Más
acá del inmortal y gigante volcán de Puracé, se encuentra la fecunda Popayán
mostrando su vejez. Es una ciudad cargada de leyendas. Por esta época, de
convivencia en sus casonas, resucita la alegría al lado del fogón familiar para
darle gusto al paladar consumiendo sus especialidades culinarias. Estrechamente
relacionada con el frio invernal, repito: “Cielo, suelo y pan los de Popayán”. Ello,
porque es la ciudad tradicional, donde las personas somos muy arraigadas a sus
costumbres. Por esta temporada degustamos las comidas típicas de alto
contenido calórico, para reponer el gasto de energía que el cuerpo sufre para
mantener el calor corporal. Y entonces, la característica principal que engloba
la gastronomía temporal, es consumir alimentos dulces.
Soy un enamorado
de la Navidad desde mi tierna infancia, y me siento muy feliz cuando se acerca
el mes de la alegría, para compartir las tradiciones en familia y transmitir la
importancia de dar y recibir amor; de ser solidarios, de alimentar el espíritu
y de disfrutar de las pequeñas cosas de la vida. Todo ello, convertido en el
mejor regalo que podemos ofrecer a nuestros seres queridos.
Es
pues, la Navidad la época ideal para conocer las tradiciones, las costumbres y
para deleitar algunos de los platos más representativos de la cocina
payanesa. De allí este escrito, para que se conozca un poco más
sobre nuestros gustos y sabores.
La
tradición patoja con comida típica que no puede faltar en las mesas de las
familias durante este tiempo. El encurtido y el plato de “Noche Buena” son comidas
navideñas que se remontan a los viejos tiempos de la Popayán de antaño; de la
colonia, cuando todavía no despuntaba la república. Aquí encontraron los
españoles los insumos para sustituir los que tenían allá en sus tierras. Esa
vistosa y muy agradable bandejita con sabor indígena, afro, y europeo, dio origen
al plato de nochebuena patojo que contiene los desamargados de: limones,
naranjas agrias, brevas caladas, higuillos, cidras, papaya, ajíes dulces,
manjar blanco, manjarillo, dulce de leche con panela, buñuelos de almidón de
yuca, hojaldras y las rosquillas, como símbolo de la coronación de la reina.
Al acercarse los
festejos de navidad y fin de año, crece la necesidad de preparar y alistar los
alimentos para lucir en los ritos costumbristas. Ya lo saben, cual es el plato
predilecto para servir en estos días para degustar en las cenas navideñas y
para entrar en calor en esta temporada. Nada mejor que un delicioso platillo de
colorines y apetitosos dulces navideños. Quería recordar estas
viandas para la noche de navidad y de fin de año que las familias
deberían conservar por siempre.
Pero, además de los dulces para el cuerpo,
necesitamos otros confites para el alma. La navidad nos dulcifica y, si ponemos
en práctica la unión para, pasar más tiempo en familia como núcleo fundamental de la sociedad,
aprenderemos a amar con el corazón. Realizar
actividades propias de diciembre adornando la casa, de tal manera que en su
interior resplandezca la fe, la paz y el sincero amor. Ser generosos en verdadera
acción de amor y en silencio, sin esperar nada a cambio. Ennoblecer el alma expresando
gratitud para que desaparezca el miedo y surja la abundancia. Y, desde luego, pasar
la página del rencor, perdonando a quienes nos han hecho daño para alcanzar la
paz total.
Civilidad: Se aproxima
la temporada propicia para valorar la paz y el amor como verdadero significado de la
Navidad.