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sábado, 8 de abril de 2023

Una palabra sencilla: “gracias”

 


Pasada la semana de transformación cristiana, retomando el verdadero sentido de nuestra máxima celebración para reflexionar sobre la fragilidad de la vida y para buscar nuevas formas de colaboración, generosidad y conciencia. Hoy la traslado a la vida cotidiana de la comunidad inmediata de la que todos somos parte: la familia Popayán, el grupo de trabajo o de amigos y, con mucho sentido de “amor patriótico”.

Además de las razones para el alma, reconozcamos lo bueno que hicieron los demás por esta encantadora ciudad. Es provechoso agradecer un “buen trabajo”, por pequeño que haya sido; por ejemplo, no tirar la basura a la calle a destiempo. Así que, todo lo que hayamos hecho para embellecer la ciudad tiene el mismo efecto, como aquellos que montaron la estantería para darle el color límpido

Reconocer las cosas que otros hacen por Popayán nos sienta muy bien. Es aquello, que, desde la infancia, nos enseñaron nuestros padres después de recibir algún beneficio, cuando mirándonos fijamente, nos decían: “¿cómo se dice?” -Gracias contestábamos- Es que, cuando otras personas reconocen lo que hacemos bien, nos hace sentir aceptados y seguros, más conformes con nosotros mismos. Los reconocimientos nos estimulan. En una palabra, nos valoran.

Este escrito, pasada la semana santa, se relaciona con el agradecimiento, del que ya casi no hablamos, ni expresamos como debiera ser. No es lo mismo, decir automáticamente: “gracias”. A veces, ni siquiera agradecemos a Dios. Esa norma de cortesía acostumbrada en Popayán, es cosa del pasado. Enantes, pronunciábamos el vocablo “gracias”, hasta cuando nos daban las vueltas o el regreso del dinero por una compra. Hoy resulta difícil expresar gratitud, porque el cerebro tiene un ‘sesgo de negatividad’.  Ahora enseñan a ver las cosas más negativas de la vida, focalizándonos en ellas, antes que en las positivas.   Si medimos las modernas redes de la comunicación sobre el nivel de agradecimientos, nos daremos cuenta que es, relativamente bajo, bien bajo. En cambio, el gran enemigo con el que nos topamos a cada instante, son los llamados “trolls”, referidos a los usuarios que publican mensajes provocativos y fuera de lugar en una comunidad en línea, solamente con la intención de dañar la reputación de alguna persona.

Todos somos conscientes que nos gusta, no solo que agradezcan lo que hacemos, sino que lo reconozcan, pero no se hace como se debería. Posiblemente los malagradecidos hayan sido educados para reprimir sus sentimientos; que sean distraídos o que estén desinformados. Generalmente, los críticos no piensan en el esfuerzo que al otro le ha costado y que, al menos merezca un simple: “gracias”.

 

En forma generosa deberíamos aprender a felicitarnos nosotros mismos. Que reconociéramos lo que cada uno hizo para mostrar la ciudad blanca, radiante y esplendorosa. Todos los que pusieron un granito de cal para ver la ciudad como una “tacita de plata”, se merecen un agradecimiento. Al señor alcalde, Juan Carlos López Castrillón, no solo hay que felicitarlo por mostrar embellecida la ciudad ante propios y extraños. Sino también, por su serenidad y planeación como sus mejores aliados. El alcalde, inteligentemente no deja desestabilizar su imagen; sin tomarse a pecho, sin enfadarse por las críticas, porque de hacerlo, sería reconocer que las tenía merecidas.

  Civilidad: Evitamos la decepción y el enfado, aprendiendo a reconocer lo positivo antes de criticar. Ya lo dice el refrán: “Se cazan más moscas con miel que con vinagre”.

 

 

 

 

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