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domingo, 26 de diciembre de 2021
La lucha de Lucía
domingo, 19 de diciembre de 2021
Estas dos
palabras, de tanto repetirlas, todos los años, durante nuestra existencia, quiero
creer que hacen parte integral de nuestro organismo mental, negándose a ser modificadas.
¡Feliz
Navidad! Hermosa expresión que encierra la intención, el deseo, y el afecto de
nuestros corazones hacia otras personas. Quienes celebramos en armonía con el significado
de la misma, sin meternos en el torbellino comercial de este tiempo, recordamos
que el Niño Jesús viene a decirnos a todos los hombres que hay esperanza y, que
podemos comenzar de nuevo. Él siempre está interesado en la humanidad, pues nació
como uno de nosotros, de los más pobres, para estar cerca de todos, y sentir lo
que sentimos. Es un dogma cierto, que
nos anima a meditar y a cambiar paradigmas.
Aproximándose el fin de año, fatigados por las
“duras y maduras” del 2021, debemos hacer un balance de nuestras vidas al
comenzar el 2022, renovando nuestros quehaceres con sentido propositivo y
proactivo para poder lograr un cambio,
empezando por nosotros mismos. Ser propositivo significa que no sólo piensa sus
deseos, sino que da todo de si para cumplirlos, evocando
todos esos bellos cuadros que nos inculcaron en nuestra niñez.
La “bajada” del Niño Dios, para la chiquillada de aquellos tiempos, era en reciprocidad
al buen comportamiento durante el año escolar, el manejo de las buenas
costumbres y la observancia de normas de Urbanidad y Civismo. En una cartica especial, empezábamos pidiendo
en forma colectiva. Garabateando nuestras primeras letras, pedíamos que, a
nuestros padres y familiares, el Niño Dios les concediera licencia para vivir
con salud, con oportunidades de trabajo y, para que no faltara nada en el
hogar.
En esta espantosa crisis de la sociedad, carente de unidad en el hogar y, de amor pleno, Jesús,
María y José, representan la Sagrada familia como un digno ejemplo. He allí, el
sentido y el momento propicio para que nuestros hijos y
nietos aprendan a vivir esta época, celebrando con auténtica fe, con valores, y
alegría en familia. Esa es la esencia de
la Navidad que está en
el compartir en familia, celebrando el nacimiento de Jesucristo. El paso de los
años y el avance tecnológico han hecho de esta fecha un momento para el
derroche. La verdadera festividad se ha ido perdiendo con el tiempo, por
ese modelo capitalista imperante en el mundo que ha transformado, lo religioso
y espiritual en una ocasión para que la vanidad salga a relucir.
El gasto de las familias
alrededor del mundo se dispara con la llegada de esta temporada navideña,
debido a que se ha creado en la mente de los consumidores la idea de que para celebrar
la Navidad es ineludible ir de compras. Todo el año,
quejándonos de los precios de los productos en el mercado, sin embargo, en
Navidad esos lamentos se dejan a un lado, atiborrando calles y centros
comerciales con gente ansiosa por comprar lo que "necesitan", sin importar
que en esta época las mercancías son más costosas. El
llamado a gastar, mediante el bombardeo de campañas publicitarias y la fiebre navideña
conlleva al endeudamiento, dejando de pagar las deudas pendientes, recurriendo
a tarjetas de crédito, imperando la decisión de gastar dinero, asociando de esta
manera, el amor hacia hijos, parejas, padres y madres.
¡Feliz Navidad dilectísimos lectores!
sábado, 11 de diciembre de 2021
sábado, 4 de diciembre de 2021
A ritmo de chirimía
En este mes de alegría de niños y adultos, era muy atractivo encontrarse recorriendo las calles coloniales la música andante. Se escuchaba el auténtico folclore colombiano, sonando en aquellos conjuntos musicales que son un legado de nuestros antepasados, los indios "pubenenses". Era pues, el anuncio, la publicidad de la Navidad, mediante la música andante, a ritmo de “chirimía”, abriéndose paso con el diablo, que talego en mano pedía monedas.
La chirimía estaba conformada por un grupo de música tradicional, interpretada por dos efectos musicales básicos: Uno, el instrumento que hoy llamamos flauta, de origen tan remoto que muchos descubrimientos arqueológicos dan fe de su antigüedad, cuando el hombre en su incesante descubrir el mundo que lo rodeaba, sopló por casualidad algún objeto y produjo el sonido, dando inicio a una variedad de tipos de flautas. El segundo instrumento esencial: la tambora de origen prehispánico, usado por los indígenas, una especie de tambor tubular construido con el tronco de un árbol ahuecado, taponado con dos parches a los lados. De generación en generación, ha sido mantenida por la tradición, este tipo de música que comprende, tanto la música folklórica como la aborigen. Esa es una característica por no recibir influencias externas, sino que es propia de su cultura nativa, como medio musical. En el sur del Cauca, aún acostumbran la música vernácula con areitos y bambucos; que, al llegar a Popayán, bajo órdenes de un director musical, aumentan su repertorio con villancicos y música tropical.
Para los caucanos, la chirimía es una marca
indeleble. Y lo es, porque el sonido de la flauta, la tambora, acompañado de charrascas,
el triángulo, los mates (maracas) sirven para alegrar especialmente las fiestas
navideñas. La pieza musical, “El Sotareño”, bambuco cuyo autor es Francisco
Diago, que bien entonado, por ese tesoro cultural llamado chirimía en agasajos sociales:
bautizos, matrimonios, campañas políticas y, por supuesto, en las alboradas
navideñas, bañadas de guarapo, chicha de maíz, aguardiente, hacían poner de pie
y, con la “piel de gallina” a patojos de pura cepa.
Hoy evidenciamos la riqueza musical que
encierra la chirimía en armoniosos conjuntos o chirimías integradas en formatos
musicales de campesinos, indígenas, comunidades negras y desde luego, por
virtuosos mestizos, particularmente en Popayán que con considerable esfuerzo
pulmonar y la garganta del músico melodioso soplan notas musicales a través de ese
instrumento de viento llamado, flauta. Es
un instrumento ancestral, fabricado de carrizo principalmente, pero
elaborado también, en diferentes materiales y medidas. Su sonido varía de
acuerdo al tamaño. Otro instrumento musical, son las maracas, elaboradas en dos
mates, en cuyo interior lleva granos de maíz seco, envueltos en un dulce
abrigo. Y cierra el instrumento
denominado triángulo, construido con una varilla de metal cilíndrica doblada en
forma de triángulo, que, al golpearla con otra varilla de metal, emite un sonoro
sonido agudo, haciendo parte del grupo de instrumentos de percusión.
Entonces, entusiasmados esperamos que la
tradición de las fiestas decembrinas continúe para oír los golpes de tambora y el
sonar de las flautas en grupos de “chirimeros” recorriendo las solariegas
calles, brindando recitales musicales que identifican a nuestra bella Popayán.
Civilidad: Realizar
concursos para que esos grupos musicales, adquieran relevancia como “Chirimías
Patrimonio inmaterial del Cauca”, reconocido por el Ministerio de Cultura.