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viernes, 8 de marzo de 2019

Mujeres, benditas mujeres







Escribo sobre “el más hermoso defecto de la naturaleza”, recordando el rompecabezas de la creación del hombre, cuando Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza. Después de crear a Adán, convencido de que no era bueno que el varón estuviese solo; hizo caer a Adán en un sueño profundo, para extraerle una costilla e hizo la mujer, y se la dio al hombre. Eva, la del fruto prohibido.
Podría escribir sobre el origen del 8 de marzo cuando se conmemora la lucha femenina por una sociedad justa, cuando en 1910, un centenar de mujeres representantes de 17 países se reunieron en Dinamarca para rendir homenaje a los diferentes movimientos que por entonces se levantaban en favor de los derechos de la mujer e impulsar la universalidad del voto femenino. Contar también las tragedias que se sucedieron para empezar a discutir cambios en las leyes laborales norteamericanas, como el principal reclamo de los sindicatos de mujeres. Pero, no alcanzaría el tiempo para narrar tantas historias de esa pieza única e irremplazable, que, sin la mujer, nuestro mundo sería incompleto.
En su Sabiduría y Omnipotencia, Dios se tomó el tiempo para crearla proveyéndole cualidades que nadie puede substituir porque solo le pertenecen a ella: bella, amorosa, tierna, humilde, dócil, paciente, fuerte, y comprensiva. Con una capacidad envidiable, que ni en la más prestigiosa universidad se podrá adquirir. La mujer es la mejor administradora. Hace rendir el dinero, ingeniándoselas para dar de comer a sus hijos y esposo. Las mujeres, son hiperactivas, mientras conducen el vehículo se maquillan, escuchan radio, dan consejos al que viaja con ellas; son capaces de recordar las vitaminas a los hijos y los medicamentos del marido, y hasta alcanzan a leer los anuncios de tiendas y supermercados con sus ofertas. Dentro del hogar, mientras ven la olla en la hornilla, atienden llamadas telefónicas, cambian pañales, secan lágrimas, reciben visitas, supervisan la lavadora y ayudan a los niños en sus tareas, siempre dispuestas a socorrerlos. Son el puente amigable entre hijos y esposo. Saben llegar al corazón de ambos para la oportuna reconciliación. No obstante, la agenda saturada de prisas y vaivenes, al final del día, escucha pacientemente las discrepancias que su esposo tuvo con su jefe.
Pero, además, posee espíritu de sacrificio y servicio, más aún cuando se trata de su familia. Se esmera en atenciones acertando al gusto que tienen los suyos y lo que desean saborear en las comidas. Lo más gratificante es que no esperan nada a cambio. Son innumerables las cualidades de la mujer, que mi mente estrecha no alcanza a meterlas en este pensamiento. Mi propósito es reconocer lo grande y valiosas que son las mujeres, tomándome el nombre de todos para pedirles perdón porque en muchas ocasiones no son valoradas ni respetadas en su dimensión de ser excepcional. Recordemos siempre, que la mujer es lo más importante y maravilloso de este mundo. La persona que más amor y respeto se merece.
¡Gracias mujeres! por hacer posible lo imposible. Gracias por tener el privilegio de ser madres; por ser abuelas, tías, hermanas e hijas. Gracias, porque con sus manos y ese corazón prodigioso hacen cosas maravillosas e increíbles. Para ellas, regalémosle una flor que nunca se marchite porque no solo se merecen un día sino la vida entera para amarlas.

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