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sábado, 28 de diciembre de 2019

Mi última columna


Agoniza el año 2019, por lo tanto, esta es mi última columna del año. Comenzamos un nuevo año y también, la década del 2020. Con sentido propositivo empecemos el nuevo año con pie derecho. Como sucede en todas partes del mundo, le daremos la vuelta a la página del calendario.
Lo importante en este año que va a iniciar, es que sepamos cómo empezar el año con buen pie. Es conveniente, tener un comienzo espiritual haciendo tabla rasa y cuenta nueva, mirando hacia adelante, esperando lo mejor de los meses que están por llegar.
Todo será nuevo. La amada ciudad de Popayán y el floreciente departamento del Cauca estrenarán gobernantes. Ellos, han comenzado bien, repitiendo los abrazos que dieron para que los eligieran, denotando que son agradecidos y leales. El alcalde, Juan Carlos López y el gobernador, Elías Larrahondo, retornaron a los lugares que visitaron para buscar votos, ahora para agradecer.
Pero, “una cosa es, con guitarra y otra cosa es con violín”. Tras la embriaguez del triunfo, empiezan a ver los que ahora toman las riendas del poder que, en el proceloso mar de la administración pública, ésta se caracteriza por elementos internos y externos muy difíciles de lidiar. Deberán cumplir sus promesas, todas y no tan solo unas. Tendrán que rendir cuentas de sus actos a toda la comunidad y no solo a quienes votaron por ellos. Gobernarán para todos y no solo para sus electores. Uno de los mayores temores que embarga a las autoridades entrantes subyace en la desigualdad social, la inconformidad y el odio crecientes. De allí que, mientras en Colombia, la brecha social no se cierre y haya una mayor equidad, todas nuestras ciudades se convertirán en bombas de tiempo a punto de estallar. Por eso, desde la provincia debemos apoyar para que Colombia deje de ser un país tercermundista.
Así que, este nuevo año comencémoslo con actitud positiva, con la firme convicción de que todo lo vivido era necesario para seguir desafiándonos más, para explotar al máximo nuestros talentos, replanteando nuestros propósitos. Autoevaluémonos, conectémonos con nuestra esencia, la fuerza espiritual, los valores; lo bueno y mejor que tenemos, desafiándonos internamente para hacer una mejor visión de nosotros mismos. Miremos siempre el lado positivo de las cosas, de la vida, de las circunstancias, del año que finaliza. Posiblemente acontecieron experiencias, algunas buenas otras malas, agradables o desagradables, mucho producto de nuestra voluntad otras impensadamente, pero fueron instantes, momentos y la vida siguió, nada se paralizó.
Se hizo la transición de gobierno a través del ejercicio de empalme. Mediante actas, las salientes administraciones, hicieron entrega a los nuevos mandatarios que asumen la responsabilidad de dirigir sus territorios. En este nuevo proceso, no cabe la palabra, vencedores ni vencidos, sino que es la oportunidad que tenemos todos, gobernantes y gobernados para asumir la intención de producir aportes.
Los salientes mandatarios han dejado cimientos, con errores y aciertos. Pero, seguramente los errores cometidos, no fueron deliberadamente.  Ahora ellos tienen el camino abierto para los nuevos escenarios políticos.
Civilidad: Habla mi corazón, pero la gratitud en silencio no vale: ¡Mil gracias Dr. Oscar Rodrigo Campo Hurtado! ¡Mil gracias Dr. César Cristian Gómez Castro! ¡Mil gracias Dr. Héctor Gil Walteros!





sábado, 21 de diciembre de 2019

¡Feliz Navidad!



Como todos los años de toda la vida, de tanto repetir esta temporada navideña, se nos naturaliza, es decir, hace parte de nuestro organismo mental y se niega a ser cambiada.

La frase: Feliz Navidad, es una expresión muy hermosa que encierra la intención, el deseo, de la alegría de nuestros corazones. Para quienes reconocemos el origen de la Navidad, celebramos esta fecha en armonía con el significado de la misma, sin meternos en el torbellino comercial consumista de este tiempo.  No olvidemos que Jesús viene a decirnos a todos los hombres que hay esperanza, que se puede comenzar de nuevo. Que Dios está interesado en la humanidad y que viene a ser como uno de nosotros, de los más pobres, para estar cerca de todos, y sentir lo que sentimos.

Esta es una reflexión tan cierta, que nos anima a meditar y a cambiar paradigmas. Por eso, en estos tiempos de fin de año, cansados ya de todo el recorrido de trabajo, estudio, etc., nos colocamos en situación de balance. Como en un respiro, para empezar de nuevo, aprovechando el paréntesis que se produce por las fiestas de Navidad y Año Nuevo. Pero sin duda, es el resultado de todos esos bellos cuadros que nos  incorporaron en nuestra niñez, tradicionalmente en nuestras mentes. De allí que no podemos reemplazar el sentimiento de adoración a Dios.
Por lo tanto, la “bajada” del Niño Dios, para la chiquillada de otros tiempos, a quienes nos enseñaron su adoración,  era en reciprocidad al buen comportamiento durante el año escolar, el manejo de las buenas costumbres y la observancia de normas de Urbanidad y Civismo. 

En esos tiempos idos, escribíamos una carta especial, con peticiones de beneficio colectivo y no sólo personales. Pedíamos para que a nuestros padres y familiares, el Niño Dios les concediera licencia para vivir, y oportunidades de trabajo para que no faltara nada en el hogar. Así empezaba el petitorio, cuando apenas garabateábamos las primeras letras.  Como en Navidad se acostumbra regalar, también es tiempo de  agradecer. Es una estupenda ocasión para enseñar a los hijos a valorar los obsequios que reciben, no sólo de personas, sino también del Niño Jesús, por ejemplo: la unidad familiar, la salud, la educación, los alimentos, los amigos, etc.

Hoy, en medio de la fuerte crisis en torno a la integridad de la familia, Dios nos trae de nuevo ese modelo pleno de amor familiar, presentándonos a Jesús, María y José como el digno ejemplo de la auténtica familia. Momento propicio para que nuestros hijos aprendan a vivir esta época como una celebración de fe, de valores, de familia y de alegría. De esta manera les enseñamos el verdadero significado y evitamos que se convierta en una fecha “consumista” en la que sólo importan los regalos.

Aunque no todos celebran la Navidad, ella nos trae enseñanzas. La Navidad debe ser siempre un momento de encuentro familiar, de expresión de alegría, de buenos sentimientos y nuevos propósitos para el año que viene. Y claro, tiempo de intercambio de felicitaciones, de regocijo, regalos  y de generosidad para con el que no tiene. Tiempo de dar y recibir. Es pues, la Navidad una bonita ocasión para renovar nuestras ilusiones y esperanzas, especialmente, de aprendizaje para los niños.

Pidamos también, al Niño Dios, para que la paz sea una realidad para Colombia. Que al Gobernador y  Alcalde salientes, les conceda salud y ventura, y para los entrantes, mucha sabiduría para que gobiernen con justicia, equidad y transparencia centrando todo su esfuerzo en el aprovechamiento y potencialidades de la región en beneficio de todos sus habitantes, sin discriminación. ¡Divino Niño Jesús, bendecimos con amor!

Civilidad: Cultivar la bella tradición de la Navidad.


sábado, 14 de diciembre de 2019

Exaltación al Dr. Temístocles Ortega


Concurrí al salón de los espejos de la gobernación del Cauca para presenciar la acción noble y justa que lo hace justo y noble respectivamente, al gobernador Oscar Campo Hurtado al imponerle la condecoración de la medalla José Hilario López al Senador Dr. Temístocles Ortega Narváez. Mi escrito, encuadra, como no podía ser de otra manera, en el contexto del afecto; y, al mismo tiempo, del rigor solemne propio de un acto de esta naturaleza. 
No me resulta fácil exponer mis ideas y sentimientos entremezclados, que se resisten a seguir cualquier orden. Primero pensé, cuánto tiempo hace que conozco al homenajeado, quien, a puro pulso, con inteligencia y su claridad de juicio ha estado por encima de las divergencias que surgen siempre tras muchos años de convivencia política. Lo cierto es que, en todos los concurrentes al acto, se apreció, el pensamiento y hondo sentimiento de gratitud hacia el agasajado Dr. Ortega Narváez. Entonces, viene a mi memoria el filósofo Aristóteles cuando dice:

La amistad perfecta es la de los hombres buenos e iguales en virtud; pues en la medida en que son buenos, de la misma manera quieren el bien el uno del otro, y tales hombres son buenos en sí mismos; y los que quieren el bien de sus amigos, a causa de éstos son los mejores amigos, y están así dispuestos a causa de lo que son y no por accidente; de manera que su amistad permanece mientras son buenos, y la virtud es algo estable “

Con el Senador Temístocles, la amistad es prolongada, que se convierte en verdadera amistad. Lo conocí en plena juventud, cuando se inició en la política haciendo parte del movimiento, izquierda liberal. Luego en 1985 como Gerente de la Caja Previsión del Cauca y como Secretario de Educación.  Hace parte de los pocos alumnos de la Universidad del Cauca que han llegado lejos. Graduado con los mejores méritos académicos como abogado en la Universidad del Cauca: Tesis de grado honorífica, Medalla Sesquicentenario como Mejor Estudiante del Alma Máter y Medalla Camilo Torres como Mejor Egresado. Se ha desempeñó como Viceministro de Justicia en el gobierno de Virgilio Barco. Fue Magistrado de la Sala Jurisdiccional Disciplinaria y Presidente del Consejo Superior de la Judicatura, donde impulsó la tutela como herramienta para la defensa de derechos los fundamentales. Es autor de la Ley 1123 o Estatuto Disciplinario del Abogado y miembro de la comisión redactora del Código de Procedimiento Penal. Sintetizando, ostenta una hoja de vida cargada de méritos académicos y cualidades que hablan de su talento exitoso en su recorrido de la cosa pública departamental y nacional.

Por su estilo y modo de actuar el Dr. Temístocles Ortega, es de pensamiento humanista, pues ha dado muestras de sociabilidad, de su capacidad transformadora y positiva. Humanista porque lucha por la paz y la no violencia; reconoce la diversidad y la ve como algo positivo; es un luchador contra toda forma de discriminación económica, racial, étnica y cultural; apoya el desarrollo de la ciencia y del conocimiento; defiende la libertad de creencias y de ideas y trabaja por conseguir equidad e igualdad de oportunidades para todos. En fin, el Dr. Ortega Narváez, es un humanista porque establece y sienta las bases del derecho, políticas de derechos humanos que son parte de la legislación de todas las naciones.
Del Dr. Tito, tengo el recuerdo vivo de arrojo y valentía. En una época de agitación electoral, cuando se aproximaba el proceso de votación para gobernadores por elección popular, fue un macabro 30 de septiembre negro de 1991, cuando nuestro grupo político apoyaba de manera integral la candidatura de Temístocles Ortega Narváez. Al llegar a un verde bosque de pinos de la vereda de “la Primavera” (Cajibío), la guerrilla nos recibió entre el humo del traqueteo indescriptible de una lluvia de balas. ¡Por gracia de Dios, nos salvamos! Logramos pasar la plomiza para contar hoy este fragmento de ese retorno sangriento, en la que perdieron la vida, dos compañeros de gira: Jairo Valencia y Horacio Morcillo, y ocho humildes agentes de seguridad (Das y Sijin).   
Finalizo este escrito, valiéndome de las palabras del clásico castellano, para expresar que: “Si no puedo pagar las buenas obras que me hacen con otras obras. Pongo en su lugar los deseos de hacerlas, y cuando estos no bastan, las publico; porque quien dice y publica las buenas obras que recibe, también las recompensará con otras, si pudiera”.
Civilidad: Felicitar efusivamente, al ingeniero Oscar Rodrigo Campo Hurtado como el mejor de los mejores Gobernantes de Colombia por su gestión y compromiso y desarrollo de la región.



viernes, 6 de diciembre de 2019

A quienes me leen aquí y en el extranjero


En un pedazo de naturaleza del jardín de mi casa sembré un carbonero simbolizando el amor por mi hogar y la adoración por mi pueblo. Allí con la fe del carbonero veo crecer mi progenie. En este ambiente natural, me siento libre con los paisajes de mi amada Popayán. Escribo lo que pienso y lo que siento. Escribir, ejerce en mí, poderes terapéuticos, ofreciéndome una amplitud, pues jamás he conocido otra geografía más hermosa que mi querida Popayán, ciudad ideal, ciudad histórica y añosa. Escribiendo aprendo a conjurar el dolor que trae la existencia, gracias a personajes que llevan muchas jiras de mi piel y bastantes emociones de mi alma, que consiguen liberarme de las ataduras y convenciones a que el mundo nos convoca desde la primera infancia.

En este momento siento miedo de ser pretencioso al escribir que Popayán es la mejor ciudad del mundo, cuando quienes, desde ciudades europeas, familiares, amigos y personajes que me leen, me enseñan lo que es el mundo. La cuestión es que escribo para los 548 lectores en Colombia y los 503 leyentes del exterior;   leedores asiduos de mí página web, http://elviejofarol.blogspot.com/ la que frecuentemente actualizo para ellos, con todo mi afecto y respeto.

Conmovido, escribo para mi hija Adriana Cristina, quien un día apretujó su vida en una maleta para mudarse a otro país. Tomó la decisión de viajar  para convertir su vida en un mejor porvenir, explorando las bondades y la cultura europea, (pongan aquí cualquier otro destino exótico o primermundista) pero que, seguramente en cuanto tenga la oportunidad de regresar a su lugar nativo, al “Pueblito viejo”, lo hará. Conozco tiernas historias de quienes al lograr “cruzar el charco”, tan pronto pisan otras fronteras, no hallan la hora de retornar a la incomparable Colombia.

Así que, admiro a quienes lejos de aquí, se enfrentan a nuevos retos, descubren nuevas facetas que desconocían antes de partir. Se sorprenden y se  dejan sorprender por el mundo. Aprenden  y amplían sus perspectivas. Desaprenden y, a base de golpes y unas cuantas lecciones, crecen en humildad. Evolucionan. Añoran…y crean recuerdos todos los días. Se fueron motivados, en busca de un futuro para sus hijos. “Tengo que hacerlo”, repitieron una y otra vez, hasta que decidieron salir de Colombia por la carencia de oportunidades y ante las perspectivas que ofrecen al otro lado de las fronteras. Necesitaron salir en busca de trabajo y de un lugar donde vivir con dignidad. Salieron en busca del maná particular, que unos logran y otros no. Entre la ilusión por la búsqueda de otros sitios laborales, entre bajones anímicos que no esperaban, cualquier día encuentran ángeles protectores en tierra extraña que los anima y acompaña. Piensan con nostalgia, pero trabajan con alegría y entusiasmo en medio de cordiales familias y de ciudades de acogida a las que antes tanto querían ir. Pero, siempre estarán echando de menos a la que es su verdadera casa, por la que nunca llegaron a sentir como tal.  Hoy, valoran la “Ciudad Blanca”, sintiendo apego por el lugar en que ahora viven.

Escribo para los que una vez se fueron y que ahora no encuentran el momento de regresar porque evocan el ambiente festivo de nuestra cultura. Extrañan la familia, los hijos, el hogar dulce hogar, el hotel mama. Recuerdan la comida casera hecho en leña: la bandeja paisa, el ajiaco, el sancocho de gallina, las sopas de carantanta, de envueltos…, las frutas exóticas: el chontaduro, la pitaya, el zapote…, y hasta   su propio idioma. Ni que decir del clima extremo que los azota porque salir del calor tropical a temperaturas bajo cero no es fácil adaptarse. Repasan en su cultura única, el calor humano, la celebración de la Navidad, el día de las velitas, la Semana Santa, el día de la madre, del padre, cumpleaños sin que falte el “guaro”.

Escribo para mi hija ausente y, para los que, como ella, partieron un día del pueblito viejo. Para quienes los toca la ansiedad del retorno eterno. Para quienes, como Ulises en la Odisea del libro de Homero, tuvo que vivir apenado por retornar a su país y su casa, en medio de peligros y adversidades para lograrlo. Para los que, vibran de emoción al escuchar las notas del himno de Colombia dejando escapar sus lágrimas. Para los que con nostalgia entonan el bambuco que dice: “Pueblito de mis cuitas, de casas pequeñitas, por tus calles tranquilas corrió mi juventud…Hoy que vengo a tus lares, trayendo mis cantares y con el alma enferma de tanto padecer. Quiero pueblito viejo morirme aquí en tu suelo, bajo la luz del cielo que un día me vio nacer”.

Civilidad: La vida para mí tampoco ha sido fácil. Ahora estoy bien, porque siempre luché para alcanzar mis sueños.