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domingo, 28 de abril de 2019

Mi desusada máquina de escribir




Ante el irregular suministro de electricidad a que nos tiene sometidos la empresa de energía en Popayán, las máquinas de escribir no han pasado a la historia.   Continúan siendo vitales. Todavía es posible escuchar el tecleo, ese inconfundible: “clack, clack, clack” de los mecanógrafos. Sonidos que están en 'peligro de extinción', debido a nuevas tecnologías. Ya no son escuchados en la vida diaria y son desconocidos para los más jóvenes, que ahora conviven con la resonancia de las comunicaciones de las redes sociales.

Así que, desempolvando mi antigua máquina de escribir, volví a la práctica de la dactilografía, que es el arte de escribir con teclados mecánicos. Con ello, vino también, a mi memoria, la forma en que en mis tiempos adquirí la pericia en esa práctica. Acaricio mi antigua máquina de escribir y pienso que no ha quedado obsoleta. Por eso mis manos y mis dedos la buscan y la manosean. Al tecleado como el pianista, la acaricio y le interpreto su sonido que es como la contestación a lo que en ella escribo.
Devolví también a mi memoria, el pequeño salón ubicado en el barrio Modelo, carrera 9ª, donde funcionaba un centro de capacitación, en la residencia del profesor Liborio Gómez, quien, apoyado por una secretaria, instruía a los alumnos en materia tan importante de la mecanografía. Recuerdo que el salón contaba con una veintena de vetustas máquinas, desde luego, importadas, marca: Remington, Underwood, Royal, por consiguiente de alto valor. Hoy los precios de ellas están disparados en la medida en que son más buscadas por los coleccionistas. Son antigüedades que ya no se  fabrican en ningún lugar del mundo. No se conoce una sola fábrica que siga produciéndolas. No hay duda, son populares entre aquellos que desean una pieza para decorar su sala o su oficina, para conseguir ambientes estéticamente agradables.
En aquellas calendas, era tan necesario saber escribir a máquina que, se constituía en requisito indispensable para trabajar en cualquier empresa. Esa fue pues, mi primera meta alcanzada. Orgullosamente graduado en mecanografía  escribiendo 80 palabras por minuto. Prueba monitoreada con cronómetro.  Esta explicación radica en aquellas rudimentarias máquinas,  que la mayoría de niños, jóvenes y aún adultos de hoy día no saben su funcionamiento. No tienen por qué saber la forma de colocar el papel ni la tinta a dos colores (rojo y negro) que se usaba en tiempos idos.
Termino este homenaje a mi vieja máquina de escribir con la anécdota que cabe aquí, sobre el uso de la cinta color rojo. En épocas de fervor político, era costumbre inveterada que el viejo caudillo del partido liberal remitiera cartas de recomendación, escritas totalmente con tinta roja, para dar mayor énfasis a sus solicitudes, significando con ello que el recomendado gozaba de todo el apoyo para el nombramiento en la entidad donde existiese la vacante.  

Hoy, con el avance de la tecnología, la escritura  a mano y en máquinas de escribir manuales, parece haber quedado sólo para los románticos, a los que les cuesta separarse de su pluma y su cuaderno. Siempre habrá preferencia, por la computadora como ocurre con los libros electrónicos, pues, la comodidad de estos dispositivos es innegable, pero nunca podrá superar el olor de las páginas de un libro y el placer de hojearlas; del mismo modo que ningún teclado, ni ningún lápiz electrónico conseguirá ser mejor que la visión de una pluma derramando palabras sobre el papel.

jueves, 18 de abril de 2019

Se me salió el indio








Siempre escuchamos esta frase en conversaciones coloquiales y la aplicamos justificando acciones propias o ajenas de violencia física y verbal. Esto del indio es curioso, pues, todos absolutamente todos, tenemos que ver con él. Pero, por ningún lado vemos indios, ni siquiera en nuestro pasado histórico, dado que, nuestra nacionalidad, como nos enseñaron, se hizo desplazando al indio desde hace 527 años (2019-1492)
Escribo para indicar que en el mestizaje americano hay una parte de civilización y otra de barbarie y, que lo positivo de nuestras actuaciones, viene de la cultura occidental. En esa perspectiva, vale la pena desarrollar esta actitud crítica sobre la expresión idiomática que revela discriminación y racismo, utilizadas contra la convivencia ciudadana.
Historiadores americanistas indican que hace 300 años ya existía la expresión también discriminatoria: “hacer el indio”, pero en ese momento asumidas sin chistar las humillaciones.
Aquí cabe recuperar el aporte indígena en la composición del mestizaje de gran parte importante de la población americana, reconociendo la valía de los pueblos indígenas que no sólo son historia sino un aporte activo como el del alto de los Andes peruanos de la ciudadela de Machu Picchu. Civilización azteca, que dominó la región cultural, política y económicamente hasta el inicio de las guerras de conquista, y que a pesar de los rigores de la colonización, mucho es el interés que despiertan hoy en día, apreciando lo avanzada de su cultura en cuanto al manejo de los materiales, la astronomía, el desarrollo de sistemas propios de medición y la arquitectura. En Estados Unidos, el Presidente, Thomas Jefferson confiaba que, asimilándolos, después de hacerlos abandonar sus medios de vida tradicionales (cacería), los indios serían económicamente dependientes del comercio y del poder económico de los americanos blancos, y que, de esta forma, estarían dispuestos a renunciar a sus tierras ancestrales a cambio de bienes materiales.
Contrariamente, acá en el Cauca, se manifiestan con expresiones diferentes, aludiendo al momento en el que dan rienda suelta a acciones guiadas por otros impulsos más ocultos, -negociar con el gobierno o debilitarlo- desatadas cuando las presiones afloran a la superficie, con actos violentos y de alto costo.
Ciertamente, todos llevamos un indio reprimido en nuestro interior; pero se trata de una imputación injusta, derivada de un claro etnocentrismo cultural, pues no todos los indios (entendido este calificativo como aborígenes), presentan esa conducta, digamos salvaje. 
Pero, el uso cotidiano de “se me salió el indio”, no es para ensalzar el arrojo y la valentía de ellos, sino para indicar que esa es una situación irreflexiva que asusta al poner en alto riesgo a la mayoría de la comunidad caucana.
Transcurridos 527 años de civilización, no puede haber indios ni blancos puros. Todos somos mestizos. Entonces, ese 20% de habitantes rurales, no debe tener un pedazo de su humanidad afuera; en tanto que, la mayoría de pobladores nos sometemos a la rígida estantería democrática, llamada Estado Social de Derecho. Así lo exige el siglo XXI y ése es el sentido de la civilización, de herencia francesa. Pero sale el indio. ¿Para qué? ¿Para contrariar este siglo XXI? Para ofuscarnos o volvernos locos a todos, como vengándose de la gente, destruyendo en vez de construir.
El desafío de la minga indígena, va más allá de llegar a acuerdos sobre los cálculos matemáticos del número de hectáreas por reclamar o conceder. En ese río revuelto de la protesta, desde la clandestinidad hay intereses políticos en juego. No es por necesidades básicas de salud, educación o vivienda insatisfechas. Sus reclamos pasan por capítulos sin saldar la guerra y edificar la paz.  


domingo, 14 de abril de 2019

Gracias señor Gobernador




Desde que arrancó el paro indigenista en la Panamericana, el Gobernador del Cauca, Óscar Rodrigo Campo Hurtado, coordinó tareas específicas para que la afectación fuera lo menor posible en el centro y sur departamento del Cauca en el  Puesto de Mando Unificado PMUNacional, ubicado en las instalaciones de la Cámara de Comercio del Cauca

El mandatario de los Caucanos, restableció el corredor humanitario colocando la maquinaria amarilla del Departamento, en asocio de la fuerza Pública, Policía Nacional, para solicitar al gobierno nacional, accionar oportuno en temas de abastecimiento de combustible, elementos hospitalarios y el transporte de perecederos.

La vía Morales-Suárez, estaba priorizada en el último plan vial departamental, objeto de varias inversiones en los últimos seis (6) años, desde cuando se desempeñó como Secretario de infraestructura en el gobierno Ortega Narváez, logrando que, durante los 26 días de bloqueo de la vía internacional Panamericana, el centro y sur del departamento del Cauca no fuera golpeado de forma contundente por desabastecimiento.

Se calcula que por esa vía, se movilizaron más de 20 mil vehículos de carga, pasajeros y particulares; que 87 mil personas pudieron transportarse y que más de 102 mil toneladas de insumos médicos, combustible y alimentos pudieron entrar y salir de Popayán. Así, la Gobernación con ahínco y el trabajo coordinado entre las diferentes instituciones, mantuvo la vía habilitada. Allá desplazó toda la maquinaría amarilla, con su capacidad humana; coordinando con alcaldes de la zona y, la Policía Nacional. Esta labor rindió los frutos esperados haciendo mantenimiento permanente a los 3.2 kilómetros no pavimentados, para que el tránsito fuera lo más normal viable, pese  a que esta carretera no está diseñada para el tráfico diario a que fue sometida.

El gobernador de los caucanos, ha dicho que, más de 40 mil millones de pesos se invirtieron en pavimentar dicha vía en los últimos seis años y que, en medio de las circunstancias de la anormalidad en la Panamericana, se adjudicó la pavimentación de 3.2 kilómetros que hacen falta para los 89 kilómetros; proceso que se venía dando según los tiempos normales de la licitación pública en la que hubo más de 20 proponentes.

Paradójicamente, el bloqueo de la Panamericana, ha permitido que muchos colombianos, extranjeros y caucanos pudieran conocer uno de los tramos viales más hermosos del departamento, de gran potencial turístico y económico por la represa de La Salvajina y, porque sin duda, se convierte en atractiva vía alternativa para el suroccidente colombiano. De allí que, el gobierno departamental a traves del plan vial departamental la haya priorizado, permitiendo el buen estado actual y para adelantar, con hechos reales,la pavimentación total de este corredor que durante el aprieto a que fuimos sometidos por la protesta indígena, se prestó un servicio trascendental para el Cauca y al sur del país. 

Entonces, como no reconocer el éxito de un trabajo bien hecho. Por ello, gracias gobernador Oscar Rodrigo Campo Hurtado. Gracias Martha C. Ordoñez Ocampo, secretaria de infraestructura y, gracias a todo el  equipo de trabajo, por tan loable trabajo en beneficio de los caucanos.

Adenda. Popayán, abre sus puertas al mundo para celebrar con toda majestuosidad la Semana Santa ¡Binvenidos!


sábado, 6 de abril de 2019

El Calvario paso a paso





Con impaciencia, pero sin vacilación esperamos en la ciudad los pasos por las tradicionales calles. En Popayán durante todo el año, entre la cofradía de cargueros, no se habla otra cosa más que de Semana Santa.
Hay mucho ruido en las antevísperas del plenilunio para escuchar los tambores y para admirar los arcaicos ritos religiosos, en una sociedad cada vez más laica y menos creyente.  Es la temporada cuando más divisas nacionales e internacionales entran a montones a la ´Ciudad Blanca´, divulgada desde los vociferantes del “maní fresquito y tostadito” con que se entretienen los transeúntes. Enseguida, pasan los barrenderos recogiendo toda la basura que se habla y se tira a las calles.
Con la cruz latina se inicia el recorrido que incluye las principales iglesias y templos del centro histórico de la ciudad, promoviendo la religión que, como estudio, es optativo en escuelas y colegios.  Así comienza la más arraigada fiesta de los pasos de Semana Santa cumpliendo la antigua función en la “Jerusalén de América”. Con el crujir de las ¨andas¨, el grupo de nazarenos elegidos por cooptación ocupan sus ¨barrotes¨ para cargar a cuestas la Pasión de Cristo.
En el silencio mudo se oye el rechinar de los arcaicos maderos; se balancean sobre ¨ alpargatas¨ tejidas en cabuya, que con el transcurrir de los años, se señala en los encallecidos hombros para mostrar el orgullo a cambio de una alcayata de oro que se luce en la solapa del vestuario en su postrera existencia. De esta manera, el pueblo payanés conmemora la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo con actos y desfiles procesionales con apóstoles dormilones de caras bonachonas en el Monte de los Olivos, sin que falte el chiste ¨patojo¨ del  besucón de Judas. Todo ello, enmarcado en un paisaje único, de colores inéditos mezclados con la luz y el limpio de sus paredes blancas.
Al aproximarse la Semana Mayor de gran valía artística e iconográfica de las imágenes que se procesionan, la “Hidalga Ciudad” como siempre, no interrumpirá sus desfiles, aunque, por primera vez, sin la presencia de visitantes foráneos. Sin duda será la más esplendorosa y de mayor fervor religioso de cuantas se han celebrado en 463 años.
En buena hora, el ingeniero Aurelio Iragorri Hormaza en su condición de Senador de la República y carguero de los “Azotes”, - 40 años de carguío - logró que su proyecto, No. 134 del 2002, se convirtiera en la Ley 801 de 2004, mediante el cual el Congreso de Colombia, declara Patrimonio Cultural Nacional las Procesiones de Semana Santa y el Festival de Música Religiosa de Popayán. Destacando que además la forma de financiamiento en el artículo 4°, que dice: “A partir de la vigencia de la presente ley las administraciones nacionales, departamental del Cauca y municipal de Popayán estarán autorizadas para asignar partidas presupuestales en sus respectivos presupuestos anuales, destinadas a cumplir los objetivos planteados en la presente ley”.
Así que, Popayán, ante Colombia y el mundo, confirma su celebración más importante y religioso acontecimiento.