En la etapa de envejecimiento, posiblemente después de 100 años de existencia,
o a decir de los expertos, por las condiciones ambientales extremas, durante
tormentas eléctricas, los rayos pudieran haber dañado severamente los árboles
al quemar su estructura interna hasta debilitar su resistencia. Otros dirán, las
Araucarias sin nutrientes se secaron y, la sequía hizo que las ramas cerraran
sus poros para evitar la deshidratación. Algunos sabiondos podrán indicar también,
que el factor central, es un hongo o un grupo de hongos que los volvieron
leñosos. Pero,
es totalmente notoria la sequedad gradual
de los árboles, cuya longevidad es indeterminada. ¡Las araucarias se están
muriendo y nadie sabe por qué!
En todo caso, se trata de un silencioso mal
que aqueja a los bellos ejemplares de este árbol que bien podría haber sido
declarado monumento natural. Así como ellos, la población joven está
desapareciendo sin haber plantado un árbol. Y, sin lograr encontrar el motivo
de este fenómeno, mucho menos la cura. Solo queda el recuerdo de la
Araucaria como símbolo de exuberancia, que formó parte esencial de la vida
política, social, espiritual y cultural de los payaneses.
Cualquiera haya sido la
razón de su fin, hoy su panorama es triste y antiestético. En la denominada
“sala de recibo” de Popayán, en otras épocas, dentro del dosel arbóreo formaron
una corona vegetal las cinco Araucarias. Los árboles son poemas escritos en la
tierra y tienen corazón; por eso, ha sido uno de los árboles más
queridos por los habitantes de esta ciudad. Lástima, están muriendo de pie como
mueren los árboles y los héroes. Lo grave, es que no haya despertado en el
corazón de las gentes ningún interés.
De corteza gruesa y
resquebrajada, ramas pinchudas y escamadas, la Araucaria, de singular silueta
que puede llegar a medir 50 metros de altura; las hemos visto crecer y saber de
su historia genética, que se remonta a muchos años atrás, lo que permite que el
caminar entre esa arboleda sirva de fuente de inspiración, a tal punto de
recibir su sabiduría y su experiencia acumulada a lo largo de su existencia, se
convierte en una bandera de lucha ante la amenaza de desaparecer. Las
moribundas araucarias produjeron oxígeno, purificaron el aire, sirvieron de
refugio para las aves y, fueron testigos mudos ¡Si hablaran cuánto no dijeran!
¡Las Araucarias pacientemente se están muriendo! Esos árboles
de vital presencia, que custodian al Sabio Caldas son inolvidables, pues desde cuando
tengo uso de razón hacen parte de esta zona céntrica de la ciudad. Con el paso
de los años, ya no es posible conocer quien invitó a las semillas para
asentarse allí. Su especial belleza llevó a que, en tiempos
de la política partidista en este paradisiaco lugar, años atrás, un reconocido
político en sus gestas conservadoras, en ardiente discurso le concediera un uso
figurado, pero brutal, mencionando que, bien podrían servir para hacer ofrendas colgando regalos en sus ramas, pero “faltarían
araucarias para colgar liberales”.
Así
han permanecido rígidas convertidas en iconos vivos de la naturaleza adornando este
lugar en esta tierra mágica en la cual conviven la cultura y las prácticas non
santas en el pueblo de Don Sebastián Moyano. Con estas letras, lanzo el
último adiós a las Araucarias.
Civilidad: Lo
esencial de este escrito, es reportar la paciencia de estos árboles que mueren
lentamente de pie, para que quienes, a su lado, circulamos seamos conscientes y
prudentes de estos factores. Y, para que las autoridades civiles y ambientales
tomen las medidas para mitigar los riesgos, previniendo accidentes, garantizando
la seguridad de todos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario