historia urbana y cultural. Y aunque la ciudad ya enfrenta profundos procesos de deterioro y abandono, su potencial sigue casi intacto. Por eso, hay que revitalizarlo hasta convertirlo en una centralidad vibrante de la ciudad. Lo sustancial es que, todavía hay una historia que no ha sido arrasada por la codicia del dinero, ni olvidada por la incuria y la mediocridad de quienes han “administrado” la ciudad, con indiferencia a su pasado, desconociéndolo, despreciándolo y, lo más grave destruyéndolo.

No hay que dar brazo a torcer para que administraciones venideras, entiendan lo transcendental que es para la ciudad, ponerle atención a esta zona de Popayán. Ella es, una síntesis del pasado nacional y también de su presente, pues ha sido testigo de nuestra historia desde la fundación de la ciudad hasta hoy. Su tipología colonial, es un estilo que debe preservarse a lo largo de los siglos, porque concentra un entorno construido único que atrae un alto flujo de capital humano. Ello obliga a explorar patrones de desarrollo urbano especiales para solucionar problemas apremiantes de movilidad, espacio público, servicios urbanos para el centro y la ciudad, integrado al patrimonio. Los edificios simbólicos hacen parte de la memoria urbana a través del tiempo. Las construcciones destinadas a la Iglesia y al Estado han sido históricamente las que han marcado con mayor fuerza la simbología de Popayán. La Catedral, iglesias y conventos, con sus torrecillas o campanarios, fueron desde un comienzo hitos que imprimían el valor histórico del espacio urbano. Junto a las solariegas casonas son como un libro de historia que aportan mucha información al estudio histórico de la sociedad.

Civilidad: La arquitectura colonial, es la identidad de Popayán, ¡conservémosla!

 

sábado, 2 de noviembre de 2024

Así habla el señor alcalde

 



Hacía días deseaba escribir esta columna. Me mordía la lengua, me amarraba los dedos pensando como redactar este escrito.  Tuve dudas, me devané los sesos para referirme al mandatario de los payaneses sin ofenderlo. Vacilé para utilizar la palabra deslenguado y el vocablo lenguaraz. Consulté el diccionario de la RAE, y encontré que las dos no son ofensivas.  Deslenguado significa desvergonzado, desbocado y mal hablado. Y lenguaraz es el término apropiado para calificar a aquellas personas que, además de deslenguadas, son atrevidas en el hablar. Entonces, decidí usar ambos vocablos en este escrito.

Como autor de este escrito, nada he inventado. Es la cosecha de gazaperas y disparates gramaticales en boca del señor alcalde Juan Carlos Muñoz Bravo, quien gobierna la ciudad por mayoría absoluta, pero ese resultado electoral, ahora nada tiene que ver con su gestión. Sus frases dan pie para que la opinión pública, testifique que, por la boca muere el pez; en este caso, sin escamas ni branquias, pero con bastón de mando.   

Yo desearía escribir elogiando al señor alcalde Muñoz Bravo; pero, hasta el más estruendoso aplauso sería desautorizado y cuestionado. Su estilo, deslenguado, lenguaraz con frecuentes metidas de pata, son aseveraciones que levantan polvo en la ciudad. Todas están registradas en audios y videos que son virales y, se utilizan para hacer memes, hoy convertidas en tendencia. Pareciera que ni el señor alcalde ni sus asesores de imagen se pasean por el buen lenguaje, pese a ser un buen amigo cuando lo conocemos, y nuestro más poderoso rival cuando ignoramos su poder y sus tesoros. En tal sentido, la discreción, la pudicia y el tono menor son atributos que el lobo no conoce ni por las definiciones del diccionario.

En su ansia obsesiva de comunicar, el señor alcalde de Popayán, ha informado que: “Popayán va descansar al pagar $ 110.600´000.000 pidiéndole perdón a los Solarte por no haberles podido pagar su plata, por su trabajo realizado (¿?)  

El mandatario asume el costo de contar con el privilegio de acceder a los micrófonos públicos, comentando: “Tenemos la visión, hemos ido a visitar el espacio dentro de la cárcel San Isidro para construir una carceleta. Allí está el mapa el dibujo” ¡Y que tal esta! “Por fin, poder firmar un acuerdo con Findeter para construir un puente elevado sobre la ciudad. Y no porque el apetito del alcalde lo diga”

Explicar que, “…ni siquiera el parque de Caldas tenía un certificado que dijera que no es un bien mostrenco”. Arranca carcajadas y da vergüenza ajena. Oír pronunciar la cadena de construcciones incorrectas como esta: “…hemos hecho una dinámica diferente con la componenda que hemos podido hacer con los jóvenes…” Otra más, “hay que resaltar esta dualidad que hay hoy entre el gobierno departamental y la alcaldía de Popayán…” “primera vez que se ve en esta Koinonía de trabajo

Con todo respeto, señor alcalde, carece usted de asesores porque en sus conversaciones informales, en entrevistas o cuando convoca a los medios de comunicación, su lenguaje es inculto o incorrecto. Aporrea la lengua española, manifestando ignorancia de ella y del léxico.  Así convence a los concejales de Popayán: “queremos que nuestros jóvenes, nuestros hijos, nuestros nietos vean en el municipio una oportunidad y no una desaportunidad. Maltrata la lengua materna, que es un instrumento de comunicación de primer orden. Exagera señor alcalde contando: “Me llamó un canadiense para decirme que ya le compró un millón quinientas mil toneladas de limón”. “gracias dotor Esgarr por su tiempo…”

Civilidad: Proteger la ciudad con su torre, cuya cúspide toque los cielos, sin dividirnos y, sin confundir, nuestra lengua de modo que, nos entendamos unos a otros.