Me pongo en el lugar del alcalde para ser consciente de mis
sentimientos y de las emociones de los demás. Me sintonizo con el alcalde y salgo
de mi apagón emocional, de manera tal, que me permita conectarme con los demás.
No le sonó la flauta al alcalde, por la gran inconformidad
que ocasionó entre los contribuyentes del impuesto predial en Popayán, ante la demora de entregar
los recibos a pocas horas de las elecciones para el congreso de la república. Y
hoy, a escasas horas de la primera ronda eleccionaria entre precandidatos a la
presidencia de Colombia, se amarga la golosina sin desenrollar aún.
Cayó el alcalde en poder de las lenguas viperinas. Dio motivo
para que se hable mal de él con libertad, por cumplir con sus funciones de ley,
porque cada cinco años debe actualizarse el denominado catastro multipropósito.
Muchos propietarios quedaron fríos, - no todos- ante el aumento en el
impuesto predial. Algunos oyeron cantar al gallo, pero no saben dónde, porque
el incremento del avalúo no es igual al incremento del predial. El uno depende de
procesos catastrales o del reajuste anual que hace el Gobierno Nacional con
base en el IPC o índice de precios y el predial, es el resultado de la
aplicación de tarifas a la base gravable.
Gastan frases, hablan mucho,
con o sin rodeos sin entender que, para cumplir esa ley, debió firmarse un convenio inter- institucional
entre el alcalde, Juan Carlos López Castrillón y el Instituto Geográfico
«Agustín Codazzi» para la actualización catastral. Atizan el fuego, avivan la contienda,
fomentan la discordia, sin saber que el IGAC, tiene 80 años de existencia, pero
también, bastante irresponsabilidad porque dicho proceso varía, con la
metodología conocida como, el barrido predial. Lo ideal, lo aconsejable, es hacerlo
visitando todos los predios. Según parece lo hicieron aleatoriamente, teniendo
en cuenta, únicamente aquellos sectores, que han tenido considerable variación inmobiliaria
(atípicos). De allí, los resultados funestos para los propietarios de los
inmuebles.
Pero, en menos que canta un
gallo, en muy poco tiempo, en un instante, oímos cantar al “Pollo” revelando la equivocación,
viéndose obligado a suspender temporalmente el tema bastante polémico del
impuesto predial que “recae sobre la propiedad
inmueble y se genera por la existencia del predio. Su base gravable depende del
avalúo catastral”.
Baste decir que, todo este
jaleo, son gajes del oficio, inherentes al desempeño de la ocupación de un
alcalde, vivir durante cuatro años, remando galeras para llevar una vida
azarosa. Sin embargo, debe quedar claro, que, en la aprobación de ese polémico acuerdo, el alcalde López Castrillón, no
estuvo solo. Fue una empanada mental, -confusión en la mente- con el concurso del
Concejo Municipal, gabinete, supervisores y asesores que calentó a las clases
más golpeadas en la actual situación económica, al subir y superar los
topes para la liquidación del impuesto predial que pagan las personas de
estratos más bajos de Popayán.
Los hechos, nos dan la razón. Oyen
cantar a media noche y a deshoras, porque el “pollo” ya mudó sus plumas, él es
un gallo fino y con espuelas bien puestas. Aunque canta íngrimo, en la soledad
que genera en torno suyo ese escenario. La soledad del poder es la forma en que el pueblo le dice al gobernante
lo que no pueden hacer. Y, como tal, deberá tomar
la decisión de dejar de cobrar y reliquidar todos los recibos de los estratos,
a los que se les aumentó exageradamente el impuesto predial, ya que estas nuevas revisiones vienen acompañadas de
actualizaciones en los avalúos que se traducen en aumentos en el impuesto
predial.
En ese sentido, con seguridad, entregará gustoso,
puntos de su popularidad. Su capital político, el desgaste y la
soledad a cambio de mejorar el modelo de recaudo general de impuestos cantando con
Rolando Laserie, aquella estrofa del bolero que dice: “Hola soledad, no me
extraña tu presencia, casi siempre estás conmigo, te saluda un viejo amigo, que
te encuentres uno más”.
Desde
luego, en la bien amada Popayán, no es extraño, las costumbres y las posturas no
cambian: ultrajar y dar escobazos al alcalde, en lugar de ayudar a sacar el pie
del lodo, en los apuros económicos y financieros, y así queremos que la ciudad progrese.
Civilidad: La
actualización catastral en Popayán es tan necesaria como impopular.