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sábado, 29 de octubre de 2022

¡Ay, qué tiempos, señor don Simón!

 


Con un poco de nostalgia escribo estas líneas narrando pasajes de otras épocas para recuerdo de los viejos y conocimiento de los jóvenes, ojalá para mirar con ojos nuevos las antiguas costumbres y creencias. Al rayar el alba, cuando la montaña despierta abrazada bajo el vuelo fantasmal de la bruma, contemplo desde mi ventana, al abuelo Puracé, majestuoso ante mis ojos. Sus frecuentes fumarolas, dejan la puerta abierta al contacto con increíbles fuerzas interiores, dando rienda suelta a mi inspiración, proporcionándome temas sobre los que escribir, ideas para empezar esta lejana historia.

Aprendí a escribir en pizarra y entendí que hay que leer mucho, leer buenas obras. Clásicos de la literatura que aguantan el paso de los años y, también la literatura contemporánea que tiene obras buenísimas.

Hasta los años cuarenta, circulaban monedas de plata 0900 con valor intrínseco. Hoy cargamos en nuestros bolsillos monedas fabricadas con metales poco valiosos, dando lugar, en ocasiones, a la inflación (situación producida el aumento exagerado de la emisión de moneda o aumento continuado de sus valores físicos) Conocí las monedas de I, II, V, centavos y, también, los pequeños billetes de 50 centavos. Vaya, tiempos aquellos en que recibíamos V centavos para el recreo. Y con esta moneda, en la tienda de la escuela pública, se compraba: una gelatina de pata, un bocadillo, una melcocha y un pambazo. En la escuela pública, daban en medias nueve y entredía, un vaso de leche y una ración de queso importados junto a un pambazo (hoy, PAE, programa de alimentación escolar). Cuando narro la educación del tiempo de antes, me estoy refiriendo a los maestros totalmente respetables y respetados de aquella época. Tiempos en que, padres de familia y sus alumnos les guardaban respeto por su apariencia integral. Total, porque, además de saber transmitir sus conocimientos, poseían otras dos funciones esenciales: el lenguaje y la presentación personal. Antiguamente, era obligatorio aprender las tablas de multiplicar, como registro básico para poder hacer cálculos. Había que estudiar mucho para los exámenes y poder pasar de un grado a otro. La educación era muy dura, pero el estudiante salía mejor preparado que en estos tiempos. Las materias que enseñaban, eran diferentes a las que hoy tienen. Enseñaban escritura con método Palmer; geografía, historia de Colombia e historia Universal, Ética, Urbanidad de Carreño; manualidades, Dibujo y Catecismo del jesuita Gaspar Astete.  Hoy en día, el hombre medio parece haber perdido la clave de su propio ser; el denominador común de credo y ritual.

Al referirme a la "apariencia” es que, todo buen docente, no solamente debe ser digno y competente en su profesión. Retrocedo en el tiempo, para recordar el porte, el tono de voz, la personalidad, el estilo de vestir y la forma de dialogar de cada maestro que por fortuna tuvimos los de ayer. Estoy convencido que mis leyentes, siempre recordaran al maestro que les marcó la diferencia con alguna particularidad en su estilo de vida, hábitos, moda y actitudes. Qué tiempos aquellos, cuando no se compraban los títulos, ni se plagiaban tesis.

Civilidad: Qué tiempos estos, de prácticas de brujería con variados y sorprendentes episodios, obligando a ofrendar ante los demonios a sus propios hijos.

 

 

domingo, 23 de octubre de 2022

El movimiento de las estatuas

 



Quienes escribimos sobre héroes y personajes ilustres de nuestra historia, estamos obligados a ceñirnos a la verdad. Aunque, al narrar las peripecias de un cualquiera, se nos permita la inventiva, estimulando la imaginación.  Volvieron válida la proverbial memoria de los cínicos que gritan que las virtudes deben olvidarse para cantar a los cuatro vientos, sus vicios en público. Quienes nacimos en esta bella Popayán no podemos borrar lo que somos, porque “Todo el mundo es Popayán”. Lastimosamente quienes tienen mala sombra, viviendo aquí, sentencien la ciudad afirmando que: “Popayán es un mierdero”.

Ese dilema de algunos, resulta más grave cuando por falta de ambición, la convertimos en un manto de tristeza, de medianía insoportable, lentificando el progreso de la ciudad. Me temo que es lo que ocurre en Popayán. Veamos, la densificación acelerada, conllevó a la expansión de la ciudad, permitiendo que la movilidad se vuelva una contrariedad, que obliga a los transeúntes a invertir más tiempo, haciendo más largas las distancias para llegar a su destino: residencia, trabajo o estudio. Es un fenómeno, latente en Popayán, convertido en un reto para el gobierno local. No podemos negar que la congestión vehicular es por cuenta de las obras viales. Todas necesarias dado el crecimiento del parque automotor particular. De donde surge la impaciencia de los iracundos usuarios por la carencia del transporte público organizado.

Vivimos en un provincianismo hiriente confundiendo el amor por el pueblito viejo.  Exaltados, abundamos en rencores personales despreciando todo lo que brota en la ciudad. Una cosa es que los patojos estemos prevenidos sobre la destrucción de la historia y la memoria, representadas en estatuas y monumentos. Y otra cosa muy distinta, es que, con ilusión y amor exacerbado nos defendamos del odio a Popayán. Pensarán que soy catastrófico con la valoración de la realidad actual, pero es fruto de la condición autodestructiva que nos rodea ¡Es verdad! Por desgracia, los hechos son forzosos.

“Recordar es vivir”, suele ser peligroso. En muchos casos, esa práctica nos crea aversión al presente, generando un efecto opuesto al que estábamos buscando. Ya no nos estimula para actuar con energía y entrega, mirando el ayer, para agradecer el presente. Se convirtió en una pesadilla recordar el camino que nos trajo hasta el día de hoy.  No valoramos lo que tenemos, ni las posibilidades que tiene Popayán, incluso en medio de la adversidad.  

Popayán está cargada de historia; los monumentos y estatuas de nuestros próceres son sagradas. La ciudad posee un catálogo de esculturas, incluida una ecuestre y son el lenguaje que comunican o evocan visiones pasadas, revelando hechos y personajes que predominaron en su momento histórico.  Fueron ubicadas unas con más consenso que otras, en gratitud a los próceres. De todas maneras, son un legado a la posteridad. De eso vive Popayán. Pero ello, no es óbice para reconocer que el espacio público donde las ubicaron en su época, hoy son un obstáculo, generadores de trancones vehiculares ¡La ciudad necesita progresar! Entonces, llegó el momento, de reubicar las estatuas sin desconocer su pasado glorioso y la historia. Sin embargo, el día que demuelan las estatuas, sus muros y las cúpulas, Popayán, será un pueblo de nadie.

Civilidad: Muros, fachadas y, pinceladas crepusculares de Popayán, son fuente de inspiración que abruman la existencia. HDG 

 

 

 

 

sábado, 15 de octubre de 2022

¡Tierra, Tierra a la vista!


 España se adentró al océano buscando rutas inexploradas para obtener grandiosas ganancias, porque la guerra con los moros le había dejado inmensos costos financieros. Por ello, el navegante genovés Cristóbal Colón zarpó del puerto Palos de Moguer en sus tres carabelas con un centenar de hombres en busca de la India. Rebuscó marineros entre cárceles y mazmorras, con la mención fiable de que la tierra era esférica y no plana como creían por el temor de caer en un abismo profundo. La reina Isabel de Castilla, apoyó y financió la expedición de Colón, imponiéndole un Tribunal de Cuentas, para no permitir la mínima desviación de recursos económicos, en medio de tantos rufianes juntos.

¡Tierra, tierra a la vista!  Frase controversial si fue del vigía Rodrigo de Triana o del almirante Cristóbal Colón el 12 de octubre de 1492. Episodio de la historia conocido como el “descubrimiento de América”. Institucionalizado, con la intención de reivindicar valores nacionalistas con orgullo centrado en el mestizaje, suponiendo que el origen de la magnanimidad y civilidad nacional se encontraba en la raíz europea, dando así, cabida al mestizaje. En tal denominación, historiadores aún chocan en grave problemática, reduciendo, simplificando o invisibilizando la complejidad de las relaciones sociales y de poder que surgieron con la venida de los conquistadores españoles.  Además, de invalidar la existencia de una historia, un territorio y una civilización previas a su llegada. 

“Los indígenas del continente que habían permanecido desconocidos para los europeos, sólo entran en escena cuando se afirma que ‘son descubiertos’, ‘son conquistados’, ‘son cristianizados’ y son ‘colonizados’”, Miguel León-Portilla, así lo señala en su texto: “Encuentro de dos mundos”. Describe que la “historia universal” y en opinión de algunos filósofos, con respecto a los habitantes del “Nuevo Mundo”, califican a los indígenas como “primitivos”, “casi animales” e “incapacitados”. León-Portilla alerta sobre un sesgo, por la forma en la que se construye el conocimiento sobre el continente americano y sobre lo que se ha denominado “el descubrimiento de América”. Por ello, invita a la reflexión sobre la forma en que se narra y se explica esta parte de la historia. Se trata del “encuentro de dos mundos”, diciendo que, a raíz de la llegada de los españoles a América, se dio cabida al proceso de “la fusión de pueblos y culturas”, así como “intercambios de todas clases”. Tiene en cuenta a todos los participantes de dicho proceso: pobladores indígenas, a los africanos traídos a estas tierras y a los conquistadores españoles. Y puntualiza que el “encuentro” también hace alusión con el “contra”, teniendo como significado “choque”, “enfrentamiento” y “lucha”, referenciado a la invasión, sometimiento, explotación y asesinato de indígenas y, a la resistencia de dichos pobladores. 

El escritor Edmundo O ‘Gorman, también analiza el descubrimiento con una mirada poco convencional, opuesta a la de León-Portilla, pues, en las propias palabras del historiador, “sembró el caos”, poniendo en duda las interpretaciones históricas tradicionales del arribo de Colón a América. Simplemente, porque América no fue descubierta, pues América no existía. Insiste que, América no fue descubierta, sino que fue inventada, por lo que para el historiador es preciso reconstruir la historia, pero no del descubrimiento de América. 

Nos enseñaron que América se hizo patente como consecuencia de su descubrimiento, idea que ha sido aceptada como algo de suyo evidente, constituyéndose, hoy por hoy, en uno de los dogmas de la historiografía universal. Lo señala Gorman en su libro, diciendo: “Cuando se nos asegura que Colón descubrió a América no se trata de un hecho, sino meramente de la interpretación de un hecho. Pero, si esto es así, será necesario admitir que nada impide, salvo la pereza o la rutina, que se ponga en duda la validez de esa manera peculiar de entender lo que hizo Colón en aquella memorable fecha, puesto que, en definitiva, no es sino una manera, entre otras posibles, de entenderlo”. 

El historiador Federico Navarrete recientemente, apunta que, la llegada de América con sus habitantes a la historia Universal, se hizo con la tradicional imagen del desembarco de Cristóbal Colón, mediante la idea de que, en el descubrimiento, la dominación se impone, dado que descubrimiento entraña la subordinación de América ante Europa, convirtiendo a la primera en una extensión del segundo. Para los europeos las tierras que hallaran (…) con sus habitantes desconocidos, significaba que estaban disponibles para hacer con ellos su voluntad. 

Civilidad: Los aportes de Miguel León-Portilla, Edmundo O ‘Gorman y Federico Navarrete, vislumbran paradigmas historiográficos, admitiendo que, la historia debe ser sujeta a reinterpretaciones y análisis para nuevas formas de entender nuestro devenir. 

sábado, 8 de octubre de 2022

¡Pongámonos de acuerdo!

 



He pasado mi vida recorriendo la ciudad para estar alineados y para tener un acuerdo mínimo sobre lo que debemos reconocer. Hace mucho tiempo, Popayán perdió su cultura ciudadana. Después del 31 de marzo de 1983 su historia se partió en dos, dejando atrás la “ciudad culta”. Se volvió cuento viejo, aquel modo en que los habitantes de la ciudad, vereda o corregimiento generaban espacios de participación ciudadana para establecer relaciones de respeto por los demás. Antes había confianza, se lograban acuerdos para vivir en armonía. Era la ciudad que sumaba cooperación y diálogo, con el común denominador de comportamiento humano. Popayán en su noble ideal, era concebida como un símbolo. Tildada como hidalga ciudad por la conjunción de hombres que se juntaban para vivir felices; llamando grandeza, no a la dimensión del lugar, sino a la calidad de sus habitantes.

Es que, amando a mi arcaica ciudad, me sentí inclinado a dibujar en mi imaginación la idea del porvenir con sus plazas, sus árboles, sus teatros, sus autoridades y sus habitantes.

 Pero, triste realidad, el tiempo que pone, quita, borra y pinta la ciudad con sus costumbres, sus fiestas, sus periódicos, sus restaurantes, le pasó factura. Hoy, ese componente ciudadano vinculado a la ciudad, carente de sentido de pertenencia agrieta sus paredes. Olvidaron las tradiciones y rituales. La idea de cultura ciudadana referida a las normas y valores compartidos por los habitantes de la Popayán, son cosas del pasado.  Dejaron de lado la vida propia de la ciudad. Ese tipo de ciudad que mantenía aquella escala donde la vida en comunidad era posible, donde existía auténtica ciudadanía, donde la armonía era la atmósfera que impregnaba la existencia humana. Lugar donde, cabía la complementación en diversas formas de ganarse la vida, entre distintas actividades y quehaceres.

En el avance evolutivo de Popayán, hizo tránsito, desde su existencia anclada y atada a condicionamientos históricos, hasta esta época, que en forma consiente y crecientemente cambiamos, dizque para liberarnos de esas ataduras, para caer en “modernos” enlaces mentales de insuficiente desarrollo moral, emocional y cognitivo para asumir otros ambientes deplorables.

¡Pongámonos de acuerdo! para intuir la situación social, cambiando esa narrativa que tanto daño le hace a la ciudad, cuando hablamos de nosotros mismos. Cuando pensamos y contamos lo que pasa en nuestra ciudad. Hagamos el intento voluntario para cambiar el cuento.  La ciudad necesita cambios culturales, para ayudar a resolver nuestros problemas colectivos. Pero, aceptemos nuestra corresponsabilidad adoptando la participación ciudadana en medio de la diversidad con acuerdos colectivos para reducir la polarización en beneficio de Popayán y su futuro. No le apostemos a la decadencia de la ciudad ni a la degradación del hombre sino al derecho ciudadano y al devenir promisorio de la ciudad.

Claro, no todos tenemos la misma idea de ciudad perfecta. Pero al menos, desempolvemos la “Cultura Ciudadana” en su conjunto, de comportamientos, valores, actitudes, deberes y derechos ciudadanos. Renovemos las formas de calidad en la convivencia; enriquezcamos el patrimonio y la herencia cultural, propia del pasado, de lo que vive la ciudad actualmente y, transmitámosla a las generaciones presentes y futuras. Desarrollemos “virtudes cívicas”. Virtudes sociales como la apertura mental; virtudes económicas como la ética en el trabajo y la adaptabilidad al cambio económico y tecnológico; virtudes políticas como la capacidad de reconocer y respetar los derechos de los demás; evaluemos la capacidad de desempeño de quienes nos gobiernan, pero con la disposición de profundo respeto.

Civilidad: Los gobernantes hacen cosas positivas y también negativas; pero, todo depende del color del lente con que se mire.

 

sábado, 1 de octubre de 2022

Nuevo orden social

 


Estamos en la era informatizada, que muestra la sociedad de la información fruto de la innovación y la transformación social. Desde finales del siglo XX se han producido importantes transformaciones en nuestra sociedad afectando a todas las esferas de la vida. En el centro de las transformaciones están los cambios tecnológicos de base digital aplicados al conocimiento, a la información, y a la economía globalizada. Estamos inmersos en la decadencia familiar, social y política.  Por cuenta de las relaciones sociales virtuales, que, cuando necesitamos comunicarnos con alguien, recurrimos a la comunicación digital que se da a través de la red de Internet entre dos o más personas o usuarios. Estamos en la época del chateo, mensajes de texto, llamadas, video llamadas grupales o audio-chat. Pero, convertidas en la cloaca donde se vierten sus más bajas pasiones el grueso de nuestra sociedad. Hacen de ella una sucia corriente de mala educación, grosería, enfrentamiento, agresividad, altanería, y odio desenfrenado. Mucha gente usa las redes sociales no para unir, ni para ampliar sus conocimientos, sino para encerrarse en su propio yo, donde el único sonido que oyen es el eco de su voz, donde lo único que ven son los reflejos de su propia cara. La evolución ha sido rápida y profunda. Tiene ventajas porque genera mayor comunicación e interacción entre los usuarios a través de WhatsApp, YouTube, Facebook, Instagram, Twitter y el TikTok, esta última, la más nueva actualmente. Estamos mejor informados, facilita la relación entre las personas sin las barreras culturales y físicas, venciendo la timidez.

Ante nuestros ojos se están formando sociedades de un tipo nuevo. Serán sociedades postindustriales, si se pretende señalar la distancia que las separa de las sociedades de industrialización que las han precedido, que todavía se mezclan con ellas, tanto en su forma capitalista como el estilo socialista. Se denominarán sociedades programadas, si intentamos definirlas por la naturaleza de su modelo de producción y de organización económica.

El actual panorama de la Tierra, con pandemia, problemas ambientales, calentamiento global, inflación económica y, el avance descontrolado de la población en hábitats naturales, entre otras situaciones, son los problemas más preocupantes que hacen que cada vez sea más difícil traer hijos al mundo. Así surge la generación Z cuyos integrantes nacieron con un móvil y una Tablet bajo el brazo. Viendo en el uso de la tecnología una virtud y el entorno digital como un contexto de la comunicación. Son los más comprometidos en el cambio, por lo que saben señalar el racismo, la discriminación por orientación sexual y demás prejuicios. Entienden mejor manera la diversidad humana y saben llevar sus vidas de acuerdo con lo que prefieren, en vez de atenerse a las convenciones antiguas.

Como corolario social, encontramos también, la sociedad del riesgo al considerar que la sociedad actual es una etapa avanzada de la modernidad con una visión hasta cierto punto alarmante. Sociedad del riesgo catastrófica porque los títulos universitarios demandados por empresas ya no son tan importantes; la prioridad ahora, son las redes sociales para  convertirse en, influencers y youtubers, su principal aspiración. 

Civilidad: los cambios de la fuerza de trabajo son el elemento principal de las transformaciones que provocan un nuevo orden social.