He dado un paseo por la lectura, para conocer sobre otras épocas de la historia. Imposible cubrir el amplio abanico de temas, desde
la época pre-colombina, haciendo referencia a los acontecimientos como república.
Colombia como nación, es relativamente nueva, acaba de cumplir 200 años. Sin
embargo, pocos conocen de ella, porque desde hace
32 años se dejó de enseñar la historia de Colombia como cátedra independiente y
obligatoria.
Las ambiciones regionales y la avaricia, han estado presentes
desde el período de la “Patria Boba”. Llamada así, por la pérdida de tiempo, que
en realidad no fue tan “boba”, porque se dieron los primeros pasos para la conformación
de la República. Cartagena
y Popayán tenían los mismos títulos, inclusive más que Santa Fé de Bogotá para
ser la capital. Pero, no fue así porque al primer congreso nacional, de
provincias convocadas el 22 diciembre de 1810, concurrieron Santa Fé,
Mariquita, Neiva, Pamplona, Socorro y Novita (Chocó), dejando por fuera
provincias tan importantes como Cauca, Antioquia, y Cartagena. Y, en noviembre
de 1811 aprobaron el Acta de Confederación de las Provincias Unidas de la Nueva
Granada, considerada la primera Constitución Nacional, documento que fue redactado por nuestro coterráneo Camilo
Torres.
Para
que se conozca la grandeza de los próceres que han glorificado a Popayán, en las
arquillas del Pateón de los Próceres, se guarda como un tesoro, las cenizas de figfuras
de grandes hombres, hijos de mi ciudad, que dieron su sangre por la patria para
fundirse en bronce de eternidad.
Para renovar esos sentimientos
de amor por mi nativa ciudad, leamos el pensamiento del Maestro Baldomero Sanin Calvo sobre
Popayán. “En todos los sucesos de la historia de Colombia que tienen
significado primordial, Popayán ha presentado sus hijos para la dirección de
las gentes o para la consagración de las ideas, sellándolas con la propia
sangre. Fue larga, penosa, para muchos incomprensible, aquella etapa de nuestra
historia en que las ideas, los principios, en algunos casos excepcionales las
ambiciones de hombres exclusivos, convirtieron en campamento el haz de la
República, que en la mente de los fundadores debió ser palestra de la razón. La
prueba de las guerras civiles no paralizó el andar de las naciones
civilizadoras, como se ha creído erradamente. En esas luchas acabaron por
afirmarse en el corazón de las gentes y en las instituciones la idea
democrática y republicana y el amor a la paz. En aquellos años de prueba la
historia de Popayán es acaso la más agitada y violenta. Ofrendó la vida y la
actividad de sus mejores hijos en campamentos antagónicos para afirmar el
destino de sus principios. De aquellas luchas la idea republicana salió ilesa.
Y si en ocasiones la libertad pareció sufrir pasajeros eclipses, el equilibrio
natural de las fuerzas humanas ha venido a hacer de este país el asilo natural
de la libertad en todas sus manifestaciones, y de la tolerancia, que es la
virtud máxima del hombre civilizado. En todo momento de nuestra carrera
colombiana hacia el adelanto fundado en la justicia y en la moral, esta noble
ciudad ha enviado sus hombres a la lucha mortal, a los parlamentos, a las
legaciones, para mantener en alto la idea colombiana”.
Civilidad: Mis escritos sobre Popayán
no tienen contenido nostálgico sino de
reflexión.
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