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sábado, 16 de marzo de 2024

Las Araucarias mueren de pie

 

En la etapa de envejecimiento, posiblemente después de 100 años de existencia, o a decir de los expertos, por las condiciones ambientales extremas, durante tormentas eléctricas, los rayos pudieran haber dañado severamente los árboles al quemar su estructura interna hasta debilitar su resistencia. Otros dirán, las Araucarias sin nutrientes se secaron y, la sequía hizo que las ramas cerraran sus poros para evitar la deshidratación. Algunos sabiondos podrán indicar también, que el factor central, es un hongo o un grupo de hongos que los volvieron leñosos.  Pero, es totalmente notoria la sequedad gradual de los árboles, cuya longevidad es indeterminada. ¡Las araucarias se están muriendo y nadie sabe por qué!



En todo caso, se trata de un silencioso mal que aqueja a los bellos ejemplares de este árbol que bien podría haber sido declarado monumento natural. Así como ellos, la población joven está desapareciendo sin haber plantado un árbol. Y, sin lograr encontrar el motivo de este fenómeno, mucho menos la cura. Solo queda el recuerdo de la Araucaria como símbolo de exuberancia, que formó parte esencial de la vida política, social, espiritual y cultural de los payaneses.

Cualquiera haya sido la razón de su fin, hoy su panorama es triste y antiestético. En la denominada “sala de recibo” de Popayán, en otras épocas, dentro del dosel arbóreo formaron una corona vegetal las cinco Araucarias. Los árboles son poemas escritos en la tierra y tienen corazón; por eso, ha sido uno de los árboles más queridos por los habitantes de esta ciudad. Lástima, están muriendo de pie como mueren los árboles y los héroes. Lo grave, es que no haya despertado en el corazón de las gentes ningún interés. 

De corteza gruesa y resquebrajada, ramas pinchudas y escamadas, la Araucaria, de singular silueta que puede llegar a medir 50 metros de altura; las hemos visto crecer y saber de su historia genética, que se remonta a muchos años atrás, lo que permite que el caminar entre esa arboleda sirva de fuente de inspiración, a tal punto de recibir su sabiduría y su experiencia acumulada a lo largo de su existencia, se convierte en una bandera de lucha ante la amenaza de desaparecer. Las moribundas araucarias produjeron oxígeno, purificaron el aire, sirvieron de refugio para las aves y, fueron testigos mudos ¡Si hablaran cuánto no dijeran!

¡Las Araucarias pacientemente se están muriendo! Esos árboles de vital presencia, que custodian al Sabio Caldas son inolvidables, pues desde cuando tengo uso de razón hacen parte de esta zona céntrica de la ciudad. Con el paso de los años, ya no es posible conocer quien invitó a las semillas para asentarse allí. Su especial belleza llevó a que, en tiempos de la política partidista en este paradisiaco lugar, años atrás, un reconocido político en sus gestas conservadoras, en ardiente discurso le concediera un uso figurado, pero brutal, mencionando que, bien podrían servir para hacer ofrendas colgando regalos en sus ramas, pero “faltarían araucarias para colgar liberales”.

Así han permanecido rígidas convertidas en iconos vivos de la naturaleza adornando este lugar en esta tierra mágica en la cual conviven la cultura y las prácticas non santas en el pueblo de Don Sebastián Moyano. Con estas letras, lanzo el último adiós a las Araucarias.

Civilidad: Lo esencial de este escrito, es reportar la paciencia de estos árboles que mueren lentamente de pie, para que quienes, a su lado, circulamos seamos conscientes y prudentes de estos factores. Y, para que las autoridades civiles y ambientales tomen las medidas para mitigar los riesgos, previniendo accidentes, garantizando la seguridad de todos.


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