Añoranza p
Mi mente viaja en el tiempo tratando de recordar cuándo fue la
primera vez que escuché tocar a una banda en vivo, no puedo ubicar el
momento preciso, sin embargo, al retroceder en el tiempo, recuerdo algo
que quedó atrapado en mi memoria: las retretas a cargo de la banda de
músicos del Batallón Junín No. 7
Hace más o menos sesenta años, Popayán era diferente. Muy distinto
era el ambiente, cuando repicando las siete de la noche en el reloj de
la Catedral, la gente salía bien abrigada para guarecerse de la lluvia y
del frio, porque la verdad en ese tiempo hasta la temperatura era
distinta. El Panorama era otro cuando la gente de Popayán salía los
jueves a caminar en rededor del parque Francisco José de Caldas,
mientras sonaba la retreta.
or las retretas | El Nuevo Liberal
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domingo, 26 de noviembre de 2017
lunes, 13 de noviembre de 2017
La política de ayer a hoy | El Nuevo Liberal
La política de ayer a hoy | El Nuevo Liberal
HORACIO DORADO GÓMEZ
horaciodorado@hotmail.com
La política de ayer a hoy
De pedir el voto a viva voz a mediados
del siglo XX, pasamos al imperio de la imagen actual y, a las redes sociales
como formas de ejercer la política. Vivimos en épocas de cambios permanentes que
abarcan los campos de la actividad humana, las ciencias, la economía, el
deporte, la cultura…y, desde luego, la política, que por cierto, ya no es la
misma de los tiempos en que se hacía con tamales, gaseosa y aguardiente.
Desandando el tiempo y las vivencias
históricas de la ciudadanía ¿Qué hacían en tiempos idos para atraer
votos? Acudían a propaganda callejera. Altoparlantes montados sobre destartalados
vehículos recorrían los barrios tirando volantes que la muchachada recogía. Muros y paredes empapeladas con carteles de la
imagen impostada de los candidatos. También ventanales de las casas de líderes
barriales con afiches de los candidatos, aparentando con quien era la cosa
política. Abundaban reuniones políticas en el salón comunal, el parque, el
polideportivo, como otra forma de conocer el verbo y las propuestas de los aspirantes.
El medio televisivo era costoso y apenas asomaba en el horizonte mediático. Un
grupo de avanzada antes y después del perifoneo, tenía la tarea de tirar por debajo de las
puertas la papeleta, esmeradamente doblada y timbrada en rojo o azul como
símbolo del partido (solamente existían el liberal y el conservador) Así era
como las familias coleccionaban el muestrario de la oferta electoral del
momento, para tomar la decisión a puro pálpito, por convicción ideológica, o
por las simples propuestas, porque las encuestas no existían. Así llenaban los
espacios públicos de espíritus selectos, oprimidos por la explotación, la
ignorancia y el olvido de los gobernantes y
dirigentes de la cosa pública.
En aquellas calendas, la participación
femenina era muy escasa. Muy pocas mujeres subían a la tarima a discursear;
era mal visto que las mujeres cambiaran
el hogar por el comité femenino. La política era cosa de hombres. Pero había
lideresas de “raca mandaca” (forma de decir de lo mejor). Mujeres, convertidas
en verdaderas “fieras”, se hacían mechonear en defensa de su ideología.
¿Quién financiaba las campañas? En
parte, los candidatos y un poco, los partidos. En esa época, los partidos tenían
tesoreros, cuya misión era recaudar aportes a cada uno de los empleados que
representaban los partidos en las empresas. Eran tiempos en que el político
salía más pobre de lo que entraba a la función pública. Cuando perdía las elecciones, perdía su patrimonio y
el de su familia. No existían los militantes pagados.
El día “D”, en la noche de la votación,
los partidarios, se reunían en torno a las noticias radiales a escuchar los escrutinios,
como si fuera una final de futbol, sacando cuentas y porcentajes en un papel,
muy pendientes del desenlace político.
He puesto la mirada hacia atrás en este escrito, más que bregando por una nueva política o añorando el viejo estilo, tratando de rescatar la sana y fecunda política, ésa que debe fortalecer la democracia y dignificar a la sociedad.
He puesto la mirada hacia atrás en este escrito, más que bregando por una nueva política o añorando el viejo estilo, tratando de rescatar la sana y fecunda política, ésa que debe fortalecer la democracia y dignificar a la sociedad.
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