No obstante, me detengo a pensar en ¿Qué tanto lo
que puede ser un comportamiento cultural positivo, se ha convertido simplemente
en un acto automático y carente de su verdadera esencia? En nuestro actuar diario,
alrededor del 97% de nuestras ejecuciones se dan en el plano de la
metaconsciencia, que, por definición, sería la
“conciencia más allá de la conciencia” y dentro de
este porcentaje, cada vez con mayor frecuencia se encuentra la palabra gracias
y la acción de valor que le antecede. Dar las gracias es la manera en la que
los seres humanos manifestamos de manera abierta y sincera nuestra gratitud,
esa formidable emoción que implica tomar consciencia de las cosas buenas que
recibimos, apreciarlas dándoles valor y, por lo tanto, reconocerlas a quien nos
las brinda, ¡ciertamente la gratitud nos hace más humanos! La gratitud
entonces, beneficia tanto a quien la recibe, como a quien la manifiesta. A
diferencia de otras emociones, la gratitud a Popayán, no aparece como un
impulso simplemente. La gratitud que se deriva del amor como emoción
primaria, exige que la persona cuente con un fuerte sistema
de valores éticos, en donde los conceptos de dar y recibir
desinteresadamente estén plenamente desarrollados, además de una renuncia a la
postura egocéntrica frente a la vida, en la que algunos creen merecerlo todo
por el simple hecho de existir. La gratitud no es propia de jóvenes y adultos
que han vivido en el exceso de gratificaciones, razón por la cual, no han
aprendido a valorar lo que otros les aportan y menos aún, valorar las pequeñas
grandes cosas de la vida, como un amanecer, el saludo amoroso y desinteresado
de una mascota o un abrazo entre miles más.
Las personas que practican la gratitud se tornan
más optimistas y se sienten más complacidas con su vida, logrando una mayor
conexión afectiva con otros; en los adolescentes está vinculada al sentirse a
gusto con la vida, ser más optimistas y tener la capacidad de establecer
mejores redes sociales.
Hay muchas herramientas disponibles para expresar
la gratitud a la ciudad, como estar atento a los pequeños detalles cotidianos y,
ser más proclives a evidenciar lo bueno de lo malo, y claro, pronunciar con
mayor frecuencia la palabra gracias. Como amo a mi ciudad, acostumbro al
finalizar cada día, para de manera consciente, identificar y anotar las cosas
por las que podría dar gracias ese día. Identifico momentos, eventos, personas
o experiencias que fueron positivas y valiosas que voy anotando en mi “Diario
de la gratitud”. Ello me ayuda a enfocar la atención en los eventos positivos y
situaciones amables y no en los negativos. Este simple acto, incrementa de
manera drástica la producción de serotonina un poderoso neurotransmisor
asociado a la felicidad y el bienestar. A partir de allí, incremento mi nivel
de gratitud con pequeños detalles en el día, la palabra gracias, lo hago de
manera consciente dándole el valor que esta se merece. Definitivamente ser
grato, es una de las emociones más poderosas que podemos poner en práctica a
diario. Desde luego, hay cosas que me molestan: La gente que no respeta. Mucha
rumba y mucho ruido en las noches. La falta de educación en muchos aspectos,
especialmente el relacionado con el tránsito. Es un caos. La inseguridad
ciudadana. Lamentablemente existe mucha pobreza y donde hay pobreza hay
inseguridad.
Civilidad: El concepto de ciudadano, en la
actualidad, esta relación se encuentra en erosión.