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domingo, 14 de agosto de 2022

El manual del majadero

 


Suena gracioso, pero es cierto: quien maneja en Popayán, puede hacerlo en cualquier parte del mundo. Estamos mamados de ser una de las más típicas y egoístas ciudades que cuenta con las acciones de una caterva de majaderos, acarreando vehículos con consecuencias devastadoras. En esa carretada (montón) de irresponsables se incluyen: buses, busetas, taxis, motociclistas, vehículos particulares, carretillas, moto-ciclistas... Nadie escapa al irrespeto por los demás. Uso y abuso de aceras para peatones con vehículos parqueados encima, todos involucrados en ello.

Es factible minimizar el desorden que cogió fuerza; pero depende de todos, especialmente, de los locos del volante. Pues, pareciera que salen a la vía, con el aprendido manual del perfecto majadero para incomodar a los demás, dejando claro que son incapaces de entender que se trata de espacios compartidos y, no para uso exclusivo suyo.

Las normas y señales de tránsito se implementaron para informar, prevenir y alertar sobre las adecuaciones, prohibiciones y puntos de interés para garantizar el tránsito a peatones y conductores que se movilizan por las diferentes vías de la ciudad.  Pero, son leyes desaprendidas que, segundo a segundo trasgreden con conductas inadecuadas: cinturón, alcohol, velocidad y uso de celular. Borran de su memoria normas de prohibido parquear, pare, velocidad máxima y, en el caso de vehículos de transporte público, dejando y recogiendo pasajeros en cualquier lugar. Aplican el manual del majadero, habitantes, no ciudadanos, que, con total descaro, se saltan casi todas las reglas establecidas. No respetan nada ni a nadie. Lo hacen, creyéndose amos del volante.  No entienden que los vehículos fueron diseñados con el fin de favorecer la existencia de todos. Desconocen que al lado del volante hay unas palancas que sirven para indicar el cambio de carril o dirección; pero si las usan, el desadaptado que viene atrás, las ignora, porque cree que su tiempo es más valioso que el del otro.

Popayán carece de autopistas de varios carriles, de allí el “viacrucis” por los trancones que producen camiones y tracto-mulas circulando por el centro de la ciudad. Sin faltar el vivo-bobo que bloquea un cruce, impidiendo que el tráfico fluya. Y, otro más, que, por su afán, cree que, deteniendo su carro, en lugar de dejar el cruce libre para que los semáforos y el tráfico hagan su trabajo.

La ciudad se volvió un entorno hostil para todos. Pocas veces entienden que el peatón no es una basura. No le dan prioridad a la persona que va a cruzar por uno de los pocos lugares por el que está autorizado a hacerlo.

No faltan, esos que van por la calle con sonidos altisonantes en el automóvil sin auriculares como si creyeran que su incomprensible gusto musical merece ser compartido con el resto de la humanidad. Y que tal, la versión del incivil del tracto- camión o la “chiva” usando su estruendosa corneta generando molestia y crispación.  Sin olvidar el mañoso motociclista que aprovecha los huecos libres para circular en zig-zag llevando tres y hasta cuatro pasajeros.

Entendible lo que significa estar obligado a desplazarse en silla de ruedas, pero no hay justificación para tener el privilegio de invadir los espacios, porque las personas discapacitadas tienen las mismas obligaciones y los mismos derechos que los demás usuarios de las vías públicas.

Me falta espacio para narrar el mar de imbecilidades cometidas en mi amada ciudad y, aunque parezca insólito, no hay ninguna autoridad que vigile el cumplimiento de las normas de tránsito o que imponga multas y comparendos por su violación. De contera, no hay sistema de semaforización. Y aunque los repararan; en Popayán, es habitual, la dieta del semáforo, “comiéndoselos”.

Crearon agentes de tránsito, inicialmente alrededor del centro histórico, bandera del alcalde Juan Carlos López, buscando controlar los inconvenientes de la movilidad, pero no es suficiente. Todos debemos colaborar con el alcalde y la ciudad, usando el manual de buen ciudadano. Además, reimplantar reglas de disciplina, viales y de convivencia ciudadana, en aulas escolares, universitarias y, en reuniones de padres de familia, porque, si los alumnos aprenden en clase y no se reafirma en casa, no tiene ningún valor.

Civilidad: Hay que reeducar a la ciudadanía, cambiándole el manual del majadero, para rescatarle a Popayán, el título de “Ciudad Culta”. 

 

 

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