Agoniza
el año 2018
Mañana
lunes, a las doce de la noche, termina el año, lleno de experiencias y comienza
otro repleto de sueños, de nuevos y viejos amigos. Así los años van pasando de
lo viejo a lo nuevo, casi sin darnos cuenta. Al igual que solemos hacer, “el
cierre de la vigencia en contabilidad”; en lo personal, también hagamos un
balance sobre lo bueno y lo malo que nos ha sucedido. Iniciemos el año nuevo,
haciendo planes de cómo afrontarlo.
Planeemos nuevos propósitos y retos, para luchar por alcanzarlos, aunque
al final, difícilmente cumplamos. Apuntemos a un lado los problemas en el duro
camino de la vida.
Tomemos
un lápiz y una hoja de papel para repasar, escribiendo todo lo sucedido durante
el año. Dividamos la hoja en doce partes iguales. Una para cada mes de año. Y
cada mes en dos partes, para poner en una, lo desagradable, algo que nos enojó,
lo que nos hizo sentir mal. En la otra parte, escribamos los acontecimientos
bonitos durante ese mes. Un encuentro familiar, un paseo por el campo, un recuerdo
que nos hizo sentir bien y, que al recordarlo, nos haga sentir mejor. Y así, mes
a mes, poniendo énfasis, más en las cosas positivas que en las negativas. Si hubo
algo negativo, borrémoslo con todo lo bueno que nos da la vida, que es mucho. Seguramente,
lo bueno y hermoso será más que lo negativo. Quememos el papel de esos momentos desagradables, observándolo
hasta convertirse en cenizas para seguir adelante sin cargas pesadas.
Y,
en un papel bonito o, en el celular, la foto de todo lo bueno que nos pasó
durante el año para echarle un vistazo cuando nos encontremos tristes o sensibles.
Son muchas las obras buenas que podemos hacer y escribir, los grandes sueños, propósitos
y pequeños detalles: visitar a los padres, viajar, tomarse un café con amigos…,
lo importante es que la lista sea lo más realista posible para que sea más
fácil cumplirla. Deberá ser un listado abierto, flexible, para cambiar y
reestructurar cuantas veces queramos.
En
el ya casi concluido año 2018, transcurrieron momentos de pesares y angustias;
interminables jornadas de pruebas y dificultades, días alegres y felices. Digamos
que ha habido de todo un poco. ¿Qué
quedó? Recapacitemos. ¿Valió el esfuerzo que nos dio fortaleza y progreso? ¿Dejamos
a un lado, las dificultades para salir airosos? ¿Aprendimos nuevas y
valiosas lecciones? Lo demás, la fatiga, la lucha y el sufrimiento de
muchos instantes que pasen a formar parte de la historia de nuestra vida.
Finalmente,
mis deseos porque el amor sea capaz de enfriar el acaloramiento de nuestras
disputas. Que brille en el corazón humano, el toque de la espiritualidad, agradeciendole
a Dios para que en la ejecución de todos nuestros actos, marque el rumbo seguro
del venidero año 2019, lleno de prosperidad y ventura para mis amables lectores,
amigos y también, para las enemistades que me pudiera haber granjeado sin
saberlo y sin motivo alguno.