La Semana
Santa es una de las celebraciones religiosas más importantes del
calendario católico, mostrando todavía, un gran nivel de recogimiento,
siguiendo “religiosamente” todas y cada una de las tradiciones que se repiten
año tras año por estos días. Dicen que se celebra desde cuando Jesús estaba en
la tierra, lo cierto es que tuvieron que pasar varios siglos
después de su muerte para que la celebración de la Semana Santa se
instaurara de manera definitiva.
Tradicionalmente la Semana
Santa, más allá de fiesta religiosa, es una cultura popular que va de domingo a
domingo, comenzando el domingo de Ramos, terminando siete días después, el Domingo
de Resurrección. Durante esta semana, los creyentes celebran lo que se conoce
como Triduo Pascual: pasión, muerte y, resurrección de Jesucristo.
En Popayán, la Semana
Santa, se lleva a cabo hace 458 años, desde el año 1566, como la celebración
religiosa más importante de Colombia. Es una
de las fiestas más tradicionales y antiguas que se cumple año tras año en la
“Ciudad Blanca”. Durante cinco días, penitentes sin capirotes cargan sobre sus
hombros pesadas “andas” caminando las calles coloniales. Siendo notables por la calidad artística de los
dorados y la ebanistería de los pasos, así como por el ambiente sonoro y
olfativo (incienso) de las procesiones. Por lo que, la Organización de
las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) este
sitio y sus eventos, fueron considerados como Patrimonio Cultural e Inmaterial
de la Humanidad.
Las procesiones en Popayán, han sido suntuosas,
silenciosas y magníficas. La salida de la respectiva iglesia tenía lugar a las
8 de la noche y a ellas concurría casi toda la población de Popayán, incluidos los
provincianos y las vecindades que acudían a la ciudad durante la Semana Santa, atraídos
por los esplendores de los desfiles y fiestas religiosas.
La procesión siempre empezaba por un grupo de
monaguillos que llevaban campanas e incensarios, luego seguían el Sacristán
mayor y dos acólitos, llevando aquél una gran Cruz enarbolada llamada
popularmente la Cruz Alta. Los primeros pasos en todas las procesiones, excepto
la del Viernes Santo, eran los de la efigie de San Juan, la Magdalena y la
Verónica; no llevaban sitiales o doseles y su pesadumbre era liviana, por lo
cual los cargueros vestidos de nazarenos han sido devotos inexpertos. Luego
venían los grandes pasos con grupos de efigies representando los diversos
episodios del martirio y de la muerte de Cristo. Estos pasos llevaban sitiales
muy hermosos y marchaban distanciados a considerable espacio. Su marcha era
pausada y silenciosa, solamente se oía el crujir de sus “andas” y, entre los
pasos desfilaban también bandas de música, y cantores del Orfeón Obrero y la
Universidad del Cauca. A uno y otro lado de la procesión, se integraban largas hileras
de fieles y de acompañantes discretamente vestidos portando entre sus manos, velas
o cirios encendidos. El silencio, el recogimiento y la compostura reinaban en
la procesión dando un aspecto majestuoso y solemne, dando pasos lentos en
ambiente místico como corresponde a esta fiesta religiosa.
El desfile sacro más importante de la semana
correspondía al Viernes Santo, las “andas” no llevaban ninguna efigie sino los
atributos del Martirio de Cristo, como los clavos, la caña irrisoria, la corona
de espinas, las sábanas mortuorias, la Cruz, etc. Por último, el Santo Sepulcro
de carey y plata con el cuerpo de Cristo, y la magnífica efigie de la Mater
Dolorosa.
Cargar pasos de la procesión sigue siendo una
devoción rigurosa de los hijos de Popayán y sus herederos, que nunca dejan de
cumplir ni en las más aciagas circunstancias. En Popayán se conversa todo el
año en peculiar vocabulario semana santero. Y, mientras mayor es el peso del
paso que cargan, más pesada es la penitencia en auto de fe, que se rinde a los santos
cargados sobre sus hombros.
Civilidad: Las procesiones atraen a visitantes del mundo
entero; pero, además, son factor importante de unidad y sentimiento por la
ciudad.
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