Quienes pertenecemos a la época en que,
si algo se rompía, se arreglaba y no se tiraba a la basura, ¡somos antiguos! El
matrimonio tradicional surgió de la necesidad de que los dos sexos (mujer y hombre) se
relacionaran con el fin de que en un futuro se casaran para que la especie pudiera
perdurar, lo cual es un instinto natural. Hoy esa unión institucionalizada
entre hombre y mujer ha cambiado.
En cada período histórico se ha desarrollado una concepción
diferente del amor. Lo importante es decir el amor se construye, que llega como
un “flechazo de cupido”. El enamoramiento es cosa del destino, y depende de
procesos hormonales que afectan las funciones cerebrales y corporales. El amor
romántico es la manifestación de atracción física, entre dos personas, es una afinidad
compartida entre dos personas que se gustan y que no pueden evitar atraerse
entre sí.
Los matrimonios de antes se edificaban con
ideas tradicionalistas. con cartas, poemas, flores, canciones, dulces y
sorpresas. Duraban porque era un pacto para toda la vida y la tradición y la costumbre
así lo marcaban. Ambos formaban una familia bajo estrictas normas. La palabra
divorcio no existía, si existía, no se mencionaba. Los matrimonios duraban
mucho, se juraba amor eterno, era para toda la vida. Si el hombre era infiel, la mujer se
aguantaba, si el hombre era violento también se aguantaban.
Pero, el amor romántico no puede perder terreno.
Los tiempos han cambiado, y los derechos
tanto de los hombres como de las mujeres han evolucionado, aun así, se dan
casos alarmantes, tanto que pareciera que la justicia no existe.
Hoy, el amor no es para siempre. Al poco
tiempo, lejos quedan las mariposas en el estómago,
los celos sin razón, y aunque el cariño que siente uno por el otro es intenso,
confiesan que el fuego, los arrebatos emocionales, las sensaciones y efectos
experimentados al inicio, disminuyen con el tiempo, por lo que cada uno repite
con frecuencia, “el amor no era para siempre”. Y, “Chao pescado, si te vi no te
conozco y cada uno por su lado”. Aceptan las parejas que la pasión se fue, y
que las ganas de estar juntos jamás volverán a ser tan imperiosas como antaño.
Las parejas posmodernas son un hecho, y las nuevas
generaciones, cada día se suman a esas formas de amar. El cada uno en su casa, se
expande dando paso a nuevas formas de amor. Los involucrados aseguran que
tienen sus ventajas y desventajas. Ni novios, ni amantes; es un tipo de
relación: de
lunes a viernes solos y que, en recompensa, juntos el fin de semana. Que funcionan
bajo el concepto de ‘luna de miel’, porque, al ser estudiantes, cuasi
profesionales, no tienen el tiempo suficiente para participar en el día a día
de una relación. De hecho, aumentan las probabilidades de infidelidad a causa
de la distancia física, lo que dificulta la posibilidad de compromiso y avance
en la relación. De allí surge el término: “amigovios” que es una relación
amorosa y erótica en la que se excluye el encuadre matrimonial, manteniendo las
relaciones sexuales dentro de un vínculo de menor compromiso que un noviazgo.
Es decir, sin la cotidianeidad del vínculo matrimonial, ni tampoco proyectos
vitales futuros. En la
actualidad, el amor de pareja no siempre es sinónimo de unirse a alguien del
otro sexo para formar una familia tradicional.
Civilidad: Durante un año estuvimos en la
oscuridad, ahora llega una luz de esperanza, ¡vacunémonos!
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