Me saludó por mi nombre. En principio no lo reconocí. Se había
rasurado su larga barba que lo identificaba como Osama Bin Laden. Este señor
bautizado como Fabricio Rodríguez, llegó hace 28 años de Yarumal Antioquia. Lo
tocó, Afrodita, la diosa “patoja” del amor y hoy tiene detrás una mujer con cuatro
hijos. Es un trabajador de la economía
informal con el consentimiento tácito de las autoridades.
Desde su punto de venta, en el semáforo
de Campanario, moneda a moneda, consigue el sustento diario para mantener a su
familia. Solo cuenta con eso, pero gracias a Dios, nunca le ha faltado para la
comida de sus hijos. Por ello, bendice a Dios, a Popayán y, a todos los
transeúntes que le ayudan en su faena diaria.
Elevando mi ego, me dijo: leo sus columnas
y me gustan. Sin duda, es un hombre educado. Podría afirmar que es un letrado,
pues, entre venta y venta, lee los periódicos que ofrece, entre ellos: el Nuevo Liberal.
En el “rebusque”, brinda trozos de
dulce abrigo, que previa limpieza del espejo retrovisor de los vehículos,
entrega a cambio de algún dinerillo. Promociona la Revista Motor, haciendo que
los clientes no se aburran con él, porque en la variedad de los productos está
la clave del éxito en las ventas ¡Paisa, al fin y al cabo! Esa es la vida de
este trabajador informal, que se gana la plata, sudando la gota, echando
pavimento para sacar lo de sus obligaciones; que cuando está bueno, recoge 50 o
60 mil pesos diarios.
Este trabajador de la calle, tiene bien
ganado un puesto público o privado en cualquiera de las entidades de la ciudad;
o al menos, un pequeño lugar en caso de una reubicación a un centro comercial
por sus bien ganados méritos de comportamiento durante largos años de prueba en
Popayán.
Fabricio, es un hombre de cualidades. Hace
parte de la realidad social y cultural de la ciudad. Al entablar conversación, demuestra
estar al tanto del acontecer de la ciudad, el Cauca y Colombia, diferenciándose
de los demás, como un hombre interesante. Procede de los estratos más humildes,
de los barrios más desfavorecidos de la comunidad de Antioquia; seguramente
desplazado por la violencia del país. Es uno de miles, que no han podido
conseguir un empleo, que se aburrió de golpear puertas buscando una ubicación
estable, aunque fuera en el puesto más humilde y, no lo consiguió.
Fabricio Rodríguez,
alias Bin Laden, es un trabajador informal que no viola el Código de Policía
porque no invade el espacio público con múltiples ventorrillos en cada acera o
esquina de Popayán. Es un pajarillo que vuela de rama en rama, en busca de la
comida, sin generar caos urbanístico. Este buen hombre, se encuentra bajo los
derechos fundamentales básicos, como el derecho a la supervivencia, para
procurar a sus hijos siquiera un pan y un agua de panela, para no hablar del
derecho al trabajo y a una vida digna, de la cual carece el vendedor ambulante.
Civilidad: Como el Estado no hace uso efectivo de la mano de obra desocupada, margina
a esa población, que opta por generar ingresos de manera informal. Seguramente,
si les dieran un chaleco o carnetizaran a los vendedores ambulantes, las
autoridades podrían controlar el espacio público.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario