Hoy, los católicos, abrimos la puerta de la Semana Santa en
Popayán. Esta fecha significa la victoria de Cristo sobre la muerte. Y,
los ramos o palmas son el símbolo de la victoria, señal de triunfo.
Jesucristo entra como un rey, aclamado como tal por el pueblo. En ese acto de
renovación de la fe, los creyentes antes asistíamos para la bendición
de las palmas. Esta tradición religiosa se llevaba a cabo desde principios de
la colonia. Aproximadamente desde el siglo XVI que junto a todas las
procesiones de la Semana Santa fueron consideradas por la UNESCO como
Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en septiembre del año 2009. Por
segunda vez, la procesión tradicional del Domingo de ramos que es parte de la
cultura popular, no se llevará a cabo. De todas maneras, no será un desastre
católico, pues las calles procesionales están en reparación. Además, teniendo en
cuenta la pandemia, lo más conveniente es evitar el contagio del Covid-19. Se
ha dicho que Popayán está entre las quince ciudades próximas a la tercera ola
más fuerte pudiendo contagiarse y morir muchas personas. También,
ha cambiado aquella costumbre de adornar con ramos y palmas de cera, las
capillas e iglesias distribuidas en la ciudad. Tampoco, veremos, ni debemos pretender
colocar ramas y palmas en los portales de las casas para imaginar la bendición al
paso de la procesión. Aunque estos ritos no se cumplan, en el rebaño de
cristianos, continuará intacta la fe este primer día de celebraciones. Esta festividad católica no se destacará por las
palmas que antes cobraban una especial importancia durante la celebración de la
eucaristía, agitando palmas y ramas de olivo para conmemorar la entrada
triunfal de Jesucristo en Jerusalén. Para quienes desde temprana edad recibimos la
información necesaria para celebrar esta conmemoración, hoy debemos aprender y aplicar valores del cuidado del ambiente.
Por
eso hoy, en defensa del medio ambiente, durante la misa del Domingo de Ramos, los
fieles no portaremos las palmas y ramas en la iglesia para ser bendecidas. Las
que luego, era costumbre quemarlas en las casas para rogar al Señor de los
cielos calmar la tempestad.
La palma de cera en el Quindío, es una especie emblemática
que predomina en Colombia, designada como el árbol nacional del país en 1985,
reconocimiento que no implicó que se le brindara una gran protección. Pues,
en ese lugar más grande de palmas conocido en
Colombia, solo quedan unos cuantos miles de ellas. Una capa gruesa de cera
recubre su tronco, algo que no se observa en otras palmas, y que habitan donde
no deberían vivir las palmas: en las laderas frías de los Andes a una elevación
de más de 3000 metros de altura. La palma de cera está en peligro, en vía de
extinción, ya que, este tipo de palmas no pueden reproducirse fuera de algún
bosque, pues sus plántulas mueren si reciben de lleno el sol, además de ser devoradas
por animales vacunos y por la mano del hombre. Bien se ha dicho: "Todo
lo que le ocurra a la tierra, les ocurrirá a los hijos de la tierra"
Civilidad: Conservar la palma de cera no debe seguir siendo una meta
imposible.